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No me extraña que las peleas más conspirativas sean siempre por el sillón y nunca por la silla. En particular, por la silla de terraza, ... que florece ahora en primavera y se expande con la velocidad de las plagas a lo largo y ancho de la vía pública. Ir de terrazas es una forma de ocio muy popular, de rudimento perfecto: una bebida fresca, una mesa y una silla, en principio cómoda. Hace tiempo que dejamos atrás los asientos de listones metálicos, que ardían con el calor y se congelaban con el frío de la mañana, para entregarnos a algo aún más incómodo: la silla de plástico con una concepción singular de la ergonomía, en la que el cuerpo se escurre hacia abajo, en algunas ocasiones, y hacia arriba, en otras. Y por si fuera poco, a veces los asientos toman forma de inestables taburetes también de plástico. Mi esperanza es que el inquieto mundo del diseño, a fuerza de investigar, desemboque de nuevo en la silla de enea, recia y cómoda, a prueba de cónclaves.
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