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El Gobierno no «prejuzga» nada y, en consecuencia, tampoco se atreve a descartar que sea el propio José Luis Ábalos – hoy imputado por cuatro ... delitos de corrupción y hasta julio de 2021 responsable de Transportes y mano derecha de Pedro Sánchez en el PSOE– quien, con ánimo de chantajear al presidente, esté detrás de la filtración de varios wasaps cruzados entre ambos cuando el político valenciano no era aún un apestado dentro de la formación. Pero fuentes de la Moncloa alegan que, si así fuera, el jefe del Ejecutivo tendría poco que temer porque nunca estuvo al tanto de ninguna irregularidad y porque, desde el estallido del 'caso Koldo', en febrero de 2024, no ha tenido ningún o con su exministro.
La tesis oficial, que los socialistas se afanan en extender, sigue siendo la de que la publicación de conversaciones privadas de Sánchez y Ábalos en el diario El Mundo no es más que otro capítulo en el continuo «ataque» al que la derecha, en un sentido tan amplio como inconcreto, lleva sometiendo al presidente toda la legislatura. Es decir, el mismo argumento empleado hasta ahora para afrontar las investigaciones judiciales que afectan a su esposa, Begoña Gómez, a su hermano, David Sánchez, o al Fiscal General del Estado, Álvaro García Ortiz.
Aunque, al contrario de lo ocurrido la víspera, el ministro de Justicia, Félix Bolaños, evitó este martes apuntar de manera directa a la responsabilidad de la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil –que, en principio, incautó en casa de Koldo García el disco duro con los mensajes para incorporarlos a la investigación judicial–, sí insistió en que la justicia tendría que abrir una investigación «de oficio» para esclarecer lo ocurrido ante unos hechos que, subrayó, pueden ser constitutivos de delito.
Los socialistas, que mantienen una tensa relación con los sectores más conservadores del Poder Judicial, tratan de buscar así una comparación, útil para apuntalar el relato del 'lawfare', con la actuación judicial frente a la filtración de datos del proceso por fraude fiscal contra Alberto González Amador, novio de la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso. Una causa por la que el Supremo mantiene imputado a García Ortiz.
La diferencia entre ambos casos es que González Amador sí presentó como afectado una denuncia ante el Tribunal Superior de Justicia de Madrid. Después de que el PSOE y el propio Ejecutivo dijeran la víspera que Sánchez no lo hará, Bolaños afirmó este martes que el Gobierno sí procederá en el supuesto de que los tribunales no mueven ficha. Sin embargo, no aclaró cuándo ni contra quién ni con base en qué delitos. «Estamos hablando de unos hechos que se están cometiendo en estos momentos», justifican en Moncloa.
Durante toda la rueda de prensa posterior al Consejo de Ministros, tanto Bolaños como la portavoz del Ejecutivo, Pilar Alegría, hicieron lo posible por mostrarse despreocupados. Es cierto que en el PSOE hay, aparentemente, más desconcierto y malestar que inquietud ante lo que pueda dar de sí el asunto. Insisten en que es «grave» que se violente así la privacidad de las comunicaciones del presidente del Gobierno, pero también en que nada de lo publicado hasta ahora –mensajes para que se llame al orden a los disidentes del PSOE, felicitaciones de cumpleaños, comentarios sobre el «cuñadismo» de Pablo Iglesias o «la pájara» de Margarita Robles– tienen la más mínima trascendencia. «Desde luego, si es Ábalos, se está luciendo...», apunta un ministro.
El exnúmero tres de los socialistas ha dicho en los últimos días una cosa y su contraria: que él no es el filtrador porque no tiene ya los famosos wasaps (que, según su vesión, guardaba para escribir un día sus memorias), pero también que no va a desmentir nada porque prefiere «que se queden con la duda de quién ha sido». Como en otras ocasiones, no ha dudado además en exhibir su malestar con sus excompañeros de partido, que el mismo febrero de 2024, tras la detención de Koldo García, su hombre para todo, le exigieron el acta de diputado, le suspendieron de militancia y le abrieron un expediente de expulsión. Expediente que, no obstante, más de un año después sigue pendiente de resolución.
En todo este tiempo, la actitud del PSOE hacia su exnúmero tres ha pasado por distintas fases. Ábalos se enfadó mucho cuando el actual ministro de Transportes, Óscar Puente, encargó una auditoría interna que le atribuía irregularidades en la compra de mascarillas que dio origen al 'caso Koldo'. Pero Puente aseguró después, por ejemplo, que no se había encontrado nada inadecuado en la contratación por parte de dos empresas públicas de la amante del exsecretario de Organización socialista, Jésica Rodríguez.
En el núcleo duro del Gobierno aseguran, en todo caso, que el hoy diputado del Grupo Mixto no les ha exigido nada para no tirar de la manta en este tiempo. «No creo que nadie tenga relación con él», sostiene un cargo de la máxima confianza de Sánchez. Fuentes oficiales reiteran que no hay nada que pueda comprometer al presidente. Pero el revuelo en torno a lo publicado tampoco les agrada.
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