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Vida y misterio bajo la costa guipuzcoana

El litoral del territorio ofrece inmersiones rodeadas de fauna y pecios sorprendentes

Iñigo Puerta

San Sebastián

Martes, 25 de junio 2019, 13:54

Ingravidez, silencio, relajación. Sensaciones coincidentes entre los practicantes del buceo con botella, una actividad que repunta en nuestro litoral. «Es como volar sin viento. Vas con la corriente, te mece como a los peces. Ves la curiosidad que despiertas en ellos, o cómo te ignoran» describe Juanan. «Yo y mi pareja conocimos este mundo en una promoción en Tailandia. Nos enganchó y seguimos en destinos de aguas calientes, con buena visibilidad y mucha vida como Filipinas o Maldivas». La experiencia les animó a probar en casa con el club de buceo IrutxuloSub. «Aquí hemos descubierto fauna y flora que no nos imaginábamos. Cada inmersión es diferente. Inmersiones desde barco, desde tierra, nocturnas, explorar entre las rocas... A pesar de que el agua esté más fría nos morimos por repetir».

Pepe descubrió el buceo cumplidos los cuarenta «en una academia de Donostia. Probé y me gustó. Lo bueno de aprender aquí es que luego bucear fuera te parece sencillo». Una sensación con la que coincide Juanan. «Cuando bajamos aquí por primera vez, la visibilidad era mucho menor, tuvimos alguna corriente fuerte y le tomamos respeto». Su formación continuó con IrutxuloSub y «ahora estamos más preparados».

Imagen principal - Vida y misterio bajo la costa guipuzcoana
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Imagen secundaria 2 - Vida y misterio bajo la costa guipuzcoana

Descubrir el mundo submarino es sencillo mediante el 'bautizo', una inmersión de la mano de un instructor que controla el equipo. Una forma amable de superar los miedos de adentrarse en un medio ajeno. «Cada cual tiene su ritmo», recalca Alicia Gómez, una de las responsables de IrutxuloSub. En la playa de Getaria, la 'pila bautismal', «todo es más fácil. Nos metemos desde tierra y se ven los primeros peces pequeños. La gente se engancha enseguida».

Si se siguen unas pautas, bucear «es más seguro que conducir», precisa Alicia. Integrados en la Federación de Gipuzkoa, en IrutxuloSub priman «la formación, el respeto al medio marino y la igualdad», racalca. «Antes era un deporte para hombres, empezando por el diseño de los trajes. Ahora más del 40% del club somos mujeres». Una actividad cada vez más abierta. «Rompemos con el esterotipo del buzo atlético. Somos de diferentes tamaños y nos adaptamos a cada cuerpo». Si el bautizo gusta, se sigue con un curso. Un chequeo médico descarta patologías incompatibles con el buceo. La obsesión del club es «la seguridad, para poder disfrutar sin peligro».

Alicia desconfía de las 'formaciones rápidas' que se ofrecen en destinos internacionales de buceo. «Son como la comida rápida. Nuestra metodología es más segura. Si las cosas se complican, los protocolos deben ser instintivos y eso se consigue con la repetición», subraya. El premio a una preparación correcta está a pocos metros de profundidad. «Nuestra costa no es luminosa pero hay mucha vida» recalca Alicia. «Son inmersiones 'macro', donde se ve una fauna minúscula como los nudibranquios».

Tesoros a la vista

Los puntos más buceados de nuestra costa esconden infinidad de alicientes. En la playa de Malkorbe, la zona de 'bautizos', hay «bancos de peces pequeños, sepias... Es un lugar de cría. Es muy fácil y seguro». Hacia el Noroeste, en el bajo Kassandra «tenemos una 'estación de limpieza' de peces luna en verano. Es muy curioso ver cómo los peces pequeños les repasan a mordisquitos hasta dejarlos relucientes. Esta sí es una inmersión a más profundidad, que requiere de más horas de buceo», advierte Alicia.

Curso de buceo

  • Requieren 5 sesiones de teoría, 1 de piscina y 5 de mar, en dos semanas, con 12 horas de agua. Se otorga un título internacional hasta 25m. Los cursos incluyen el material didáctico, alquiler del equipo y el seguro de buceo del año en curso.

  • Bautizos. 2h de actividad. A partir de los 6 años.

  • o: C.D. IrutxuloSub (676 961 410).

«La inmersión estrella es la Pikatxilla». Un bajo amenazante, una enorme roca alargada entre Donostia y Pasaia, que con marea baja ha causado innumerables hundimientos durante siglos. Los pecios perduran. Desde las cuadernas de un barco de unos 16 metros de eslora que podría remontarse al siglo XVII, a la caldera de un barco de vapor alemán de la II Guerra Mundial. «La roca y los restos de los naufragios se convierten en cobijo de muchas especies. Lo tiene todo. Es una inmersión dirigida a buceadores experimentados, se baja a más de 25 metros».

Los más neófitos pueden dar sus primeros aletazos en el seno de Pasaia. En la desembocadura del puerto «nos encontramos con dos anclas enormes de naos del siglo XVI, algún cañón y varias especies. Solemos ver a un congrio y un bogavante que conviven muy cerca. Son vecinos», bromea Alicia.

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Asímismo, la playa de los Frailes en Hondarribia es un entorno perfecto para ver el proceso de reproducción de las 'katuarraias'. Se pueden ver las huevas que dejan e incluso se adivinan las formas de estos tiburoncitos. «Son muy huidizos». No así los pulpos que cotillean y llegan a juguetear con los buzos. «Para ellos, bajo el agua somos otra especie marina más, no intuyen el peligro». De pescarlos, «ni hablar, está totalmente prohibido». Solo un lamento, «la basura que nos encontramos». Sin embargo en su última limpieza solidaria(dentro del Olatu Talka) en el Muelle de Donostia, hubo una sorpresa. «Encontramos una moneda, un maravedí de 1833 que ya está en Gordailua».

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