Fernando Aramburu: «Al final la vida hace con nosotros lo que le da la gana»

Traducida a 34 idiomas y adaptada por HBO al formato de serie televisiva, 'Patria' supuso un punto y aparte en la carrera literaria de Aramburu, más reconocido que conocido, aunque ya gozaba de un público fiel y un prestigio literario, pero lejos de las listas de superventas.

En este último lustro, ha publicado otros libros, de diversos géneros, como 'Autorretrato sin mí', 'Vetas profundas' o 'Utilidad de las desgracias y otros textos', pero con 'Los vencejos' regresa a la novela. Y la conclusión, según explica el propio autor en el booktrailer del libro, es que «por mucho que nos esforcemos en seguir un guión que presuntamente hemos decidido nosotros, al final la vida hace con nosotros lo que le da la gana y quizás ésa sea la derrota más hermosa que Toni sufre, la simpática derrota que sufre al final de mi novela».

La novela toma su título de una especie de pájaro devorador de insectos y revoloteador para contar la crisis vital de Toni, un hombre de 54 años, que vive con su perra 'Pepa' y «que no termina de adaptarse al mundo que le ha tocado vivir», motivo que le conduce a tomar una decisión: «En el momento en el que vea los primeros vencejos de la primavera, deberá decidir si se quita la vida o no –indica Aramburu–. A su pesar irá congraciándose poco a poco» con su existencia. El propio Toni afirma en un momento de la novela: «He leído que los vencejos emigran hasta más allá del Sáhara, hasta Uganda y por ahí, y que pasan la mayor parte de su vida en el aire. Justamente lo que yo habría deseado: no tocar el suelo, no rozarme con nadie».

En medio de este derrumbe existencial, el personaje se entrega a la escritura nocturna para dar cuenta de sus vivencias y reflexiones, una experiencia que le permite «conocer muchas cosas que, se da cuenta, que no había entendido y también saber quién es». Explica el autor que su protagonista «no tiene freno a la hora de poner en práctica la sinceridad» y en este punto, ite que «esos pasajes en los que relata exhaustivamente el tipo de odio que va sintiendo es una de las partes que más me gustan de la novela». A la vez, Toni se embarca en un proceso de despojamiento de bienes materiales –su propia biblioteca personal, entre otras cosas– porque «se va dando cuenta de que vivimos aferrados a propiedades que en el fondo no necesitamos o que no son tan vitales, tan importantes para nosotros».

Mientras repasa su vida, desfilan por las páginas sus padres, un hermano al que no soporta, su ex mujer Amalia, de la que no logra desconectarse, y su problemático hijo Nikita; pero también su cáustico amigo Patachula. Y una inesperada Águeda. Todos, «diseccionados con implacable bisturí», señala la sinopsis de la editorial, que concluye sin miedo a los 'spoilers': «En la sucesión de episodios amorosos y familiares de esta adictiva constelación humana, Toni, hombre desorientado empeñado en hacer recuento de sus ruinas, insufla, paradójicamente, una inolvidable lección de vida».