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En un mundo donde la inmediatez y la sobreexposición imperan, donde nada es lo que parece, donde parece que si no lo muestras no existe, ... Sophie et Voilà ha apostado por una dirección contraria a la incansable rueda de una industria textil que lo debora y tritura todo.
En el marco de la Barcelona Bridal Fashion Week, el evento nupcial más relevante del planeta, la firma vasca regaló uno de los momentos más comentados de la jornada del jueves: un desfile sin cámaras, sin móviles, ni testigos digitales. Dijo «adiós» a toda la ola de marketing digital presente desde el año 2009 y dio la bienvenida a una estrategia puesta en marcha en los últimos tiempos por marcas como The Row. Un modus operandi al que ya recurrieron creadores universales como Cristóbal Balenciaga a mediados del siglo pasado. Un creador que durante una época permitió el a la prensa un mes después de presentar sus creaciones ante su clientela. Por ello, y rescatando un espíritu en el que la marca liderada por Saioa Goitia siempre se ha basado, solo los ojos, las emociones y la memoria de quienes estuvieron presentes en Barcelona conocen la nueva colección nupcial del 2026.
¿Cómo fue el 'fashion show'? Sencillo, puro, sofisticado, sin estridencias, ni ordinarieces. Un desfile convertido en ejemplo sobre cómo el lujo silencioso puede moldear la reputación de una marca basada en la elegancia y la pureza, sin la necesidad de crear diseños ostentosos, grandes logos en sus prendas, ni un 'front row' repleto de invitados con el único objetivo (u obsesión) de grabar y fotografiar el 'show' para elevar su supuesta reputación digital o 'engagement'.
Con esta estrategia, la nueva línea nupcial del 2026, no solo consolida su actual línea estratégica como marca atemporal, sino que también extiende su manera de entender y enfocar la firma a una gestión de sus redes sociales coherente y discreta. Lo invisible, lo no mostrado es, al fin y al cabo, lo más deseable. Y Sophie et Voilà lo sabe porque siempre ha sido una empresa pionera en sus decisiones y movimientos.
En la actualidad, la firma apuesta por una figura poderosa, escultórica, consciente del espacio que ocupa y del lenguaje que habla su cuerpo. No hay concesiones al cliché, pero sí un profundo respeto por la tradición reinterpretada desde la sofisticación contemporánea. El vestido de novia, históricamente un secreto hasta el altar, se convierte gracias a su trabajo en una afirmación estética que solo se comparte con quien sabe mirar.
Las veintiocho piezas únicas que solo han visto hasta la fecha los 450 asistentes, manifiestan una feminidad que no teme mostrar piel, pero tampoco necesita desnudarse para imponerse. La silueta es estructurada y precisa. Los hombros se marcan levemente, la cintura se dibuja con decisión y el cuerpo se convierte en arquitectura.
Cada vestido de la empresa vasca nace desde el respeto por el material. La selección textil es casi un manifiesto: mikados, 100% silk liquid, liquid jacquard, satín texturizado, chiffon plisado, crepe de seda, sequin mesh o pedrería conviven en equilibrio entre densidad y fluidez. ¿El resultado? Una colección que respira volumen y ligereza, donde la forma tiene más peso que el ornamento.
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