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Celebrando el cumpleaños de Mnauela en 1992, en la cárcel de La Catedral

«Aún no sé si me quedé con mi marido, Pablo Escobar, por amor o por miedo»

Victoria Eugenia Henao relata con la voz entrecortada, bajo suspiros y palabras llenas de desazón, su prisión junto al mayor narcotraficante de todos los tiempos

Ainhoa Muñoz

San Sebastián

Miércoles, 2 de enero 2019, 14:16

Su estigma siempre será ser 'la viuda de'. Pero no de alguien cualquiera. Victoria Eugenia Henao, relata con la voz entrecortada, bajo suspiros y palabras llenas de desazón, su prisión junto al mayor narcotraficante de todos los tiempos: Pablo Escobar. El mismo hombre que puso en jaque a un país entero, Colombia, y al que se le atribuyen miles de asesinatos por su ambición y obsesión por la riqueza y el dinero. 

'Tata', como se refería Escobar a su mujer de manera cariñosa, navega por la sombra de su vida a través de su relato 'Pablo Escobar: mi vida y mi cárcel'. Un libro en el que Victoria Eugenia Henao pone el foco en los capítulos más inquietantes e íntimos de su historia. Y en los que DV ha podido indagar junto a ella. ¿Por qué no fue capaz de enfrentarse a su marido y abandonar a un criminal? 

Celebrando el cumpleaños de Manuela en la Hacienda Nápoles

- Usted apenas tenía 12 años cuando conoció a Pablo Escobar. ¿Qué vio en él?

Vi un hombre seductor, romántico. Un hombre grande de quien tenía mucho que aprender. Muy detallista. Y de eso me enamoré.

«Las decisiones que tomaba Pablo había que cumplirlas; la otra opción era la muerte»

«Mis hijos y yo vivimos encerrados durante una década, a veces sin ver la luz del sol»

- ¿Cómo recuerda los inicios de su relación con él?

- Era una relación muy encantadora. Para mí era como mi príncipe encantado. Era un hombre que me regalaba chocolatinas, chicles. Y como una niña que yo era en aquel momento, lo disfrutaba y me encantaba.

- Hasta que con 15 años usted, y él 26, se casaron. ¿En algún momento se le pasó por la cabeza el giro que daría su vida?

- Jamás lo imaginé, porque me casé con un hombre que no tenía nada. Nosotros vivíamos en una habitación en la casa de una hermana después de que nos casáramos porque no había ninguna posibilidad económica en ese momento.

- ¿Cómo y cuándo empezó a torcerse su vida?

Mi vida tuvo un antes y un después el 30 de abril de 1984 con la muerte del ministro de Justicia Rodrigo Lara Bonilla.

- ¿Qué pasó? ¿Cómo recuerda aquel episodio?

- En aquel momento Pablo estaba metido en la política, y había mucha confrontación. Rodrigo Lara Bonilla empezó a investigar sobre el dinero que había, y ahí empezó a surgir toda esta problemática.

Celebrando que Victoria Eugenia Henao se sacó el Bachillerato

- En su relato cuenta que soportó amantes, mentiras, humillaciones, allanamientos, amenazas de muerte, atentados terroristas e incluso intentos de secuestro de sus hijos. ¿Qué le impulsó a aguantar todo aquello? ¿Por qué no abandonó a Pablo Escobar?

- Cuando empezó todo aquello yo tenía una bebé recién nacida, de apenas 8 meses y medio, y un hijo de 7 años. Fue entonces cuando la situación empezó a complicarse. Teníamos muchos problemas de seguridad y nosotros no podíamos movernos a ningún lugar si no era por orden de Pablo. Las decisiones que él tomaba había que cumplirlas, porque la otra opción era la muerte.

«Con sus hijos era una persona distinta, amorosa, buen padre y contador de cuentos»

«Cuando Pablo vivía é con el cartel de Cali para intentar parar la guerra»

- ¿Temió usted por su vida?

- Absolutamente. Durante todo ese tiempo fuimos el blanco en esta guerra. Vivimos muchos atentados. Mis hijos y yo somos unos supervivientes porque Dios así lo quiso.

- Pero, mas allá del miedo que tenía a los enemigos de su marido, ¿temía a Pablo Escobar?

- Es que yo no me podía mover de allí. Reflexionando en estos últimos 25 años, me hice una pregunta, pero aún no tengo resuelto si me quedé con él por amor o por miedo.

- ¿En ningún momento se le pasó por la cabeza marcharse?

