Secciones
Servicios
Destacamos
Aquellos insisten en que se llama Navidad porque en estas fechas se conmemora el nacimiento ('nativitas' en latín) de Jesús en Nazaret. Acontecimiento sin parangón ... en toda la historia, el de la encarnación de Dios en hombre para la salvación de la humanidad pecadora: «Yo soy la luz del mundo», simbolizada en la estrella que brilla sobre el pesebre y que conduce a los Reyes hasta Belén.
Los otros, en cambio, recuerdan que el periodo del solsticio de invierno estuvo consagrado desde mucho antes del cristianismo. En los días más cortos del año se organizaban celebraciones propiciatorias a favor de la luz y contra la oscuridad, que entre los romanos culminaban el 25 de diciembre, Día Natal del Sol Invicto. De acuerdo con esto, la religión operó una apropiación de las antiguas divinidades solares (Ra, Shamash, Sûrya, Mitra...) en torno a un dios supremo identificado como 'Padre' que tenía su morada en las alturas celestiales.
Unos subrayan que Jesús llega en Navidad trayendo un mensaje de esperanza, amor y paz a las gentes de buena voluntad, unido a una serie de valores que se manifiestan en actos de solidaridad, de unión y, por supuesto, de generosidad. Y como expresión principal, los regalos y la comunión de bienes y de alimentos, remedando a lo que hicieron tanto los humildes pastores portando ofrendas al niño recién nacido como los Magos de Oriente con el oro, el incienso y la mirra.
A lo que los otros podrían responder que la cultura del don gratuito ya se daba en las comunidades primitivas, como en el famoso potlach de los amerindios de la Columbia británica, rito de prodigalidad recíproca que aseguraba el equilibro social entre los grupos. Y sin esperar al cristianismo, el final de año, época de relativa abundancia tras el ciclo de cosecha y de matanza, ha sido siempre momento idóneo para que las diferentes formas de comunidad restringida (familia, vecinos, amigos, compañeros...) proclamen y refuercen su unidad a través del intercambio de agasajos o la reunión en convites.
Los navideñeros se dicen: «Sin querer reconocerlo, los ateos celebran una fiesta cristiana». Mientras que los solsticianos rumian: «Sin darse cuenta, los cristianos celebran una fiesta pagana».
El ser humano elabora y transforma sus fiestas y costumbres, que en el fondo son siempre iguales y poseen una misma misión: mantener despierta la conciencia de que nadie acaba nunca en sí mismo sino que nos debemos a los demás. Unos y otro afirmamos estos días, juntos, nuestra temporal presencia en la vida.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Encuentran a una mujer de 79 años muerta desde hacía varios días en su domicilio
El Norte de Castilla
Publicidad
Publicidad
No te pierdas...
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.