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Once trabajadores sobre una viga en un descanso de su jornada laboral durante la construcción del Rockefeller Center de Nueva York es probablemente una de ... las imágenes más icónicas de la gran ciudad. Y como toda buena instantánea esconde sus secretos, misterios y leyendas. ¿Quiénes son esos valientes trabajadores que son capaces de almorzar a cientos de metros de altura y sin seguridad? Es la pregunta que muchos se hacen nada más observar la imagen. Pues bien, la asociación Balmasedako Harresi Elkartea da respuesta a una de esas cuestiones que parecía estar abocada al fracaso y ha concluido que uno de los operarios del famoso 'Lunch atop a skyscraper' (Almuerzo sobre un rascacielos) es el vizcaíno Natxo Ibargüen Mendata y procede de la villa vizcaína.
Bego Eguskitza, pareja del sobrino de Natxo Ibargüen conocido también como 'Voluntario', lo tiene claro:«No tenemos dudas de que es él», se mostró tajante en una entrevista realizada por el programa 'Faktoria' de Euskadi Irratia. «Yo no lo conocí pero tiene toda la pose y estilo de un Ibargüen», remarca con orgullo. El descubrimiento surgió de la casualidad. Como pasa en muchas de estas ocasiones. El hijo de Natxo, Dani, en uno de los viajes que realizó a Euskadi les comentó que su padre tenía una foto sobre una viga mientras trabajaba. «Uno de nuestros hijos tenía en la pared de la habitación la foto y Dani lo señaló enseguida. 'Es mi padre', dijo emocionado», cuenta hora Eguskitza. «Le pareció emocionante que esa foto estuviera también aquí».
Natxo Ibargüen nació el 4 de noviembre de 1899 en la plaza de Los Toros (ahora Foruen plaza) de Balmaseda. Con apenas veinte años se marchó hasta Argentina. Debía prestar servicio militar y seguramente podría haber sido destinado a la Guerra del Rif, por lo que al igual que hicieron sus hermanos mayores –era el sexto de diez– decidió poner todo un océano de por medio, según recoge Balmasedako Harresi Elkartea.
De Argentina volvió a Inglaterra donde trabajó en varios puertos y también se trasladó a Rusia. Pero en la década de los veinte, seguramente empujado por el periodo de bonanza que se vivía en América, decidió instalarse en Estados Unidos. Allí, se casó con Esperanza Ojinaga, empleada de la Embajada de México con la que tuvo cuatro hijos.
Tras el crac del 29, Natxo Ibargüen encontró trabajo en la construcción, retomando de esta manera sobre el skyline neoyorkino el oficio de su padre
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