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David González
Jueves, 24 de abril 2025, 09:21
Todavía respiraba cuando le encontraron patrulleros de la Ertzaintza tirado en una fábrica abandonada de Goikolarra, en Vitoria. Había recibido una descarga eléctrica mientras «cortaba ... metal» de una torre de alta tensión, informó el Departamento vasco de Seguridad. Cayó siete metros. Pese a los intentos de técnicos de emergencia por salvarle, allí mismo se certificó su fallecimiento. Pasaban unos minutos de las once de la noche del martes. Le acompañaba un pariente, quien supuestamente participó en esta tentativa de robo con final trágico.
El fallecido tenía 55 años. Respondía al nombre de Natxo, pero la mayoría le llamaba por su mote; 'el Percebeiro'. La noticia de su muerte sobresaltó ayer a muchos habitantes de barrios como Abetxuko, Zaramaga, El Pilar o Lakua Arriaga, donde era muy conocido por vender marisco «a precios muy bajos» a particulares y, también, a contados locales. Aseguraba que lo cogía con sus propias manos en la Costa Cantábrica. Al parecer, carecía de licencia tanto para la supuesta captura como para su venta.
«Hablamos de un buscavidas con buen corazón», le definía ayer un conocido a preguntas de El Diario Vasco. Sin embargo, siempre le rodearon más sombras que luces. «Era un poco liante», aprecia un vecino de este vitoriano de trayectoria vital errática, con diversos arrestos en su historial y hasta algún paso por la cárcel.
«Lo que nadie entiende es qué hacía robando cable», se pregunta en alto un compadre. Esta práctica ilegal constituye el escalafón más bajo de la delincuencia actual. La sustracción de cobre y de otros metales comunes –generalmente en pabellones abandonados– implica grandes riesgos para recibir unos réditos rídiculos.
'El Percebeiro' y su acompañante presuntamente forzaron la valla perimetral de la parcela en desuso. Luego, este hombre se encaramó a la torre donde recibió la descarga, agravada con la caída desde una altura equivalente a un segundo piso.
Esta clase de ladrones acostumbra a cargar el material en un carrito de supermercado. Una vez lleno, ponen rumbo a chatarrerías sin escrúpulos. Algunos actúan a plena luz del día. Cada día son más numerosos.
No resulta raro verlos de travesía desde polígonos industriales con muchas naves sin actividad como Ansoleta, Gamarra, Oreitiasolo, Júndiz y Ali Gobeo. Pero también tras completar visitas furtivas a obras en los barrios de Salburua o Zabalgana.
La chatarrería vitoriana más conocida por comprar este género marcado opera en un área industrial pegada a la ciudad. «No pagan más de 400 euros por entrega, para evitar que les incriminen en un delito grave», acotan fuentes conocedoras de su actividad ilegal. Para alcanzar a esas cantidades hace falta más que un carrito. Por ejemplo, el kilo de cable de cobre pelado ronda los 7-8 euros.
Y entraña unos riesgos extremos cuando hay corriente eléctrica de por medio. Natxo es el cuarto muerto desde 2019 en Álava. 'El Manco' abrió esta lista negra en una empresa de Betoño. Otro ladrón, de 60 años, le siguió en Zambrana. Y en enero, Larbi, de 57 años, cerca de Gamarra.
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