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La relación de los adolescentes con las nuevas tecnologías sigue ocupando gran parte del foco mediático que afecta a las comunidades educativas y políticas. El ... debate sobre si es conveniente que un chaval de 14 años tenga o no un teléfono inteligente está muy vivo en las calles de Gipuzkoa, de las que han surgido en los últimos años movimientos de familias como Altxa Burua, Gure Aukera Guk 16 o Aurrez Aurre, para posponer la edad en la que los niños tienen en propiedad su primer móvil.
Es un debate que cogió temperatura a principios de este año, cuando el Departamento de Educación del Gobierno Vasco solicitó a los centros educativos -tanto públicos como concertados- que elaboraran un reglamento sobre el uso de estos dispositivos electrónicos en las instalaciones educativas para antes del 1 de enero de 2025. Prohibir -o no- los teléfonos en los colegios sigue estando en manos de los equipos directivos de cada centro, a diferencia de lo que sucede en el resto de comunidades autónomas del Estado, en las que sí hay normas que dictan expresamente qué hacer a cada colegio.
En este curso escolar recién empezado ya han sido varios los centros educativos de Gipuzkoa que han implementado restricciones sobre el uso de las nuevas tecnologías o, en su defecto, actualizaciones de una normativa ya existente. Uno de ellos es el Beasain BHI, uno de los centros que más alumnos acoge de todo el territorio -cerca de 1.200 entre Secundaria y Bachillerato- y que desde este mes de septiembre ha extendido la prohibición de los teléfonos y relojes inteligentes a 3º y 4º de la ESO y todo Bachillerato, cuando el curso anterior se aplicó solo al primer ciclo de Secundaria -1º y 2º ESO-.
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Eskarne Galdos, su directora, explica la medida. «En primer lugar, queremos resaltar que nosotras no somos antimóviles. Esta decisión no va por ahí», puntualiza. La decisión de extender la restricción a cuatro cursos más estaba supeditada a que esa fase experimental del curso 23/24 «saliera bien, y así fue», apunta la directora del Beasain BHI, que matiza que «nosotros no decidimos nunca nada de manera unilateral. Esta medida se adopta después de llegar a un acuerdo conjunto con el consejo escolar y las AMPA».
Este año, afirma, «la restricción se ha ampliado a los cursos de 3º y 4º de la ESO y a todo Bachillerato». Los móviles o relojes inteligentes, aclara Galdos, tampoco pueden ser utilizados por los docentes «fuera de sus departamentos o de la sala de profesores».
¿Y qué pasa si un alumno decide saltarse la restricción y sacar el teléfono móvil? «No quitamos el teléfono a nadie, pero sí se les pide que nos lo den», responde Eskarne, quien agrega que «en lo que va de curso ha pasado muy poquitas veces. Vamos muy bien». El dispositivo acaba en dirección y es el propio alumno el que acude a recogerlo una vez concluye la jornada lectiva. Si esta «conducta inadecuada» se repite en más de dos ocasiones, «entonces pedimos una cita a los padres para hablar con ellos».
La decisión de limitar el uso de los dispositivos electrónicos se empezó a cocinar en el curso 22/23 y «ya el pasado curso, además de hacer esa prueba piloto, empezamos a informar a las familias y a los alumnos de que se iba a ampliar a más etapas», cuenta Galdos. Un modo de actuar similar al que empleó también la dirección de Eibar BHI. «Realizamos distintas campañas de sensibilización durante el pasado curso con los alumnos y las familias para avanzar lo que queríamos hacer este curso», relata Iñigo Magunazelaia, director del instituto público de la localidad armera, donde los alumnos tampoco pueden portar ni usar dispositivos electrónicos.
El centro, que cuenta con más de mil estudiantes entre Secundaria y Bachillerato, probó el año pasado «permitir el uso de los móviles solo en los recreos» pero visto el resultado, este año han decidido endurecer las normas y estos dispositivos han quedado restringidos también en el patio.
«De 7.30 a 17.30 horas no se puede utilizar el teléfono móvil en las instalaciones del recinto escolar. Está prohibido», indica José Eizmendi, director de Aldapeta María Ikastetxea, quien añade que «esta medida se aplica en todos los cursos desde noviembre de 2023». La restricción, además, afecta también a los profesores. En el caso de los estudiantes, «disponen de taquillas para poder dejar allí sus pertenencias. Entre ellas, el móvil, claro», apunta. Si lo llevan encima «pero está apagado, no intervenimos», revela, pero «si está operativo, el dispositivo queda confiscado durante tres días laborales». Con todo, «nuestros alumnos lo están asumiendo cada vez mejor», cuenta, y remata: «Todo lo que se decide en el consejo escolar es por el bien de los estudiantes».
Román Artano, director de Urola Ikastola BHI, explica que «dentro del acoso escolar está comprobado que en muchos casos detrás hay situaciones de ciber-bullying». Este centro también limita desde el curso pasado el uso de los 'smartphone' en Secundaria y Bachillerato. «Tenemos que remar todos en la misma dirección», confía Artano, quien señala que «se está notando muchísimo en nuestro centro. Apenas se ven móviles últimamente». En las excursiones, agrega, «tampoco está permitido llevarlos». Antes, recuerda, «igual se le compraba el móvil al chaval con 9 años. Creo que entre todos estamos consiguiendo que esa edad se vaya retrasando», se felicita.
En Herrikide Ikastetxea la restricción se limita a los cursos de 1º y 2º de la ESO. Joseba Antxustegietxarte, miembro del equipo directivo de la franja de 12 a 18 años, matiza que «lo que queremos es racionalizar su uso, no restringirlo. Nosotros vemos el teléfono móvil como una herramienta de aprendizaje muy interesante si se le da un buen uso».
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