- Sí, muchas veces me quise separar y se lo propuse. Yo le decía que no quería estar más ahí, no solamente por tantas infidelidades, si no porque detrás de eso sufríamos atentados. Había un riesgo de vida todo el tiempo. Pero él siempre me decía que no, que jamás nos íbamos a separar, que el hogar era lo único que él tenía y que lo iba a defender hasta su muerte.

- ¿Le amenazó si le dejaba?

- Yo estaba muy enamorada, por eso cuando me decía esas palabras sentía que me lo decía por amor. Hoy, reflexionando toda mi historia, lo siento como una orden por su parte.

«Después de 25 años, he comprendido que mi marido era un psicópata»

«Llegué a ofrecer al cartel de Cali mi vida a cambio de la de mi hijo»

- ¿Cómo soportó compartir su vida con el mayor narcotraficante de todos los tiempos?

- Fue muy doloroso para mí. Pero hay que saber que los últimos nueve años de su vida nosotros no compartimos la cotidianidad. Yo vivía escondida con mis hijos y él vivía prófugo de la justicia. Nos veíamos muy de vez en cuando o hablábamos por carta, porque las circunstancias no permitían otra cosa.

Así quedó el salón del ático del edfiico Mönaco tras el atentado de 1988.

- ¿Usted era consciente de que convivía con un criminal? ¿De que su marido era responsable de miles de asesinatos?

- No. En ese momento, desde mi ingenuidad, desde mi juventud y mi ignorancia no tuve la conciencia de esas situaciones. Durante todo aquel tiempo él me lo ocultaba y me negaba todo, me decía que no tenía absolutamente nada que ver en eso.

- ¿Y le creía?

- Yo le creía porque vivía encerrada, muy alejada del mundo exterior. Mis hijos y yo vivimos así durante casi diez años, muchas veces incluso sin poder ver la luz del día. Yo no tenía opción de moverme a ningún lado. Es más, nosotros no sabíamos ni en qué lugares permanecíamos porque siempre nos llevaban con los ojos vendados. No podíamos movernos en auto, no teníamos cómo salir de allí porque Pablo siempre nos decía que era por temas de seguridad.

- Pero sería consciente de que su marido traficaba con cocaína, ¿no?

- Como le digo, a partir de 1984 nuestra vida cambió para siempre, desde que el ministro de Justicia empezó a investigar a Pablo.

- ¿En algún momento intentó hacerle entrar en razón?

- Siempre, siempre lo confronté y le supliqué. Pero él nunca me escuchó. Nosotros vivíamos en una cultura muy machista donde las mujeres no teníamos derecho a mirar, a opinar y a ser escuchadas.

- Entonces, desde la ignorancia que usted hace referencia, sí le recriminó a Pablo Escobar sus actos.

- Sí, yo le recriminaba aunque él me lo negara. Pero nunca me escuchó.

- ¿Se siente de alguna manera cómplice de Pablo Escobar?

- Jamás. Soy la madre de sus hijos y he dedicado toda mi vida a cuidar de ellos y a lograr salvar la vida de todos nosotros.

«Cuando oigo hablar a la gente de Pablo siento vergüenza, tristeza y mucho dolor»

«Me quise separar muchas veces, pero los problemas de seguridad eran muy grandes»

- ¿Y su familia? ¿Nadie le alertaba de lo peligroso que era ser la mujer de Pablo Escobar?

- Al principio mi madre no estuvo de acuerdo con mi relación, por mi juventud. Pero nadie podía predecir el futuro.

- ¿Y sus hijos? ¿Eran conscientes o usted les explicaba quién era realmente su padre?

- Era muy pequeños, y a esas edades es muy difícil explicar en qué situación estaba su padre. Lo han sabido con el tiempo.

- ¿Cómo era Pablo Escobar en el ámbito familiar? ¿Era diferente?

- Absolutamente. Él era una persona totalmente distinta, amorosa, buen padre y contador de cuentos. Siempre jugaba con sus hijos. Nunca fue violento ni tuvo malas palabras ni malos tratos hacia nosotros.

- ¿Y cómo era un día con Pablo Escobar?

- Él se levanta a las diez o las once de la mañana para leer sus diarios. Al mediodía, hacia las doce y media, almorzábamos juntos. Después se duchaba y se iba a trabajar todo el día. No lo volvía a ver hasta las siete de la noche, que regresaba a cenar para jugar un 'ratico' con su hijo. Luego se volvía a ir y llegaba tarde, por la noche. Así todos los días.

