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El Despacho Oval se ha convertido en el escenario de un 'reality show' en el que los líderes del mundo tienen que enfrentarse a Donald ... Trump y su camarilla en desigualdad de condiciones y en vivo frente a las cámaras. Este miércoles le tocó al presidente sudafricano Cyril Ramaphosa, cuya emboscada amenaza con superar en humillación la que sufrió Volodímir Zelenski en febrero.
Hace tiempo que los multimillonarios sudafricanos, la denominada 'Mafia de PayPal' que rodea al presidente, le ha convencido de que el país de Nelson Mandela lleva a cabo un genocidio contra los agricultores blancos del país, que a pesar de ser el 7% de la población poseen el 72% de toda la tierra de cultivo. Según Trump, «los están matando para quitarles la tierra». Tan convencido está que ha abierto los brazos a todos los que quieran refugiarse en EE UU, sin necesidad de que demuestren la persecución, que, según él, ya prueban los vídeos que circulan por internet, incluyendo el que este miércoles puso en directo al presidente sudafricano y a la prensa cuando este negó que se esté cometiendo un genocidio contra los blancos.
Ramaphosa pensaba que venía preparado para aguantar la encerrona, pero nadie podía anticipar lo que ocurrió este miércoles durante más de una hora. El mandatario sudafricano, que necesita renegociar sus relaciones comerciales con EE UU y garantizar la presencia de este país a la próxima cumbre del G20 que celebrará, dio las gracias en 24 ocasiones con todas las muestras de humildad necesarias, aseguró al presidente estadounidense que ha cumplido su consejo de aprender a jugar al golf y se trajo consigo a jugadores destacados, alabó su papel como mediador en la guerra de Ucrania, evitó hablar de Gaza y hasta llegó a decirle que «si tuviera un avión se lo regalaría», le dijo suplicante. «Y yo te lo aceptaría», replicó Trump.
Sin embargo, cuando un periodista de NBC preguntó por el avión que Catar le ha regalado, Trump montó en cólera. «¡Eres un periodista terrible!», le recriminó. «Para empezar, no tienes lo que se necesita para ser periodista, no eres lo suficientemente listo. Vete de vuelta al estudio de NBC, que Brian Roberts (presidente y consejero delegado de Comcast, empresa matriz de NBC) y la gente que lo dirige tiene que ser investigada», amenazó. «Son tan malos gestionando ese lugar, ¡y tú eres una desgracia!».
«Su nombre es Peter», aclaró el presidente, para que sus hordas tomaran nota y lo pusieran en la diana. «Ese idiota», dijo, preguntaba por un avión cuando tenía que preguntar por el supuesto genocidio de agricultores blancos que él denuncia. «Yo no tengo un avión», lamentó Ramaphosa, que solo quería hablar de relaciones comerciales, pero no lo consiguió, al menos delante de las cámaras.
Su piel, negra como el tizón, no ayudaba en un escenario donde Trump ha mostrado preferencia por líderes de rasgos nórdicos. En estos cuatro meses el presidente se ha derretido con los del primer ministro noruego, Jonas Gahr, ha irado el acento británico de Keir Starmer y resucitado el romance con Emmanuel Macron. Ramaphosa simplemente no tenía las cartas necesarias, hubiera dicho él. Además, la camarilla de Trump se le había adelantado.
En el Despacho Oval estaban, además de Elon Musk, otros multimillonarios sudafricanos que juegan al golf con el presidente, como Johann Rupert y Retien Goosen, este último ganador de dos US Open. Trump les dio la palabra para que ratificaran todas las acusaciones de marginación contra los blancos en Sudáfrica de las que se hace eco y estos aprovecharon para arrancarle concesiones al presidente emboscado entre la espada y la pared.
Ramaphosa no pudo negar que exista una ley de expropiación, «como tienen ustedes en EE UU», pero en la cabeza de Trump, si en EE UU se oyese a alguien gritando «muerte a los granjeros» ya lo habrían detenido, le dijo en relación a lo que había escuchado en el vídeo. En realidad, la sacrosanta enmienda constitucional sobre la libertad de expresión permite que el Ku Klux Klan siga desfilando con antorchas y capiruchos por las calles amenazando a los negros.
Mientras su preocupación por los blancos sudafricanos ha permitido ya recibir a 59 afrikáneres descendientes de holandeses, su gobierno ha violado órdenes judiciales al deportar a otros inmigrantes a Sudán del Sur, un país donde todavía no se ha podido implementar por completo el acuerdo de paz de 2018 debido al recrudecimiento de la violencia. Algunos de los deportados ni siquiera saben de la existencia de ese país creado en 2011, pero para Trump todos son «agujeros de mierda», dijo en 2018 en referencia a Haití y otros países africanos. El presidente está dispuesto a hacer de Sudáfrica un lugar distinto, aunque para ello tenga que boicotear la cumbre del G-20. «Sin EE UU no será nada», advirtió.
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