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Carmen Herrojo, Charo Olaciregi, Nekane Ávila y José Agustín Arrieta posan frente al punto de partida de la marcha. Gorka Estrada
Una marcha a Itziar en la que «buscar esperanza»

Una marcha a Itziar en la que «buscar esperanza»

El tradicional peregrinaje de 42 kilómetros partirá mañana desde Ondarreta a las 20.00 horas y llegará al santuario con la memoria del papa Francisco «muy presente»

Viernes, 9 de mayo 2025, 06:55

Caminante, no hay camino, se hace camino al andar. Y si no, que se lo digan a los peregrinos que, cada año, se suman a la tradicional marcha a Itziar. Cada uno tiene su propia motivación -de carácter religioso, deportivo o personal, en busca de desconexión o respuestas- pero todos tienen el mismo objetivo, que es recorrer los 42 kilómetros que separan Donostia del Santuario de Nuestra Señora de Itziar. Bajo el lema 'Peregrinos de esperanza', la marcha de este año se verá marcada por «la memoria del fallecido papa Francisco», quien les acompañará en cada paso que separa el punto de salida con el de llegada. «Es el camino de los buscadores», apunta José Agustín Arrieta, coordinador del peregrinaje, que saldrá mañana a las 20.00 horas desde Ondarreta y celebra su 71 edición. «Coincide, también, con el 75 cumpleaños de la creación de la diócesis de San Sebastián», añade Arrieta.

Como cada persona, cada marcha tiene su historia. Hace 22 años Nekane Ávila estaba en el hospital, visitando a «mi padre, que estaba ingresado, y los compañeros de habitación comenzaron a hablar sobre la marcha a Itziar. Yo no sabía lo que era, y en cuanto me lo explicaron me recordó mucho al Camino de Santiago, solo que está mucho más cerca. Dije, '¿por qué no?'». Desde entonces no se ha perdido una cita. «Me enganché», ite. Y es que Ávila asegura que «es una noche preciosa y quien lo prueba, repite. Es algo asegurado».

A su lado, Charo Olaciregi también reflexiona sobre su primera marcha. «La conozco desde hace tiempo porque mi aita la hizo dos años seguidos», pero no fue hasta que «mi marido tuvo un problema de salud muy potente» cuando se planteó participar. «Le recé a la Virgen y le pedí que le ayudara. Le prometí que si nos ayudaba a salir de este problema, haría la marcha de Itziar». Han pasado catorce años desde entonces. «A finales de abril nos encontramos con un alta a mi marido por curación, a dos semanas de la marcha, y la hicimos juntos», recuerda.

Sin duda, para Olaciregi, los momentos más emotivos de los 42 kilómetros de recorrido -salen de Donostia, desde la playa de Ondarreta, y continúan por Igeldo, Orio, Zarautz, Getaria, Zumaia para llegar a Itziar- son los «silencios que se generan. Son unos sentimientos muy difíciles de explicar. La llegada es increíble. Después de más de 10 horas caminando llegas con los sentimientos a flor de piel, agotada... La Virgen nos viene a buscar y es algo mágico», describe.

Carmen Herrojo coincide. «Las vistas son increíbles y que sea de noche la hace aún más especial. Ver el anochecer subiendo, mientras llegamos a la altura de Orio... es una experiencia única», añade. Además, «conoces a mucha gente a la que igual solo ves una vez al año. Una vez hice el camino al lado de una señora que se había quedado viuda un mes antes, me contó su vida y terminé conectando y llorando con ella. Es algo mágico», insiste.

Menor «presencia religiosa»

En opinión de estos cuatro veteranos, «el cansancio te lleva a un estado de fragilidad en el que ya no hay límites, se te rompe esa coraza y empiezas a abrirte». Porque en la marcha a Itziar «cada uno va con su mochila que, poco a poco, se va haciendo más ligera» tras deshacerse, por el camino, de todas las cuestiones que suponen un peso para cada uno. Dudas, miedos, traumas... Eso sí, algo que empezó con un gran sentimiento religioso, a día de hoy, está abierto a cualquier persona con ganas de caminar 42 kilómetros de noche hasta llegar al santuario de Nuestra Señora de Itziar.

José Agustín Arrieta, coordinador del tradicional peregrinaje, es consciente de que «la presencia religiosa ya no es tan evidente como lo era en los años 50 -la primera marcha a Itziar se hizo en 1952-. Mientras que en Europa hay cada vez más agnosticismo y cierta frialdad ante lo religioso, en otros lugares como África o Asia parece que está creciendo», apunta. «Dejando eso de lado, la marcha es para todo aquel que quiere buscar algo: paz, replantearse la vida porque ha tenido algún tipo de crisis, hacer ejercicio...». Y es que en un mundo y una sociedad en la que todo va tan rápido y con estímulos constantes, «la marcha nos invita a hacer un pequeño parón», reflexionan. «Lo cómodo es quedarse quieto, pero siempre es bueno sentir esa fuerza interior que te hace seguir caminando, impulsado por el motivo que sea. Y este año, el lema gira en torno a la esperanza, buscarla y llevarla contigo».

Con todo, estos peregrinos no se olvidan de las personas que están ahí, animándoles y apoyándoles a lo largo de los 42 kilómetros. «Siempre hay un grupo esperándonos en las parroquias de Orio y de Zumaia con limonada, agua, un café con leche... ¡Incluso a las tres de la madrugada!», agradecen. Además, los curiosos que se acerquen a animar a los peregrinos pueden hacer donativos, que se destinan a «la cobertura sanitaria. Antes contábamos con un voluntariado, pero llevamos un par de años sin ellos y tenemos que cubrirlo nosotros, porque sin una cobertura sanitaria, la marcha no se puede hacer», insisten, a la vez que invitan a «todo el mundo a vivir, al menos una vez, esta aventura». Para apuntarse, no hace falta más que acudir al punto de encuentro.

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