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Amagoia Zabala
Lunes, 29 de noviembre 2021, 12:03
Las intensas precipitaciones de los últimos días y el deshielo por el incremento de las temperaturas ha tenido toda la noche en vilo a los vecinos del barrio de Garagartza de Mendaro, conocido también como la 'Venecia de Gipuzkoa'. El Kilimón no ha parado de crecer, a la vez que aumentaba la inquietud de los vecinos.
Hacia las 1:00 de la madrugada, el Kilimón, afluente del río Deba, discurría con mucho caudal hasta que el alcantarillado dejó de drenar después de que el río taponara las salidas. El agua comenzó a desbordarse inundando zonas de este barrio. La Ertzaintza avisó a Protección Civil para que acudiera al lugar. A las 2:00 horas, dos camiones de bomberos comenzaron a achicar el agua de las calles y de varias viviendas, pero pese a los esfuerzos a las 4.00 de la madrugada se constató que entraba más agua que la que conseguían sacar.
La riada alcanzó su punto álgido hacia las 5:30 de la madrugada, momento en el que el agua anegaba parte del barrio, inundando bajos, portales, garajes… Los vecinos de Garagartza no han pegado ojo y el movimiento de la gente durante toda la madrugada ha sido un continuo, para sacar y poner a salvo coches, motos y demás enseres de los garajes o trasladando a los vehículos aparcados a zonas más seguras. Algunos no han dormido para estar pendientes de la evolución del agua y avisar al resto de los vecinos de la situación.
Estos vecinos están «preparados» ante eventuales crecidas del Kilimón, y todas las comunidades disponen de bombas con las que achicar el agua que entra en los huecos del ascensor, garajes… Las previsiones meteorológicas ya anticipaban que la situación podía llegar a ser preocupante, por lo que los vecinos optaron por se precavidos. Además, por el comportamiento del caudal del Kilimón por este barrio, sube «muy despacio», por lo que deja un intervalo de tiempo suficiente para que no se produzcan mucho daños materiales.
En esta ocasión el agua ha entrado en cerca de una docena de garajes, en una vivienda y varios portales, causando los inevitables nervios y la angustia de ver las consecuencias de la riada.
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