Así quedó el cuarto de Manuela en el edificio Mónaco.

- ¿Cuál es el episodio de su vida que recuerda con mayor horror?

- Ha sido una vida tan dolorosa que no podría diferenciar entre un horror y otro. Fueron años de mucho sufrimiento.

- ¿Qué relación mantenía usted con el cartel de Medellín?

- Yo fui una persona que estuvo muy apartada de las relaciones de mi marido. Algunas veces llevaba a algunos amigos a Nápoles, pero a lo largo de nuestro matrimonio vivimos dos vidas muy distintas. Él vivió su mundo, con sus mujeres y sus amigos, y yo viví siempre al lado de mis hijos.

- ¿Y cómo vivió todos aquellos años en los que Pablo Escobar se enfrentó al cartel de Cali?

- Fueron tiempos muy dolorosos. Mis hijos y yo fuimos las primeras víctimas de aquella guerra. Sufrimos un atentado terrorista, nos pusieron 700 kilos de dinamita. Así que cuando Pablo aún vivía, me puse en o con el cartel de Cali para intentar parar esa guerra. Pero él no me dejó.

«'Narcos' tiene mucha ficción. Yo no soy la persona que la serie cuenta»

«Mi marido eligió quitarse la vida para dárnosla a nosotros»

- ¿Logró hacer esa llamada a Cali?

- Sí, yo conseguí hablar con ellos. Me busqué la vida para llegar a ellos y pedirles una conversación para intentar parar esta guerra. Y cuando ellos me dijeron que sí fui a contarle a Pablo que tenía la posibilidad de reunirme con ellos. Pero me dijo que no, que estaba loca, que no me iba a dejar ir porque me iban a matar, que él tendría que estar muerto para que yo pudiera hablar con ellos. Tuvo que morir Pablo para yo poder sentarme a hablar con ellos.

- ¿Cómo fue aquel encuentro? Porque, tras la muerte de su marido, el cartel de Cali quería asesinar a su hijo Juan Pablo, creyendo que vengaría la muerte de su padre y cogería las riendas del cartel de Medellín.

- Fueron largas conversaciones y reflexiones. Hubo un momento en el que llegué a ofrecer mi vida a cambio de la de él. Les pedí una oportunidad y me comprometí a que mi hijo crecería siendo un hombre de bien, un hombre de paz. 25 años después puedo demostrar que cumplí con mi compromiso.

- ¿Con qué adjetivo definiría a su marido?

- Llevo 25 años de reflexión y trabajando con mis terapeutas, neurocientíficos y especialistas en trauma, hasta que pude entender que mi marido era un psicópata.

Así quedó el cuarto de Manuela tras el atentado de 1988.

- Es conocido también que Pablo Escobar contribuyó a mejorar la vida de personas sin recursos, construyendo incluso cientos de viviendas. ¿Usted es capaz de ver un ápice de bondad dentro de un hombre que es responsable de más de 5.000 muertes?

- Absolutamente. Cuando yo le conocí en el barrio La Paz, antes de ser novios, él era el secretario de la acción comunal. Le importaba mucho el barrio y se preocupaba por la juventud. Era algo que llevaba en la sangre. Y como él vivió tantas dificultades económicas, sufría mucho por la dificultad económica de los otros. Así que de eso se ocupó toda la vida.

- También provocó miles de víctimas... ¿Usted se ha interesado en conocer la historia de algunas de ellas?

- Absolutamente, señorita. Yo estuve hablando con algunas de las víctimas, y ojalá pudiera hablar con muchísimas más de su horror, de su dolor. Yo no soy ajena a ese sufrimiento.

- ¿Y qué siente cuando escucha a otros hablar de su marido?

- Siento vergüenza, tristeza, siento mucho dolor.

- En su libro dedica un capítulo entero a las infidelidades de su marido, y lo describe como uno de los aspectos más humillantes de su vida personal.

- Pablo estuvo con muchísimas mujeres. Y es muy doloroso para una, como mujer, sentirse humillada desde ese lugar. Ya no solamente me sentía humillada, si no que también estaba en riesgo mi vida todo el tiempo. Esa fue una de las razones por las cuales me quise separar en muchas ocasiones, pero los problemas de seguridad eran tan grandes, tan delicados, que jamás me pude mover de ahí. 

- La Hacienda Nápoles se ha convertido ya prácticamente en un set de película, pero fue su hogar. ¿Cómo era vivir allí?

