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En Cuba no hay apagones. Lo que hay de vez en cuando es un «alumbrón», palabra surgida de la resignación, el sarcasmo y el sentido ... de la vida de los habaneros para nombrar los momentos en que vuelve la corriente eléctrica después de uno de los frecuentes y prolongados cortes de luz que sufre la isla en periodos de crisis. En cada casa cubana hay un electricista, un mecánico, un carpintero, un fontanero... capaz de arreglar cualquier cosa sin herramientas ni piezas de repuesto.
Pasado el susto -en las casas europeas apenas hay alguien capaz de cambiar una bombilla-, el alumbrón ibérico va a dar paso a una disputa económica y política, con las energías renovables en el ojo de la tormenta. Las fuerzas de la regresión, que avanzan por las llanuras del continente cabalgando el desánimo, el desconcierto y la sensación de derrota de amplias capas de la sociedad, no van a dejar pasar la oportunidad. La esperanza de progreso se ve reemplazada por el miedo al futuro, y la crisis del apagón no está al margen de esa dinámica. Las fuerzas se miden palmo a palmo, no hay terreno neutral.
Constatar que el sistema ha fallado, sin embargo, no conduce a cuestionar las energías renovables. Obliga, por el contrario, a hacer las cosas bien. A perseverar, afinar y poner los medios, no a dar por perdida la apuesta después del primer contratiempo, por aparatoso que haya sido. Los expertos denuncian que el accidente se veía venir, que los indicadores han coqueteado con los límites más de una vez y que falta inversión. Cuestionar el rumbo no es la conclusión objetiva, obligada, sino una estrategia.
Y junto a la política, la economía. El presidente español no dejó lugar a la duda en su comparecencia matinal del martes: habrá guerra. Tras dejar claro que no se fía de Red Eléctrica (le enviará una comisión de investigación europea independiente), señaló a las eléctricas privadas. Ha visto la oportunidad para devolver el golpe. Se anuncia una disputa legal y económica por tierra mar y aire. Al frente de la única economía de la UE que crece, Sánchez cree que esa posición legitima su estrategia. A media tarde llamó a capítulo a la Moncloa a Iberdrola, Endesa, EDP, Acciona Energía y Naturgy. Acudió escoltado por cinco ministros, reunión de pantalón largo.
La disputa viene de largo, desde la salida de la pandemia, con la gruesa polémica por los impuestos extraordinarios a banca y energéticas y a los beneficios caídos del cielo. En aquel momento, en 2022, los poderosos fueron al choque e Iberdrola mostró una beligerancia casi antisistema contra el Gobierno de Sánchez. Con el paso de los meses, esa hostilidad fue pasando a un segundo plano ensombrecida por la de Repsol, pero la partida, por lo visto, ha continuado, sin que los récords de beneficios empresariales en este periodo hayan modificado las balizas.
La captación de recursos públicos es un sector económico en sí mismo y hay intereses colosales. El apagón ha inclinado el momento a favor de la istración y Sánchez lo sabe. La estrategia de descarbonización es una de las grandes disputas del siglo en todo el mundo.
España, a lomos de la energía eólica y fotovoltaica, aspira a cambiar la relación de fuerzas energética en Europa, lo que obligatoriamente genera tensiones geopolíticas. El Estado es el máximo accionista de Red Eléctrica (20%), que al norte limita con EDF (propiedad 100% del estado francés) y al este con Enel (pública italiana, como la petrolera Eni), matriz a su vez de Endesa. La energía, sector estratégico nacional. Francia, que mandó flujo a primera hora a la subestación de Hernani, no ampliará sus conexiones con el sur, que están por debajo del umbral que marca la UE. París protege sus nucleares de los molinos.
El apagón vuelve a poner sobre la mesa la cuestión del sector público en la economía productiva. La constatación de que hay empresas públicas punteras y rentables en campos estratégicos hace pertinente la pregunta de si la istración puede asumir el liderazgo en otros sectores que no sean el asistencial y el educativo, limitándose a intervenir con subvenciones y deducciones fiscales en el mundo industrial. Quien sabe si esta crisis no provocará un alumbrón en este debate.
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