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Tres víctimas del terrorismo han sido las protagonistas del acto de la víspera del Día de la Memoria, este miércoles en el Ayuntamiento de Portugalete. ... Han dejado su emocionado testimonio Nerea Barrios, hija de José Luis Barrios, hostelero santurtziarra que murió asesinado el 17 de septiembre de 1988 por ETA; Veronique Caplanne, hija de Robert Caplanne, asesinado por los GAL en Biarritz en 1985; y Celso Recio, hijo de Eugenio Recio García, cabo de la Guardia Civil asesinado por ETA en 1985 en Santurtzi. Las tres han transmitido un mensaje de esperanza «en positivo» para que «nunca nadie más» tenga que pasar el horror que ellos sufrieron.
Nerea Barrios ha sido la primera en intervenir. La hija del hostelero santurtziarra José Luis Barrios asesinado por ETA el 17 de septiembre de 1988 ha asegurado que lo único que quería transmitir era un mensaje «positivo de esperanza, en el que no quepa el odio». Ha evocado que con apenas 15 años edad cuando bajaba a la calle tenía que soportar que gente justificara el asesinato de su padre. «Uno de mis amigos me dijo: 'Nerea, le han pegado un tiro a tu padre en la cabeza. Chica, ¿qué ha hecho?. Ahí me di cuenta de que tenía que estar muy preparada para contestar ante la justificación, o a que intentarán hacer ver de un hombre bueno que era poco menos que un monstruo, que quisieran manchar su memoria...», ha rememorado para confesar que en aquel tiempo lo único que sentía era odio, hasta que se dio cuenta de que lo que tenía que hacer era todo lo contrario: «A más odio más amor». Desde entonces ha sido una de las víctimas educadoras que acuden a los colegios vascos y ha intentado que aprendan que «un pueblo que no conoce su historia, está condenado a repetirla».
A su juicio la sociedad ha tardado mucho tiempo en entender «que nosotros necesitábamos un bálsamo, que se nos escuche, que no se nos utilice y que de vez en cuando, por qué no, se nos diga que aquello estuvo muy mal. Con eso es con lo único que a día de hoy nos pueden 'curar' un poquito».
Nerea Barrios ha lamentado que lo que se ve a veces es justo lo contrario, que parece que se quieren «reabrir odios, heridas, que tenemos cada día la palabra proetarras en la televisión después de 10 años. ¡Por favor! ¿No hemos avanzado nada? No nos utilicéis. Preguntarnos». «A lo mejor, si nos preguntáis, vais a ser muy capaces de saber lo que queremos. Y que lo que queremos todas las víctimas, tengamos el apellido que tengamos, es que sentimos igual que sentimos, que nos duele lo mismo, que elolvido nos joroba que necesitamos que de vez en cuando alguien nos digan: 'Os comprendemos'», ha remarcado. En palabras de Barrios, «cuando tú quieres construir algo hay que pactar, hay que sentarse, hay que hacer concesiones, hay que ser generoso, nos tiene que doler a todos, pero en pro de una sociedad que no vuelva a vivir lo que yo tuve que vivir con 15 años, la soledad, perder amigas porque tienen el miedo de salir contigo, tenerte que encerrar en tu casa porque se justifica, no sentir que la sociedad te viene ayudar».
Es de las que cree que «nunca es tarde» y que a lo mejor «no estábamos preparados, que necesitábamos que pasara un tiempo para que todos pudiéramos entender». A la sociedad le ha pedido que mire para dentro y lo reconozca, «que no pasa nada, seguimos avanzando, nadie os va a culpar, simplemente os necesitamos porque yo sola puedo dar unos pasos, pero con más gente voy a llegar más lejos, aunque tarde más».
Ha puesto en valor la memoria, «muy necesaria, esa capacidad de poder ver rosas en invierno». «Siempre digo que aunque sea invierno las tenemos, aunque no las veamos, las sentimos, con lo cual que nunca nos olvidemos de ellos y de vez en cuando digamos que no perdieron la vida inútilmente, sino que la sociedad diga que esto nunca más va volver a pasar», ha concluido.
