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Once de la mañana. Paseo de la Zurriola. Se buscan sonrisas, pero se cruzan las mascarillas de por medio. ¿No se puede ya salir a ... la calle sin protector? ¿Alguien se ha equivocado en el calendario? El miedo a los contagios, en pleno rebrote, llevó ayer a la mayoría de guipuzcoanos a mantener los rostros cubiertos con el protector, el mismo que se ha apoderado de las rutinas desde hace ya más de un año y que, visto lo visto, todavía perdudará al aire libre, aunque desde ayer ya no es obligatorio llevarlo, salvo si no se respetan las distancias de seguridad.
El principio de una de las medidas estrella de la desescalada de cara al verano fue casi un 'déjà vu'. Costó encontrar espacios liberados de la mascarilla. En las playas y paseos ya alejados de los núcleos urbanos sí se disfrutó de una realidad casi libre de la pandemia y se pudo respirar al fin con cierto alivio, bien asegurados de que no había demasiada gente alrededor. Los paseantes más madrugadores también se atrevieron a quitarse el tapabocas, pero a medida que el territorio fue amaneciendo también fueron cubriéndose de nuevo las bocas. La prevención y la prudencia presidieron ese primer día. Quizá sea cuestión de tiempo que también nos vayamos acostumbrando a la 'normalidad' postpandemia, como ocurrió cuando tocó llevar siempre puesta la mascarilla, aquel 21 de mayo del año pasado.
Para muchos todavía resulta inquietante relajar el uso de las mascarillas con la amenaza de la variante india llamando a las puertas y el megabrote de Mallorca que avanza en el territorio. De momento, se han notificado 126 positivos en toda Euskadi, la mayoría en Donostia, relacionados con los viajes de fin de estudios en las Baleares.
Hubo opciones de todo tipo: parejas que no compartían decisión –saltaba a la vista–, gente de diferentes edades con o sin protección... También se repitieron las imágenes de paseantes con la mascarilla en el mentón o en el codo, para poder echar mano de ella en lugares cerrados, por ejemplo. Entre grupos de amigos, también discrepancia. La mitad de ellos lucían mascarilla, la otra mitad, optaron por protegerse nariz y boca.
medida aplaudida
Aunque esta medida no significará el adiós definitivo a los cubrebocas, para Asier e Inge, vecinos de Elgoibar que vinieron a pasar el día a la capital guipuzcoana con sus dos hijos, Estanis y Elene, supone un «verdadero alivio». «Nos parece ideal, estábamos deseando quitarnos la mascarilla. Es una gozada sentir el aire en la cara, se agradece», explicaba esta pareja ayer mientras paseaba por el Boulevard donostiarra, «aunque es una sensación muy rara, parece que falta algo», añadían. De hecho, «cuando hemos salido de casa la llevábamos puesta, supongo que ya nos sale solo, por costumbre, hasta que nos hemos dado cuenta de que nos la podíamos quitar».
Por las calles de la Parte Vieja donostiarra paseaban los riojanos Roberto y Rosana con su hija Paula, también sin mascarilla. La sensación de ir con la cara descubierta también resultaba «muy extraña» para esta familia aunque se fecilitaban por poder respirar sin filtros de por medio «después de tanto tiempo. Poco a poco parece que recuperamos la normalidad», expresaban esperanzados. Quienes mostraban la cara cubierta deseaban igualmente recuperar la sensación de respirar con libertad y rescatar las sonrisas escondidas, aunque el «miedo» y el recelo se palpaba ayer en el ambiente. «Todavía no me fío, me da cosa. Aún no se ha ido el virus y la gente se sigue contagiando», comentaba Carmen junto a su amiga, sentadas en un banco de Alderdi Eder.
En Euskadi, la mascarilla ha sido obligatoria desde el 16 de julio de 2020, con independencia de la distancia interpersonal y en cualquier espacio. Hasta entonces, solo era obligatoria en espacios cerrados y cuando no se pudiese mantener la distancia de 1,5 metros entre personas. Ahora esa volverá a ser la norma: la mascarilla seguirá siendo obligatoria allí donde no se pueda mantener la distancia de seguridad y en interiores.
