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«Hay que ayudar a quien quiere ayudar a ayudar con eficacia y eficiencia»
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«Hay que ayudar a quien quiere ayudar a ayudar con eficacia y eficiencia»Es la primera vez que Kunom Hailu, bachiller en Económicas, Master en Desarrollo y Desarrollo Internacional, especialista en Desarrollo Agrícola, fundador de la ong 4ybin, esposo de Mebiat Abraha, padre de Maria, Ana Julia y Rafael, amigo y colaborador que fue de Abba Mekele, el padre Ángel Olaran, abandona su país, Etiopía, y su región, Tigray. Ha venido a Euskadi para agradecer la ayuda recibida de donantes como el Gobierno Vasco y la Diputación. A presentar una exposición, potente, en Eibar, 'Buna, Voces tras el silencio'. Ha venido cargado de café, como regalo. Charlamos tomándonos uno, en Iturralde.
– Dices que en este viaje y después vas a sentir nostalgia doble. ¿Por qué?
– Echo de menos a mi familia. Aunque nos vemos y hablamos por el móvil. El otro día mi hijo Rafael se puso algo celoso porque me veía con Aner y Ekai, los hijos de Lierni Fernández, una de las fundadoras de Egoaizia y tremenda impulsora de los proyectos para sanar y recuperar nuestra región asolada por una guerra muy cruel. Se preguntaba Rafael qué hacía yo con otros niños... Sentí una primera nostalgia pero hoy estoy muy a gusto alojado en el hotel Social Hub, me gusta Eibar, he hablado con los representantes de la Diputación y de Lankidetza, Agencia Vasca de Cooperación y Solidaridad. Me he encontrado en un país de gente buena, amigable, amable; un buen país. Iremos a Madrid a tirar, junto a la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo, las líneas maestras de un nuevo proyecto. En cuanto coja el avión de vuelta empezaré a sentir nostalgia de vosotros, por haberos dejado.
– Volveremos a tomarnos un buen café juntos, seguro. Has venido con unos cuantos kilos de buen grano. ¿Qué has traído?
– Local, por supuesto, Kemey, que significa '¿Cómo estás?'. Arábica 100%. 'Tunum Bun', (café dulce), de mi ciudad, Mekelle, en cuya universidad estudié. Dicen que es el grano con mejor sabor de la región. Para nosotros una bebida de unión y amistad. Que nos sana.
– ¿Desarrollamos el titular?
– La cooperación debe plantearse, ya se está haciendo, como algo que, sin perder su humanidad, se profesionalice. Ya hay estudios universitarios que nos habilitan para poder crear, gestionar, dirigir planes de desarrollo y ayuda. Existen clusters internacionales que manejan paradigmas de cómo repartir comida en zonas de hambruna y proporcionan las coordenadas precisas para que, un ejemplo, el agua se distribuya sin perder litros y más litros.
– Pienso en lo mal que parece estar haciéndolo en Gaza la Gaza Humanitarian Foundation, respaldada por EEUU e Israel, fuera de las estructuras de la ONU.
– Se tienen que cumplir unos protocolos, seguir unas normas de actuación. Existe ya la figura del experto en colaboración internacional. Hay titulaciones como Magisterio en Cooperación Internacional, experto en Evaluación de Programas de Cooperación Internacional o en Gestión de Recursos Humanos en Acción Humanitaria y Desarrollo. En mi país, en mi región, el Tigray, auténtico escenario de devastación desde 2020, y en otros puntos del mundo potenciamos, con estudios, con masters, que quien ayude sepa cómo ayudar.
– Se trabaja mucho en que ese colaborador(a) sea alguien local, apoyado tal vez por asociaciones venidas de otros sitios pero, alguien con raíces allá donde toda ayuda es urgente.
– Lo cual implica también una preparación psicológica de ese voluntario, de esa colaboradora, de esa cooperante. Claro que es muy importante que conozca a las gentes, las costumbres, el terreno en el que se mueve pero hay que tener en cuenta que al ser del lugar puede que haya sufrido las consecuencias del conflicto, de la catástrofe. Puede que pertenezca por familia, etnia o religión a una de las facciones enfrentadas. Ha de prepararse a esa gente para que logre superar todo eso. La imparcialidad, la neutralidad humanitaria es otra asignatura. Muy personal(izada).
– Junto con Egoaizia (que cumple 25 años ayudando a mejorar el mundo desde Eibar, Donostia y más allá) presentas el proyecto 'Haftey' (hermana mía).
– Personalmente y con 4ybin, partiendo del momento en que mi región, masacrada por la guerra, quedó totalmente desconectada del mundo y Egoaizia vino en nuestra ayuda, he construido presas y ayudado al desarrollo agrícola pero como en otros lugares, es la mujer no solo la sal de la tierra, la fuerza transformadora sino la gran víctima de la estrategia genocida del conflicto: abusada, acosada, violentada, violada y, luego, muchas veces, rechazada por los suyos. 'Haftey' es un proyecto para su sanación, su recuperación, su protección, su reintegración no solo en la vida, también en la sociedad.
– Se reúnen ellas. Preparando un café, tomándolo....
– Se creían solas. No hablaban de tanto horror. Un día se juntan. Ven que hay más. Poco a poco empiezan a curarse. Algunas llegarán a tener su pequeña 'coffee shop'. O unas gallinas. Café y huevos, comienza, tal vez, una nueva vida.
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