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Gran gesto científico. Dos semanas después del gran apagón nadie en el Gobierno parece saber lo que pasó, ni asume la responsabilidad de lo ocurrido. ... Y Sánchez finge ignorar las causas y las consecuencias de la catástrofe y se niega a dar explicaciones para no caer aún más en el descrédito. No cabe mayor incompetencia. Cualquiera que se haya paseado por los medios, desde el día 1 hasta hoy mismo, ha leído o escuchado, en boca de expertos, una versión racional que apunta al impacto negativo de las energías renovables en una red deficitaria que necesita el equilibrio y la consistencia que le proporcionan formas de energía como la nuclear, la térmica o la hidroeléctrica. Así de compleja es la ecuación del colapso energético nacional. No hay que ser un superdotado para despejar las incógnitas encerradas en el misterio ideológico del año. Un acertijo lorquiano. Verde viento, verdes ramas.
Gobernar ideología en ristre, dando la espalda a la información real, es equivalente a dibujar un mapa sin atender al territorio. Es la mejor definición de un simulacro: un proyecto de realidad virtual que se pretende imponer a toda costa sobre la existente. Y su aplicación diaria la sufrimos como un sistema de gestión extraño por completo a la realidad efectiva. Esta gestión falaz se sostiene solo gracias a la propaganda y la fe dogmática en la verdad de sus presupuestos. Olvidémonos de la eficiencia y la competencia y comprenderemos mejor el funcionamiento de las mentes de estos comisarios de la cosa verde que te quiero verde y las energías ecológicas. Temblemos al pensar en lo que sería de ese mundo alternativo en manos tan poco científicas. Otro desastre. Verde carne, pelo verde.
Hoy por hoy, la utopía verde es una entelequia, como el Dios de los teólogos, concebida para no afrontar la exigente realidad del mundo sin intereses creados ni anteojeras programáticas. Los experimentos políticos quedaron desautorizados en el siglo XX y en el siglo XXI solo los insensatos y los cínicos se atreven a proponer revoluciones tecnológicas y energéticas radicales. Después de la pandemia y el gran apagón, sin mencionar el caos ferroviario, toda sospecha se convierte en certidumbre y la paranoia es la nueva racionalidad. En este contexto crítico, la ciencia ficción ha dejado de ser ficción y la ficción se ha transformado en ciencia, como en 'Black Mirror', la gran serie orwelliana del momento. A este paso, será imposible distinguir nuestros deseos de nuestras pesadillas. Apaga y vámonos.
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