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Iñigo Urkullu advirtió ayer en su discurso de investidura que estamos ante «la legislatura del Covid-19», por lo que no extrañó a nadie ... que la mayor parte de sus compromisos, proyectos y retos estuvieran enfocados en hacer frente a la pandemia y sus consecuencias sociales y económicas. El candidato del PNV a lehendakari, que por primera vez en su carrera fue investido por el Parlamento Vasco con mayoría absoluta y en primera votación, inclinó el grueso de su mensaje hacia la vertiente social y quiso enviar un mensaje de tranquilidad a la sociedad vasca, a pesar de advertir que la crisis será «muy dura». «Seremos capaces de sacar este país adelante», sentenció Urkullu en una intervención en la que las cuestiones más políticas quedaron en un segunda plano, eclipsadas por la alargada sombra de Covid.
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El aspirante jeltzale, que resultó reelegido lehendakari al filo de las ocho de la tarde después de que PNV y PSE hicieran valer su nueva mayoría absoluta en la votación de investidura, reivindicó «la protección y cohesión social» para atender «a todos las personas» ante una crisis que definió como «aguda». Y mostró su «mano tendida» a los partidos de la oposición para profundizar en un «modelo de desarrollo humano» que, a su juicio, «ha funcionado» en Euskadi en los últimos años. Para ello, se comprometió a desarrollar una política de «recortes cero en los servicios públicos esenciales».
Urkullu comenzó su discurso recordando que «hemos vivido meses duros» desde que hace medio año irrumpió la pandemia y obligó a confinar a la población. «En Euskadi, han muerto más de 1.700 personas por el Covid», lamentó, aunque también apuntó que «los servicios públicos vascos han tenido que hacer frente a una situación a la que jamás se habían enfrentado». Tras advertir que la pandemia aún no se ha superado, subrayó que «los retos que vienen por delante requieren de acuerdos amplios, de grandes consensos políticos y sociales».
En opinión de Urkullu, «la dura crisis que se anuncia tendrá su más dramático exponente en la vertiente social», por lo que se mostró partidario de «combatir la desigualdad social luchando contra la precariedad, la incertidumbre, la exclusión y, en su versión más extrema, la pobreza». Reconoció que no nos encontramos ante una legislatura convencional y reivindicó que «Euskadi necesita abordar de manera urgente reformas, iniciativas y proyectos que ayuden a superar la crisis económica, generar empleo y retomar la senda que nos garantice el futuro».
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El recién investido lehendakari se declaró «contento, en lo personal y en lo político», con el pacto de coalición firmado entre el PNV y el PSE, que definió como «un acuerdo fuerte para afrontar todos los retos mencionados». En un elogio del pacto que va más allá de su coalición con los socialistas, Urkullu subrayó que «el mejor proyecto posible para Euskadi es el que aglutine nuestra diversidad y pluralidad. Es tiempo de dialogar y acordar».
En su discurso, Urkullu desgranó las líneas maestras del programa de coalición firmado esta semana por PNV y PSE, aunque no desveló ningún detalle sobre la nueva estructura que tendrá el Gobierno Vasco ni si se decantará por crear dos vicelehendakaritzas, algo que diversas fuentes dan por seguro. La primera vicepresidencia sería para un consejero del PNV y, la segunda, para la líder del PSE, Idoia Mendia.
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La intervención del reelegido lehendakari fue muy poco política, aunque en la parte final dedicó un apartado al autogobierno vasco. Recordó que el compromiso de jeltzales y socialistas es «lograr más y mejor autogobierno» para Euskadi y reclamó «voluntad política para permitir la consulta directa a la ciudadanía en torno a cuestiones de especial trascendencia».
El dirigente del PNV se mostró optimista respecto a la posibilidad de que esta legislatura pueda alumbrar un nuevo Estatuto vasco y reivindicó que «disponemos de una base sólida» para ello, sobre todo tras el trabajo realizado por la ponencia de autogobierno en la pasada legislatura. «Nos permite ser positivos para poder contar con un nuevo estatus político de futuro» que, a su juicio y yendo un poco más lejos de lo que dice el programa de coalición con el PSE, debería reconocer «nuestra realidad nacional, la singularidad del autogobierno vasco y asentar una relación bilateral con el Estado». Defendió que se puede alcanzar «un consenso sólido» en torno a ello.
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Por último, Urkullu garantizó que en los próximos años hará «lo que mejor sé hacer: trabajar con rigor, responsabilidad y perseverancia, propiciando el acuerdo y la colaboración en pos del bien común». Y se mostró convencido de que «trabajando juntos y con rigor, poniendo en el centro a las personas, lograremos superar los retos y seremos capaces de sacar este país adelante».
Un mensaje en el que abundó en su turno de réplica por la tarde, en el que insistió en su «mano tendida» para llegar a acuerdos con la oposición, pese a la mayoría absoluta del nuevo Gobierno. De hecho, fue más allá y reclamó la «ayuda» de «la sociedad, los partidos y los agentes sociales» para afrontar una legislatura «especialmente complicada». «Mi puerta está abierta para dialogar con todos y para acordar», enfatizó Urkullu, que concluyó con esta idea: «Cuanto más seamos capaces de colaborar, mejor le irá a la sociedad vasca».
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