Johnson presenta un plan «cauto e irreversible» para recuperar las libertades

Reino Unido aspira a eliminar todas las restricciones a la libertad de movimientos para el 21 de junio, en la conclusión de un programa de reducciones paulatinas que el primer ministro, Boris Johnson, ha descrito como «cauto e irreversible hacia la recuperación de nuestras libertades». Aprovecha el éxito en el programa de vacunación e intenta corregir posibles errores en la estructura y gestión de anteriores confinamientos.

El Gobierno de Johnson iniciará la relajación el 8 de marzo, con la apertura de escuelas, colegios y universidades. Para esa fecha habrán sido vacunados los cuatro grupos prioritarios: residentes en hogares de gente mayor y sus cuidadores, los mayores de 70 años, trabajadores sanitarios y de asistencia social, y quienes son muy vulnerables según criterios clínicos.

El plan no contempla niveles regionales como en el pasado. El conjunto de Inglaterra dará cada paso sucesivo si se cumplen estas condiciones: el programa de vacunación sigue avanzando con éxito, hay pruebas de que las vacunas están evitando hospitalizaciones y muertes, el nivel de infecciones no amenaza con el desbordamiento de la capacidad del sistema sanitario y se cree que nuevas variantes no alteran los fundamentos del riesgo.

Como esas cuatro condiciones se dan ahora, Johnson anuncia que en dos semanas se abrirán todos los centros de enseñanza. El 29 de marzo, seis personas de diferentes viviendas podrán reunirse en parques y jardines, y se permitirán los deportes al aire libre. El segundo paso se daría el 12 de abril, con la apertura de tiendas, peluquerías, gimnasios, y de la hostelería en espacios abiertos.

Con un lapso de cinco semanas entre cada uno de los pasos, habrá revisiones intercaladas en el programa para medir el impacto que tendría, por ejemplo, la apertura a los viajes internacionales, que no se permitirán antes del 17 de mayo. El Gobierno espera que, si el programa avanza sin contratiempos, todas las restricciones se hayan eliminado en junio, cuando un porcentaje muy alto de la población habría sido ya vacunada.

En su presentación ante el Parlamento por Johnson, la oposición preguntó si el plan cuenta con el aval de los asesores científicos, porque se ha publicado en los últimos días que algunos no son partidarios de abrir las escuelas tan pronto. La vacunación de los profesores no es prioritaria y eso genera disputas. El laborista Keir Starmer enfatizó a Johnson que «este debe ser el último confinamiento».

El programa del Gobierno traza un equilibrio entre los intereses de la economía y el deseo de libertad de la población, y la predilección de sus asesores científicos por reducir el nivel de infecciones diarias a cifras que permitan reprimir los brotes con el sistema de test y rastreo. La carencia principal de este sistema sería el escaso nivel de aislamiento voluntario por personas adas.

El ente de salud pública en Escocia publicó los primeros resultados sobre la eficacia de las vacunas para reducir hospitalizaciones. La de Pfizer las reduciría en un 85% y la de AstraZeneca, conocida también como vacuna de Oxford, en un 94%. Se analizó, entre el 8 y el 15 de diciembre, a 8.000 hospitalizados y había solo 58 en el grupo vacunado. Los inoculados con Pfizer recibieron la segunda dosis a las tres semanas. En el caso de los de Oxford, el lapso fue más largo.

La vacunación de 17.5 millones de británicos deja a Reino Unido bien situado para iniciar la recuperación de la normalidad en la vida y en la economía. Según los datos oficiales, poco más del 40% de la población empleada acude a su lugar de trabajo en las últimas semanas. Pero en el pasado fin de semana, soleado tras un largo tiempo de frío y lluvias, era notable, al menos en zonas de Londres, el relajo general sobre las reglas del confinamiento.