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La familia José Antonio Urionabarrenetxea, fusilado la noche del 5 al 6 de noviembre de 1936 en Oiartzun, ha conocido por primera vez las circunstancias de la detención, encarcelamiento y desaparición de este padre de 4 hijos menores cuyo cadáver aún buscan. En el certificado de defunción, firmado 4 años más tarde, se daba fe del fallecimiento aunque «ignorándose las causas de la muerte» de este simpatizante nacionalista de 36 años de edad.
Fue mediante una solicitud cursada del Ministerio del Interior como la familia de Urionabarrenetxea descubrió que en los archivos del ministerio se conserva un oficio que desvela, 86 años después, que José Antonio, «con fecha 2 de noviembre de 1936 es detenido por las fuerzas de la Guardia Civil del Puesto de Mondragón, por el delito de auxilio a la rebelión, espionage (sic) y hacer armas contra el Ejército nacional, pasando a disposición del gobernador civil de la Provincia. Con fecha 4 del mismo mes y año, estando en la cárcel (de Ondarreta), pasa a disposición del Juez Militar de la Plaza. (1486.-32)».
«Aquí acaba la historia y comienzan las incógnitas», señalan Miren Altuna y Juan Ramón Garai en la recién publicada segunda edición de 'Hacia una memoria compartida. Mondragón 1936-1956. Guerra, resistencia y franquismo' (Arrasateko Udala, 2022).
No hay sin embargo constancia sobre la sentencia dictada por el juez militar comandante Ramiro Llamas. Se desconoce si Urionabarrenetxea fue condenado a muerte sumariamente o si fue ejecutado sin ser juzgado. Del mismo modo «no sabemos si la eventual sentencia condenatoria, de existir, se conserva aún en el archivo del Ministerio del Interior o si este documento fue destruido», señala Garai.
En cualquier caso, es la «primera vez que familiares de un fusilado de Arrasate reciben documentación oficial del Ministerio del Interior relativa a la detención de su pariente», subrayaba este investigador de la asociación memorialista Intxorta 1937 Kultur Elkartea.
El caso Urionabarrenetxea abre la puerta a la esperanza para que los familiares de los restantes 27 civiles mondragoneses fusilados en octubre y noviembre de 1936 en Hernani y Oiartzun «soliciten y obtengan del Ministerio de Interior la documentación relativa a su caso». Para ello la asociación Intxorta 1937 están facilitando el impreso correspondiente y «son ya cuatro familias de fusilados las que han cumplimentado la solicitud», explicaba Juan Ramón Garai.
La circunstancias de la detención y posterior fusilamiento de 24 hombres y 4 mujeres de Arrasate en el otoño de 1936 evidencian el encono de los odios cainitas que bullían en aquel Mondragón de 1936. La toma de la localidad por la tropas franquistas el 26 de septiembre fue saludada por los carlistas locales –partidarios acérrimos de los sublevados– con la confección de una lista de mondragoneses 'indeseables'.
Hasta 96 tradicionalistas locales habían sido encarcelados en Bilbao y al menos 2 fueron muertos a manos de los republicanos. Estas muertes se sumaban a las de Marcelino Oreja y Dagoberto Resusta en la revolución de 1934, cuyos autores serían amnistiados por el Frente Popular en 1936. Ese rencor se hacía extensivo a los nacionalistas y a la parroquia de San Juan a cuenta de las desavenencias en torno a la Escuela Vasca instituida en los bajos de la casa cural.
Además el párroco José Joaquín Arin había cometido el 'crimen' de no haber saludado con el repique de campanas la entrada de las tropas franquistas el 26 de septiembre.
Las primeras detenciones se produjeron el 5 de octubre con el arresto de «dos docenas de civiles». Pero estos serían puestos en libertad por los militares el 9 de octubre.
El alcalde a la sazón era José Añibarro «y se portó muy bien. El comandante Arroyo tampoco era un criminal. Pero la Junta Carlista no estaba contenta», afirma Carmen García, cuñada de uno de los que serían fusilados, en 'Hacia una memoria compartida'.
El 11 de octubre el comandante Arroyo había sido sustituido por el teniente coronel Rafael Latorre Roca, y al frente del ayuntamiento se sentaba el alcalde Jesús Gorosabel tras la dimisión el día 15 de la Comisión Gestora Municipal encabezada por Añibarro, que renunció barruntando la que se avecinaba.
El 12 de octubre, Día de la Hispanidad, la líder carlista María Rosa Urraca Pastor había insultado al párroco Arin llamándolo 'separatista' y conminándolo: «¡Grite usted Viva España!».
Urraca Pastor y otras mujeres carlistas se opusieron a que Arin oficiase el Te Deum en acción de gracias a las tropas sublevadas. Cuando se acercaron el párroco y los coadjutores, Urraca Pastor les espetó: «vosotros impulsasteis las escuelas vascas y tendríais que estar fusilados, no lo estáis gracias a nosotras, porque no hemos querido».
Seis días más tarde, el 18, son vueltas a detener las mismas personas que antes había sido liberadas el día 9. Los carlistas comenzaban a cobrarse su venganza con la connivencia del teniente coronel Latorre y el alcalde Gorosabel.
El párroco Arin y los coadjutores José Markiegi y Leonardo Guridi serían fusilados el 25 de octubre en Oiartzun junto con el joven Joseba Ceciaga.
Días antes, el 21 de octubre habían sido ejecutados en Hernani otros 9 civiles arrasatearras. Y 14 más, entre ellos 3 mujeres, una embarazada de 5 meses, caían ante el piquete de ejecución en la noche del 5 al 6 de noviembre en Oiartzun. Otra cuarta mujer, Paula Mujika, pagó con la vida, también en Oiartzun, el 11 de noviembre, un comentario realizado días antes del fusilamiento de los sacerdotes cuando exclamó: «No se les ocurrirá matar a los curas como a los anteriores». Fue denunciada por una margarita (carlista) compañera de trabajo.
El único mondragonés detenido que escapó a los fusilamientos fue el médico del sanatorio de Santa Águeda Victoriano Balerdi, puesto en libertad el 5 de noviembre. Pero tampoco se libraría de la venganza de los carlistas. Dos años más tarde, siendo médico de la CAF en Beasain, fue asesinado cuando se dirigía a su casa en Lazkao.
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