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I.G.
San Sebastián
Lunes, 25 de noviembre 2024, 10:57
El Athletic 1 - Real Sociedad 0 dejó una imagen para el recuerdo. Una estampa que resume a la perfección las sensaciones encontradas con las que salieron ambas hinchadas anoche tras el derbi vasco disputado en San Mamés. En esta ocasión, las cámaras de Movistar+ dieron con un joven aficionado realista rodeado de seguidores del equipo bilbaíno y que fue capaz de mantenerse ajeno a la fiesta local. La imagen, muy significativa, recordó a la de aquella aficionada del Barcelona que fue testigo de la derrota culé en el Reale Arena, o a la del seguidor del Athletic que la temporada pasada se mantuvo sonriente en la celebración del tercer gol txuri-urdin.
El partido disputado anoche en San Mamés tocaba a su fin. Tras los cuatro minutos de añadido, apenas quedaba uno para el final del derbi vasco y la Real Sociedad apuraba sus opciones de victoria. Fue entonces cuando el conjunto txuri-urdin se dispuso a sacar de banda, mientras Oyarzabal y Yuri a duras penas dejaban pasar pequeñas cuentas pendientes en el área bilbaína. La afición del Athletic se mantenía aún contenida, temerosa de que los de Imanol pudieron dar el susto, y a la espera de que Gil Manzano pitara el final. La incertidumbre estalló en mil pedazos cuando Julen Agirrezabala se hizo con el balón y se lanzó al suelo. Ya está, ya solo quedaba dejar correr las manecillas del reloj y esperar. Imanol Alguacil lo sabía, y optó por beber agua, consciente de que el partido estaba perdido. Y los seguidores del Athletic también. Y estallaron.
Cuadrillas de amigos, padres e hijos, jóvenes con la elástica del Athletic… San Mamés comenzó a vibrar y celebrar la victoria del Athletic en el derbi vasco. La Catedral era una fiesta… excepto para las decenas de seguidores de la Real Sociedad que se acercaron a Bilbao para apoyar a su equipo. Y entre ellos, uno que captó todos los focos y cuya imagen recogieron las cámaras de Movistar+: un joven ataviado con la camiseta txuri-urdin y que, bufanda al cuello, a duras penas aguantaba ante el júbilo local. Su rostro lo decía todo: denotaba una evidente decepción porque no había otra que resignarse: esta vez la Real Sociedad iba a caer ante el Athletic. Sus compañeros no paraban de saltar y cantar a su equipo mientras que él, rodeado de hinchas bilbaínos, se resignaba a callar, en silencio y a aceptar la realidad. No le quedaba otra.
Sea como fuere, el ambiente en las gradas de San Mamés fue óptimo y ambas aficiones demostraron una vez más la gran deportividad que hay y el pique sano que se vive en cualquier derbi vasco. Los jugadores de la Real Sociedad y el Athletic hicieron lo propio una vez finalizado el choque, y se saludaron efusivamente sobre el césped.
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