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64 familias de milicianos y gudaris de la Guerra Civil han ado con Gogora para tratar de encontrar a su allegado entre los 37 restos ... de la gran fosa del cementerio de Begoña que aún están sin identificar. Entre esas personas que perdieron el rastro de su familiar en la batalla de Artxanda se encuentran los tres nietos del miliciano hernaniarra Enrique Aguayo. Poco o casi nada saben qué pasó desde que se tuvo que ir de Hernani, cuáles fueron sus últimas horas de vida y cómo pudo llegar su cuerpo hasta el cementerio bilbaíno. El joven Aguayo estaba casado con Asunción Garde, que en el momento en que perdió el rastro de su marido estaba embarazada de su primer y único hijo. Con los años, la amona, que llegó a pasar por Durango el día del bombardeo, siempre guardó un papel en una cajita en la que se podía leer: «Enrique Aguayo falleció el 17 de junio en Artxanda de un disparo en la cabeza».
Su nieto Alfredo Aguayo, que tiró de aquel hilo y supo de los restos de Begoña, contaba ayer que su abuelo trabajó como vigilante del hipódromo de Lasarte y por eso tenía permiso de armas. «Cuando entraron los nacionales estaba en una lista y ese verano del 36 tuvo que salir por patas. Han pasado 85 años, pero nuestro deseo es encontrar al aitona para poderlo enterrar en el cementerio de Altza junto a la amona y a mi aita», explicaba emocionado Alfredo a este periódico, que ya ha enviado su muestra de ADN para poder iniciar un proceso de identificación que, ante el volumen de casos y la dificultad que supone, puede tardar meses. Gogora prevé concluir los trabajos de identificación en la primavera de 2023.
Cinco identificados
El Instituto de la Memoria reunió ayer a un centenar de familiares de víctimas de la Guerra Civil, relacionados con los 42 restos exhumados en Begoña. Entre ellos, las cinco chapas identificativas encontradas en la fosa han permitido dar con la identidad de otras tantas personas que, según la documentación existente, a la espera de la identificación genética, son: Ramón Crespo Ortiz, Fernando La Hera Urrutia y Ángel Pérez Puertas, milicianos del batallón Jean Jaures adscrito a UGT; Inazio Lopetegi Oliden, gudari del batallón San Andrés de STV. Y Lucas Galvete Gainza, miliciano del batallón Capitán Casero, de Izquierda Republicana.
Beatriz Artolazabal trasladó ayer a las familias reunidas en Gogora que «la dignidad de este país está también en las fosas y en los restos de aquellos gudaris y milicianos que lucharon por la libertad y cuyos restos debemos localizar, exhumar e identificar». La consejera de Igualdad, Justicia y Políticas Sociales les dio cuenta de los avances realizados en el proceso de identificación de los restos de 42 combatientes recuperados en Begoña. Artolazabal reiteró el compromiso del Gobierno Vasco de reforzar las políticas de memoria en general, y las relacionadas con la búsqueda y la recuperación de desaparecidos en la Guerra Civil en Euskadi, en particular.
Tamién en el acto de hoy, Ángel Rubín, hijo del gudari Tomás Rubín, ha recibido de manos de la consejera los restos su padre, 85 años después de su muerte. Estos restos fueron exhumados el 29 de enero de 2022 del cementerio de Begoña, en el proceso de recuperación de las víctimas de la Guerra Civil en contexto del proyecto 'Begoñako Argia'. De esta forma, Ángel y su familia pudieron estar presentes en la exhumación y realizada la identificación genética de los restos ha podido recuperarlos. Rubín Marín, natural y vecino de Bilbao, albañil de profesión, durante la Guerra Civil combatió como gudari en el batallón nº 6 ANV-1 «Olabarri». Fue herido en los combates de Villareal, en Legutio, y trasladado al hospital militar de Amorebieta, donde falleció el 3 de diciembre de 1936. Sus restos fueron finalmente inhumados en el cementerio de Begoña. Tomás, estaba casado, y el matrimonio tuvo tres hijos.
En el acto ha estado presente también la familia de Martín Fabo Cobera, cuyo caso en muy similar al de Tomás Rubín: un enterramiento documentado, en el que la familia, tampoco conocía su lugar de enterramiento. Sus restos fueron exhumados del cementerio de Begoña en marzo de este mismo año, y una vez cotejadas las muestras de ADN y finalizada la identificación, se entregarán sus restos a la familia. Martín Fabo era natural de Marcilla, luchó en el batallón 'Otxandiano', afín al Partido Nacionalista Vasco, y murió en Bilbao, en mayo de 1937.
Cinco identificados
Número de placa 74.590. Natural y vecino del caserío Iparragirre de Oikia (Zumaia). Durante la guerra civil combatió como gudari en el batallón nº 50 «San Andrés» (STV).
Número de placa 55.698. Natural y vecino de Lanestosa, afiliado al Partido de la Unión Republicana de Lanestosa, propuesto por el ayuntamiento de la localidad para ocupar el cargo de Fiscal Municipal suplente. Durante la Guerra Civil fue vocal de la Junta de Defensa de Lanestosa y combatiente del batallón nº 48 UGT-8 «Jean Jaures» del ejército vasco, desde finales de diciembre de 1936 hasta comienzos de junio de 1937, donde llegó a ser sargento.
Número de placa 29 958. Natural de Olazti (Olazagutia), Navarra, durante la guerra luchó en el batallón anarquista Nº36 «Malatesta» 2º de la CNT.
Número de placa 77.779. Natural y vecino de Malabrigo (Sopuerta), estaba casado y tuvieron una única hija, Fernanda. Durante la guerra combatió como miliciano en el batallón nº 48 UGT-8 «Jean Jaures», murió cuando tenía 25 años durante los combates acaecidos en el Monte Artxanda.
Número de placa 46.024. Natural y vecino de Barakaldo, casado y con dos hijos. Fue combatiente del batallón nº 48 UGT-8 «Jean Jaures» del ejército vasco.
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