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Bruno Parcero
Sábado, 24 de mayo 2025
El pitido final en Lezama devolvió al Real Unión al siglo pasado. 26 años después el equipo irundarra regresa al barro. O al caucho porque ... campos de tierra ya no quedan. Allí habrá otros históricos, pero eso no consuela. El destino le había enviado ya demasiadas señales, sobre todo en los últimos años, y alguna vez tenía que suceder. Y pasó ayer.
Los descensos siempre son traumáticos, pero este un poco más si cabe porque se dieron los resultados que tenían que darse salvo el más elemental y el único que dependía del propio Real Unión: su victoria. Incluso por momentos pudo valer el empate. Pero ni eso. El descenso es merecido porque ya se había esquivado de manera casi milagrosa el año pasado. Y el anterior.
Y porque tuvo hace una semana en su mano haber dejado su permanencia casi sellada en el Stadium Gal ante un Osasuna B con diez, al que ganaba por 1-0 y que le empató en los minutos finales. Ahí comenzó a descender, aunque en realidad el descenso a los infiernos había comenzado mucho antes. El proyecto de los Emery entra ahora en una nueva fase tan desconocida como inesperada. Su esfuerzo por modernizar y revitalizar el club en busca del ascenso a Segunda se topa ahora con un descenso que le obliga a reformular todo su proyecto. Al menos en el corto plazo. Pero esa es otra historia.
La puesta en escena del equipo hizo que la esperanza con la que se habían desplazado los centenares de seguidores creciera. Cuatro saques de esquina en apenas diez minutos dibujaban un escenario inédito en los partidos a domicilio del equipo irundarra, habitualmente metido en su campo con una actitud más reactiva que proactiva.
Tuvo su ocasión más clara a la media hora, cuando el disparo de Munroe lo sacó bajo la línea un jugador del filial rojiblanco. Para entonces el Sestao ya perdía en casa ante la Ponferradina. También el Lugo en Amorebieta, mientras que Osasuna B no pasaba del empate frente al Ourense. No pintaba tan mal.
Sin embargo, a la vuelta de vestuarios todo comenzó a torcerse. Primero Sergio Benito rozó el gol con un disparo cruzado que se marchó cerquita del poste y acto seguido Ibai Sanz marcó a balón parado. El golazo de Eñaut Lete pareció poner clavos al ataúd txuribeltz, pero el Real Unión reaccionó con rabia logrando dos goles en dos minutos por mediación de San Bartolomé y Obieta. El propio Obieta y Eimil rondaron el tercero, pero quien marcó de nuevo fue el Athletic B por medio de Adrián Pérez a siete minutos del final. Además, Javi Domínguez fue expulsado dejando al cuadro de Albert Carbó en inferioridad.
El gol del Ourense en Tajonar abrió de nuevo la puerta a la esperanza porque un tanto del Real Unión y ese punto le daban la salvación. Los unionistas, todo corazón, se fueron a buscarlo y se encontraron con el cuarto tanto de los locales que, ahora sí, dictaba sentencia.
La jornada era tan favorable al Real Unión que incluso el Barça B, que lo tenía imposible, estuvo salvado durante unos pocos segundos hasta que Osasuna B empató en el tiempo de prolongación. Así de triste, así de cruel, así de real.
Hoy toca pasar el duelo pero desde mañana habrá que empezar a trabajar para que el paso por 2ª RFEF sea igual de efímero que fue el último descenso a Tercera. Entonces el Real Unión ascendió a la primera e inició un viaje que le llevó hasta Segunda División y a vivir eliminatorias de Copa inolvidables. De todo se sale. Incluso de la 2ª RFEF.
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