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Henri Parot se dispone a disfrutar en breve de su tercer permiso penitenciario desde que fue detenido en 1990. Este etarra, uno de los más ... sanguinarios de la historia de la banda terrorista, fue condenado a casi 4.800 años de cárcel por haber participado en 82 asesinatos. A sus 67 años, ha cumplido un total de 35 años en prisión. Hasta la fecha, según ha podido saber este periódico de fuentes de toda solvencia, había disfrutado de dos salidas de menos de dos días que no habían trascendido y cuya autorización fue dada por la dirección de la prisión de Martutene, donde cumple condena y que está gestionada por el Gobierno Vasco. Esta tercera salida ha sido aprobada por un juzgado de Vigilancia Penitenciaria.
El caso de Parot es paradigmático por varias cuestiones. En primer lugar, formó parte del comando más sangriento de ETA, que actuó en los años 80 a las órdenes directas de la dirección etarra. 'Los años de plomo' le tuvieron como uno de los principales responsables de decenas de muertes. Pero además, su detención en 1990 desveló que la banda había creado un comando formado solo por ciudadanos ses, lo que dificultaba su persecución. El descubrimiento de este grupo de pistoleros aceleró la colaboración gala en la lucha antiterrorista.
Posteriormente, su nombre bautizó la doctrina legal con la que se pretendía que los presos condenados por múltiples asesinatos y con penas muy largas no salieran de prisión antes de cumplir los 30 años de encierro. La 'doctrina Parot', que había supuesto mantener en prisión a etarras y violadores multirreincidentes, fue anulada el 2013 por el Tribunal Europeo de Derechos Humanos. Por ser uno de los etarras que más tiempo llevaba en la cárcel, el colectivo de apoyo a presos de ETA Sare llegó a organizar en 2021 marchas de apoyo al terrorista.
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Parot es un 'pieds-noirs' –el nombre francés para los ciudadanos nacidos en Argelia cuando era una colonia gala–. Cuando su familia se refugió en el País Vasco francés, tras la independencia del país magrebí, se instaló en Baiona. Allí, Henri Parot se integraría en ETA en los años 70. El etarra, al que apodaron 'Unai', formó parte de una de las estrategias criminales que más fructíferas resultaron a los terroristas. Bajo las órdenes de Domingo Iturbe Abasolo, 'Txomin', una serie de ciudadanos ses entre los que se encontraba Parot crearon un comando que dependía directamente de la cúpula etarra.
El hecho de que se tratase de un comando integrado por ciudadanos del País Vasco francés les dio una capacidad tremenda de actuar fuera del radar de las fuerzas de seguridad españolas. Además, era un grupo itinerante por lo que entraba y salía de Francia sin problemas, lo que hacía todavía más difícil su detección. El grupo de Parot se convirtió en el arma secreta de la cúpula de ETA, de la que dependía en exclusiva.
Para garantizar su clandestinidad, la existencia de este comando itinerante se ocultó dentro de la banda de tal forma que solo un reducido número de personas conocía su existencia. Durante muchos años, la dirección etarra utilizó este grupo para cometer atentados de especial importancia, como los perpetrados contra militares de alta graduación, como forma de presionar al Gobierno socialista en las diferentes negociaciones que se llevaron a cabo en los 80.
Henri Parot fue detenido finalmente el 2 de abril de 1990 cuando se disponía a colocar un coche bomba con 300 kilos de explosivos contra la Jefatura Superior de Policía en Sevilla. Su localización fue posible gracias a un control de la Guardia Civil. El arresto permitió esclarecer decenas de atentados que el grupo había cometido desde comienzos de los 80. Entre ellos, el vehículo cargado con explosivos que estalló en la casa cuartel de Zaragoza, que causó la muerte de 11 personas, de ellas, cinco niños. Además, fue también el asesino del teniente general Guillermo Quintana Lacaci, en 1984, y del vicealmirante Cristóbal Colón de Carvajal, en 1986.
Parot acabó condenado a penas que sumaban 4.794 años por 26 atentados en los que se perpetraron 82 asesinatos. En todo momento, incluso tras su detención, ha estado alineado con los sectores más duros de la organización. En 2001, por ejemplo, escribió una carta a la dirección de la banda en la que le pedía que cometiesen más atentados. Por ella fue condenado de nuevo a once años de prisión.
En 2006, Parot se convirtió en un emblema de los problemas de la persecución judicial del terrorismo. Hasta ese momento, los beneficios que podía recibir un preso por cuestiones como trabajar en un taller en la cárcel se aplicaban sobre el máximo de cumplimiento efectivo de condena, establecido en 30 años. De esa forma, pocos presos purgaban una condena de esa duración. Ese año, la justicia española cambió el cómputo, que empezó a aplicarse sobre el total de la condena. En el caso de Parot, los casi 5.000 años. De esa forma, los jueces se aseguraban que condenados por crímenes violentos estuviese más tiempo en prisión y no salieran a la calle tras un condena mermada.
La denominada 'doctrina Parot' imperó hasta que en 2013 el Tribunal de Derechos Humanos de Estrasburgo falló a favor de la etarra Inés del Río, a la que se le había aplicado este tipo de cómputo para retrasar su salida de prisión. Los jueces europeos dieron la razón a la terrorista, lo que supuso el fin de esa legislación especial española. Varios etarras salieron a la cárcel, aunque Parot, que tenía más condenas, no consiguió ese beneficio. En todos estos años, Parot ha cambiado en numerosas ocasiones de prisión, pero siempre en destinos alejados del País Vasco. Hasta hace tres años, cuando fue uno de los últimos terroristas que fue conducido a Euskadi, dentro de la política de acercamiento puesta en marcha por el Gobierno de Pedro Sánchez de acuerdo con Bildu.
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