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Es más que probable que a estas alturas del año 2024 algunas grandes fortunas que han abandonado el País Vasco en la última década ... con destino a Madrid, movidos únicamente por razones fiscales, con una calculadora en la mano, reflejen en sus caras un rictus de duda. ¿Ha merecido la pena la mudanza? A partir de ahora es más que dudoso. La implantación del impuesto sobre las grandes fortunas, la decisión de la Comunidad de Madrid de recuperar el Impuesto de Patrimonio para no regalarle al ejecutivo central una recaudación extraordinaria y el hachazo que se avecina para las rentas de capital –tres puntos de subida para llevar la marginal al 30%– han estrechado la brecha. La mudanza ha dejado de ser rentable y ya hay un freno a la fuga, más bien goteo de deslocalizaciones, que ha sido uno de los quebraderos de cabeza de las haciendas forales en los últimos años. En el pasado la fuga de grandes fortunas vascas estuvo alentada por la extorsión, los secuestro y asesinatos de ETA a empresarios, pero en la última década la zanahoria a seguir ha sido el ahorro de impuestos.
La comunidad de Madrid aún mantiene algunas ventajas nominales en el IRPF frente a la tributación vasca. En especial su tipo marginal en este impuesto, el que se aplica a las rentas más elevadas –las que proceden del trabajo por cuenta ajena o el beneficio de los autónomos, por ejemplo–, que aunque ha escalado se mantiene en el 45%. En el caso del País Vasco hay cuatro puntos de diferencia y quienes tienen ingresos de este tipo más elevados –por encima de los 204.000 euros anuales–, deben aportar a Hacienda el 49%. Pero esos cuatro puntos de margen ya no parecen suficiente atractivo para compensar las desventajas que, gracias a la presión del Gobierno central, se han ido acumulando en la tributación de los contribuyentes madrileños.
Si la mini reforma fiscal que persigue el Gobierno de Pedro Sánchez sale aprobada, esas rentas pasarán a tener un tipo marginal –el que se aplica a partir de los 300.000 euros– del 30%. Y no es una cuestión menor. Este tipo de ingresos, los que engrosan los rendimientos de capital, son habitualmente el grueso de las rentas que obtienen los contribuyentes de rentas más elevadas. La propuesta de reforma que han anticipado ya las haciendas forales vascas deja ese tipo máximo para este tipo de rentas en el 27% y con una ventaja adicional. ite como rentas de capital los ingresos obtenidos por el alquiler de viviendas –lo que permite reducir la tributación– algo que no contempla la legislación del Estado.
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