Robert Caplanne asesinado el 24 de diciembre de 1985 por un pistolero de los GAL al confundirle con un miembro de ETA tenía 36 años y su hija Veronique 14. La primera sentencia en 1987 no encontró vínculos de los asesinos de Caplanne con los GAL, pero la de 1999 lo corrigió. En los medios apareció entonces mucha información son los juicios y los asesinos, pero casi nada sobre Robert Caplanne. Hoy su hija Veronique ha hablado de su padre y de su familia y ha recordado que en los años 80 cuando ella era pequeña en Biarritz y alrededores hubo varios atentados. Cuando hacía preguntas para saber por qué le respondían que eso no les concernía que eran «historias entre vascos».
Ha rememorado el 24 de diciembre de 1985, cuando a las 8 de la mañana, camino al trabajo después de besarle en la frente, su padre recibió cuatro balazos en el cuerpo. Murió la noche del 3 al 4 de enero. «La Navidad ya no tiene el mismo sabor, se acabó la magia y la inocencia también. El GAL cometió este ataque, se equivocaron. ¿El GAL, la Policía, cómo es posible? Ellos son los que se supone que deben protegernos», ha manifestado. Robert Caplanne era militar en la marina, «ferviente defensor de la República y orgulloso de ser francés», ha remarcado. Y desde el día del atentado su abuela «sufrió y lloró hasta su última obra en 2019, lloró la desaparición tan injusta de su hijo». Toda la familia se quedó «devastada. «Mi madre comenzó a beber y murió de eso. Amigos tan presentes antes desaparecieron. Sufrimos tristeza y miedo», ha descrito Veronique.
La hija de Caplnane ha lamentado que hasta hoy «no hemos tenido noticias de los representantes de Francia o de la ciudad de Biarritz. Han pasado 37 años». Ha remarcado que el terrorismo no debe ser una respuesta a la violencia, no puede utilizarse para hacerse oír. Ha hecho y sigue haciendo demasiado daño, afecta a personas inocentes, destroza vidas, destruye familias y no puedo entender, no puedo aceptar el terrorismo venga de donde venga», ha expresado. En el tributo a su padre, justo unos días antes del cumpleaños que habría celebrado sus 74 años con su hija y sus tres nietos, «en nombre de mi abuela que nunca fue escuchada, cuya historia nunca interesó a nadie y en nombre de toda mi familia me gustaría decirles gracias», ha afirmado porque «finalmente tenemos la impresión de ser escuchados, comprendidos y considerados».
El padre de Celso Recio, Eugenio Recio, cabo de la Guardia Civil, caminaba por una calle de Santurtzi en dirección a la estación de tren, el 18 de junio de 1985, cuando un etarra se le acercó por la espalda y le asesinó de tiro en la nuca. La víctima llevaba 26 años en la Guardia Civil, los 18 últimos destinado en Bizkaia, y era padre de seis hijos entre 9 y 18 años. La víctima había solicitado el traslado a Salamanca, su tierra natal, pero el permiso para marcharse de Euskadi no llegó a tiempo. Ceslo Recio, también guardia civil, ha recordado que su madre, Demetria, se quedó sola con seis hijos a su cargo, tuvo que luchar mucho y sacar fuerzas de donde no tenía para llevar la familia adelante «con la tristeza de haber perdido a nuestro padre y teniendo que aprender a vivir sin él».
Ha evocado que fue una situación «muy dolorosa». «Era un marido y un padre excepcional. Sumidos en una gran tristeza nos preguntábamos por qué había sucedido esta sinrazón que nos había quitado a nuestro padre». La familia de Celso, viendo «la indiferencia y la pasividad ante estos hechos» se marchó a los pocos días a Salamanca de donde eran los padres. «No todos nos recibieron bien cuando se enteraron de que veníamos del País Vasco», se duele mientras recuerda que en su mi casa no se encendía la televisión y todos los domingos iban al cementerio «con el consuelo de poder estar con él».
Cada vez que ocurría un atentado la familia Recio se sentía impotente por el daño que estaba causando y siempre pedía «que fuera el último». En 2020 la Oficina de Atención a las Víctimas del terrorismo se puso en o con nosotros para comunicarles que se conocía el autor material de la atentado «pero que como había prescrito no habría juicio. Nos quedamos consternados al saber que la muerte de mi padre había quedado impune y el autor no pagaría por su muerte». Después de 37 años «seguimos echándolo de menos» y siguen también «sin entender por qué tuvo que pasar y por qué sigue sin haber justicia para mi padre y otras personas que pasaron por lo mismo». Quiero que estos hechos no caigan en el olvido y no se vuelvan a repetir jamás».
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