- La otra cara de la Hacienda Nápoles era que yo viví mucha soledad allí, mucho dolor, muchos desplantes con muchas mujeres. No fue mi casa, yo era como una invitada más.

- ¿Y a usted le compensaba vivir rodeada de tanto terror pero llena de lujos?

- No, para nada me compensaba.

- Pablo Escobar llegó incluso a construir su propia prisión, La Catedral, después de llegar a un acuerdo con el Gobierno colombiano. ¿Cómo recuerda aquella época?

- Yo pensé que iba a recuperar mi hogar, mi relación con él. Y realmente se convirtió en todo lo contrario.

- ¿Ha visto la serie 'Narcos'?

- Vi algunos capítulos.

- ¿Y se ajusta a la realidad?

- Tiene mucha ficción. Mi hijo, en el libro 'In Fraganti', habla de las 40 imprecisiones que tiene la serie. Y yo estoy totalmente de acuerdo con todas ellas.

- ¿Y usted se ve reflejada en la pantalla?

- Hay mucha ficción salida de la realidad. Yo no soy la persona que ellos cuentan.

- ¿Se pusieron en o con usted los productores para crear su personaje?

- Jamás. En ninguna de las series que se han hecho sobre la vida de Pablo nadie ha ado conmigo.

- Entre muchas de las historias que se cuentan de su marido, se dice que llegó incluso a mandar coser un cuerno a un caballo porque su hija Manuela quería un unicornio. Algo que desmiente en su libro. ¿Qué hay de mito sobre Pablo Escobar?

- Hay mucho, mucho mito. Mucha mitología alrededor de esta historia. Por eso tanto mi hijo como yo hemos tomado la responsabilidad de contar nuestra verdad y nuestras experiencias para que la gente se pueda conectar más con la realidad.

«Las personas no me miran como a un ser humano. Una se siente siempre discriminada»

«Pido perdón por haberme quedado paralizada, por no haber podido hacer más»

- ¿Cree que la persona de Pablo Escobar corre el riesgo de convertirse simplemente en un personaje de ficción?

- Puede ser que sí, que se corra ese riesgo.

- Usted era la persona que hablaba por teléfono con Pablo Escobar el día en que la DEA (istración para el Control de Drogas de Estados Unidos) consiguió localizarle, el día que murió.

Con su hija Manuela

- Sí, él estaba hablando con nosotros en ese momento. Él siempre decía que el teléfono era la muerte, por eso nos dimos cuenta en ese mismo instante de que él había tomado la decisión de quitarse la vida, porque hizo todo lo que nos había prohibido hacer durante años.

- ¿Usted sabía que tenía el teléfono pinchado?

- Tenía la intuición, pero no lo sabía con exactitud porque yo en ese momento estaba protegida por el Estado colombiano. Me suponía que eso estaba sucediendo y él seguramente también lo sabía, pero eligió quitarse la vida para dárnosla a nosotros.

- ¿Qué sintió cuando le comunicaron su muerte?

Para mí fue muy doloroso y muy desgarrador ver a mis hijos con tanto dolor, con tanta tristeza. Yo también estaba muy enamorada de él, pero tenía mucho miedo. Cuando sucedió aquello me quedé en la nada misma, rodeada de enemigos y de terror, así que se puede imaginar el escenario de mi vida en ese momento...

- ¿Cómo es ser la viuda de Pablo Escobar?

- Es muy doloroso. Es vivir con una sombra detrás todo el tiempo. Las personas no te miran como un ser humano, como mujer. Una se siente discriminada todo el tiempo. He tenido que reinventar mi vida todos los días en medio de este dolor.

- ¿Se siente responsable o se arrepiente de algo?

- Todo este tiempo me lleva acompañando el dolor de las víctimas. Yo no pude hacer absolutamente nada más. Hice todo lo que estuvo a mi alcance, pero estuve encerrada durante una década y no me pude mover de ahí. Pido perdón por haberme quedado paralizada, por no haber podido hacer más.

- ¿Y qué legado les ha dejado en vida Pablo Escobar?

- El infierno. Ese es el legado que nos dejó. El infierno.

- ¿Y por qué ha decidido entonces salir ahora del anonimato?

- Precisamente porque muchos medios de comunicación se han encargado de desdibujar mi imagen pública, y no es justo que yo haya dedicado toda mi vida a educar a mis hijos y a ser una persona humanamente transparente y ser negada por la sociedad y por el mundo. Por eso estoy hablando con usted.

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