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No hay nada en los wasaps conocidos hasta ahora entre Pedro Sánchez y el exministro José Luis Ábalos que apunten a que el presidente ... del Gobierno haya estado implicado en irregularidad alguna, pero tampoco nada que incrimine al exsecretario de Organización del PSOE ni pueda suponerle un perjuicio en la causa que mantiene abierta contra él el Tribunal Supremo por los indicios de pertenencia a organización criminal, cohecho, tráfico de influencias y malversación. Por eso las sospechas de que es él quien está detrás de la filtración se agudiza con los días.
El propio exministro parece disfrutar, y así lo iten en el Ejecutivo, manteniendo abierta la incógnita de si todo obedece a una suerte de 'vendetta' o de aviso a navegantes. «Es juguetón», dice una voz con autoridad en la formación. Sin embargo, la direción del partido se resiste a señalarlo abiertamente como autor de algo que, aunque no desgaste al presidente, sí, reconocen, lo incomoda y disgusta. «A nadie le gusta ver sus conversaciones privadas aireadas», argumentan. «Tenemos derecho incluso a critiar a quien nos plazca sin que se sepa».
Que Ábalos está enfadado con la formación y acusa a su núcleo duro de haberle entregado a los leones es algo que nadie niega. En varias ocasiones se ha quejado de que él también ha sido víctima de filtraciones sin que nadie se haya llamado a escándalo, de que la Policía le vigilaba antes de que el juez hubiera pedido el suplicatorio al Congreso o de la decisión del actual ministro de Transportes, Óscar Puente, de encargar una auditoria interna para determinar si hubo algo irregular en la compra de mascarillas cuando dirigía el departamento. Pero la hipótesis de que es él quien alimenta el serial de El Mundo es menos útil al relato que viene alimentando el Ejecutivo desde hace meses, el que presenta a Sánchez como víctima de una derecha con ramificaciones en todos los estamentos del Estado y dispuesta a todo.
Este miércoles, en la sesión de control al Gobierno en la Cámara baja, Sánchez acusó al líder de la oposición de «regodearse» con una filtración que, dijo, «es un delito» y le afeó que se entretenga con «la casquería que le dan» mientras él, presumió, se dedica a las cosas que de verdad le preocupan a la gente. Y Alberto Núñez Feijoo, rememorando la frase de José María Aznar a Felipe González en los años en los que los escándalos de corrupción lo acorralaban, le espetó: «Váyase, convoque elecciones; algo de bochorno se va a ahorrar».
Pese a que ni siquiera los mensajes relativos al rescate de Air Europa –que el juez Juan Carlos Peinado sigue analizando por la relación establecida entre Begoña Gómez y el empresario Javier Hdalgo– desvelan nada comprometedor, lo que sí se pone de manifiesto en las comunicaciones que han salido a la luz es la relación de confianza que el presidente del Gobierno mantenía con quien era también secretario de Organización del PSOE hasta julio de 2021. Y eso ha dado munición al primer partido de la oposición para tirar por elevación. «Eran los chanchullos de su Gobierno y usted no era uno que pasaba por allí -argumentó el popular– Era el uno que estaba al tanto de todo».
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