El uso obligatorio de la mascarilla es una de las medidas sanitarias para hacer frente al Covid-19 que más polémica y contradicciones ha generado desde un principio. Mientras el pasado jueves, el Consejo de Ministros aprobó para toda España el fin de la obligatoriedad del uso de las macarillas en exteriores, el Parlamento Vasco aprobaba su ley antipandemia, que recoge expresamente la necesidad de emplear protecciones en la vía pública mientras esté en vigor la emergencia sanitaria, por lo que Euskadi tendrá que levantar por decreto esta prohibición.
La decisión de retirar la obligatoriedad de la mascarilla al aire libre ha generado los primeros aplausos de parte de la ciudadanía pero también las primeras dudas de expertos, al coincidir con la expansión de la variante india (o Delta), que ha puesto en jaque la desescalada de algunos países europeos y hasta ha obligado a dar un paso atrás en el caso de Reino Unido, donde se están multiplicando los contagios y las hospitalizaciones. En Israel, con la vacunación muy avanzada, están volviendo a imponer la mascarilla en interiores.
Este es uno de los principales puntos de fricción de quienes temen que una excesiva relajación de las medidas pueda volverse en contra, ya que el fin del uso de la mascarilla al aire libre y su implicación en los contagios dependerá, en gran medida, de la responsabilidad de cada uno. Esto es, la norma que entró ayer en vigor deja en manos de la ciudadanía qué se entiende por salvaguardar los 1,5 metros de distancia.
recelos
En Euskadi, esta variante «está controlada» según ha reiterado en varias ocasiones la consejera de Salud, Gotzone Sagardui, aunque en los últimos contagios del megabrote de Mallorca surgidos a raíz de los viajes de fin de estudios en los que participaron cientos de guipuzcoanos ya se han detectado casos de esta cepa. También voces del ámbito sanitario están aconsejando extremar la prudencia respecto al uso de la mascarilla, ya que el riesgo de que la situación se complique existe. Los niveles de vacunación avanzan a buen ritmo, con casi 4 de cada 10 vascos vacunados con la pauta completa, aunque insuficientes para proteger a toda la población del virus. Aún quedan meses por delante para conseguir la inmunidad de grupo.
Sea como fuere, a partir de este fin de semana ser verá cuánto hemos aprendido sobre el uso de las mascarillas. Según el texto aprobado por el Consejo de Ministros y publicado en el BOE el pasado viernes, el uso del tapabocas seguirá siendo obligatorio en cualquier lugar al aire libre en el que no se pueda mantener la distancia de seguridad de por lo menos 1,5 metros entre personas, «salvo grupos de convivientes». Igualmente, su uso será imperativo en los eventos multitudinarios al aire libre, cuando los asistentes estén de pie o si, estando sentados, no se puede mantener 1,5 metros de distancia entre personas, salvo grupos de convivientes.
También será obligatorio el uso de la mascarilla en cualquier espacio cerrado. Siempre habrá que llevar el tapabocas en el bolsillo, para evitar ser sorprendido sin esta protección facial a mano en una situación en la que sea obligatoria, como pudiera ser toparse con una muchedumbre o mantener una conversación con un conocido en la vía pública sin la pertinente distancia. En definitiva, puesta o en el bolsillo, la mascarilla seguirá entre nosotros. La normativa también es clara en el apartado de sanciones. Se podrán imponer multas de hasta 100 euros por no llevarla puesta en situaciones de aglomeraciones.
«Somos animales de costumbres y llevamos más de 300 días con la mascarilla. Es normal que nos cueste quitárnosla de un día para otro. Será algo paulatino», expone la psicóloga Estefanía González Alcántara, quien augura que «habrá que esperar todavía un tiempo para que veamos a la mayor parte de la gente por la calle con la cara descubierta». Y es que como apunta la experta, «nos sentimos más protegidos llevándola puesta, el virus no ha desaparecido, sigue ahí fuera y en muchas personas se impone la prudencia». Además, «hay gente a la que le ha venido bien. Personas con inseguridades, introvertidas... Te tapa la cara y se sienten más seguras».
401 días llevábamos haciendo uso de la mascarilla de forma obligatoria en espacios al aire libre y en lugares cerrados. La normativa entró en vigor el 21 de mayo de 2020.
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