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Conversación. El diálogo a dúo de John Scofield y Dave Holland mantuvo a la plaza atenta pero tímida. FOTOS: SARA SANTOS
Lo bueno del jazz es que habla sin mediar palabra
Jazzaldia

Lo bueno del jazz es que habla sin mediar palabra

John Scofield, Dave Holland y el cuarteto del premiado William Parker fueron protagonistas 'silenciosos' de la tercera y penúltima sesión en la plaza

Carlos Rodríguez Vidondo

San Sebastián

Domingo, 28 de julio 2024, 02:00

Lo bueno del amor es cuando es correspondido. Lo bueno del esfuerzo es que tiene recompensa. Y lo bueno de los éxitos es que nunca se sabe cuándo llegan. William Parker lo conoce bien. Porque a la música le ha dedicado toda su pasión, y esta se lo devolvió. Le ha ofrecido hasta la última gota de sudor y la música le colocó en un lugar privilegiado. Y, con todo, nunca ha esperado que el brillo de los focos se posara sobre él, porque las inseguridades e impostores que viven en el interior de cada ser humano gritaban mucho más fuerte. Por eso este premio Donostiako Jazzaldia es tan agradecido como inesperado, y por eso Parker lo recibe con el pecho hinchado de orgullo pero sin tomarse a sí mismo demasiado en serio.

Anoche, el músico criado en el Bronx no recogió la histórica fotografía enmarcada de la plaza de la Trinidad. Lo hará hoy sobre el escenario del teatro Victoria Eugenia donde actuará una tercera y última vez en esta edición del festival junto a sus dos escuderos Eri Yamamoto e Ikuo Takeuchi. Pero eso ya lo cuenta él mismo unas páginas más adelante. Lo que ocurrió en la plaza fue un baño de masas previo al verdadero homenaje institucional, y en el que se le vio disfrutar de su debut sin demasiado afán de protagonismo.

Tampoco son de esos John Scofield y Dave Holland. Hombres de pocas palabras que —como tantos otros hicieron antes y tantos harán después— sí quisieron dedicar unas pocas de adulación hacia la gastronomía guipuzcoana.

Y es que lo suyo es más de dialogar con el instrumento. De frases que se pisan, preguntas que se responden, momentos de introspección y otros de llevar la voz cantante, de sacar temas a debate que apenas elevan el tono. Así fue en temas como 'Memorette' y 'Go Blow', firmados por el guitarrista, y que el otro protagonista de la noche, Parker, cotilleaba entre bambalinas. Luego, discretamente, cogió sitio en un asiento libre de la primera fila pasando desapercibido para casi todos. Con 'Not for Nothing', del bajista, precisamente el sirimiri decidió tímidamente coger también asiento en la plaza.

Se esperaba lluvia, como también la presencia de Diana Krall, estrella de la clausura, entre el público asistente. Parece que la primera no, pero la segunda sí se decidió finalmente a acudir, camuflándose bajo unas enormes gafas oscuras entre la multitud.

Quienes asistimos lo hicimos a una conversación abierta, que por momentos pudo parecer más una tertulia literaria que un espectáculo musical. Pero es que tampoco nadie esperaba otra cosa, porque lo bueno del jazz es que habla sin tener que mediar palabra.

Y porque lo bueno del amor es que se vive con intensidad, aunque tantas veces no sea recíproco. Porque lo bueno del esfuerzo es que deja huella, aunque no siempre llegue para alcanzar el premio. Porque lo bueno de no esperar nada, es que todo te sorprende. Y acuérdense, por si acaso les preguntan: lo bueno de las cosas es que tienen un final y la despedida de nuestro Jazzaldia no tenemos hoy más remedio que celebrarla.

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