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Cuándo fue el último atentado de ETA? Hace diez u once años, ¿no?», pregunta Olaia. Se genera un silencio. Ikhlas, Andrea, Asma y Tania se ... miran entre sí, sin articular palabra. Han cumplido los veinte años, son universitarias, y ninguna sabe qué responder. El fin de la violencia terrorista coincidió con su infancia y construyen su madurez en un contexto de paz y convivencia. No son una excepción. El informe 'La memoria de un país. Estudio sobre el conocimiento de la historia de ETA en España' desvela que el 40% de los jóvenes ya no habla de la banda terrorista y su actividad. Precisamente, es esa juventud donde pondrá el foco la décima edición del Día de la Memoria que se celebrará este martes, bajo el lema 'Mirar hacia atrás para seguir adelante', en el que el Gobierno Vasco y Gogora invitan a los jóvenes a que conozcan, no olviden y hagan una reflexión crítica del pasado.
Olaia, Ikhlas, Andrea, Tania y Asma | Estudiantes de Educación Social
¿Qué saben los jóvenes de ETA? El 68% de los que participaron en el informe de GAD3 reconoce que no ha estudiado nada relacionado con la banda terrorista que dejó más de 800 víctimas mortales. No es el caso de Olaia y Andrea, dos estudiantes de Educación Social que dicen tener interés por un tema que han vivido «de cerca» y han tratado en casa. «Nunca ha sido un tabú», afirman. En el caso de Olaia, con lazos familiares en un pueblo del interior de Gipuzkoa que prefiere no citar, explica que «he crecido con ello» y asegura conocer «bien» el mundo abertzale al tener o «con gente cercana a ETA».
Compartir información con sus progenitores no implica necesariamente tener la misma opinión. Es el caso de Andrea, que confiesa tener «puntos de vista diferentes» a los de su padre. Una disparidad de criterio que achaca a la diferencia generacional. «El contexto de los hechos para ellos y para mí no es el mismo -señala-; tampoco las vivencias o los miedos que pudieron sentir».
Pero si alguna experiencia ha llamado la atención de Andrea fue la que relataron dos amenazados por ETA hace un año en unas conferencias en Donostia. «Tener testimonios reales de primera mano es muy interesante. Al final, si no nos muestran lo que ocurrió, seguramente es un tema sobre el que indagas por tu cuenta», expone.
En donde no se hablaba de ETA es en los hogares de Ikhlas y Asma, ambas de 21 años. El conocimiento que tienen se ciñe a lo escuchado en las ikastolas de Donostia e Irun donde cursaron sus estudios o a conversaciones «aisladas» con amigos, lo que ha provocado que les falten «datos y conocimientos para saber bien lo que ocurrió». «En la ikastola -subrayan- la historia de Euskadi estaba presente, pero la cuestión de ETA se trataba superficialmente, casi no se hablaba de ello. Poder saber algo más dependía de la disposición del profesor, pero apenas se profundizaba».
Diferente a todos es el caso de Tania, que afirma que el terrorismo es un tema que «no está nada presente» en su vida. «Nunca lo ha estado», insiste esta joven de 23 años. Londinense de nacimiento, con diez se estableció junto a su familia en Cantabria y ve como algo «lejano» todo lo vinculado con la organización terrorista. «Desde fuera, parece que es un problema localizado en Euskadi», asevera.
Ninguna de las cinco sabía que el martes se celebra el Día de la Memoria, pero consideran necesarios actos de este tipo porque «aunque parezca que no, sigue latente», y son conscientes de que «hace falta mucho para pasar página, que las heridas cicatricen y seguir avanzando». En cualquier caso, reivindican que la sociedad «no puede quedarse solo en el pasado, en que ETA existió» y apuestan por «mirar al futuro» y centrarse en «otras luchas, como el feminismo».
Iñigo García, Mara Isasi y Ramón Zabalza | Estudiantes de Filosofía
El estudio de GAD3 también desveló que seis de cada diez jóvenes no sabe quién fue Miguel Ángel Blanco. No es el caso de Iñigo García, de 18 años. «Se trata del concejal del PP en Ermua, asesinado por ETA 48 horas después de que lo secuestrasen», relata sin titubear. Mara Isasi (19), asiente. «Me quería sonar», afirma al tiempo que ite que el fenómeno de series como 'Patria' ha generado «cierta curiosidad» en parte de una generación que veía el terrorismo como «algo lejano». Les ha permitido acercarse a él para saber más. «Es una manera diferente de ver un mundo que también nos incumbe como personas -asegura-, aunque no lo tengamos presente».
Los días previos al estreno de la serie estuvieron marcados por la elección del cartel de promoción y la equidistancia que planteaba al presentar en un mismo plano a una víctima de un atentado y a un etarra que había sufrido torturas en comisaría. Para Ramón Zabalza es ejemplo de la «división política y social enorme que existe en la sociedad». Aunque no les gusta generalizar, la falta de interés de los jóvenes por ETA lo atribuyen «a ese querer mirar a otro lado, de enfocarnos más en la comodidad».
Izaskun Emazabel y Aisling Bux | Estudiantes de criminología
Hay situaciones y experiencias que, con distancia, se abordan de manera diferente, «como si lo vieras con otras gafas a las habituales». Es lo que les ha ocurrido a la hondabiarra Izaskun Emazabel y la zumaiarra Aisling Bux, que completaron el curso pasado en la Universidad de Lovaina (Bélgica), a más de mil kilómetros de Gipuzkoa. El terrorismo es un aspecto que les interesa como estudiantes de Criminología, aunque advierten que para paliar el «déficit» de conocimiento de su generación necesitan la ayuda de «todas» las partes. «Nos gustaría que nos explicaran, que hubiera implicación en ayudarnos a saber».
La experiencia belga permitió a estas dos jóvenes abordar el terrorismo desde una perspectiva «más neutral, sin los condicionantes del entorno». Una de las conclusiones que expusieron en un trabajo sobre ETA se refería a la necesidad de incidir en la justicia restaurativa «ante la polarización de la sociedad y la falta de comprensión de las dos partes involucradas». Aisling, de padre irlandés, recuerda que con el IRA ya se dieron pasos en ese esa dirección y estima «básico» que aquí suceda lo mismo.
La aparente lejanía de los jóvenes respecto al pasado de violencia tampoco se traduce en indiferencia hacia la historia reciente.
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