
«Éramos conscientes de que muy difícilmente podríamos volver a celebrar algo así»
30 años de la Copa de Europa. ·
Vivió en primera persona la época dorada del club amarillo, también los años malos, y rememora el hito más grandeSecciones
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30 años de la Copa de Europa. ·
Vivió en primera persona la época dorada del club amarillo, también los años malos, y rememora el hito más grandeSolo el escudo lleva más tiempo en el Club Deportivo Bidasoa que Ricardo Jiménez, médico desde 1986. «Yo era joven, entré en un club ... que también estaba en crecimiento y las dos partes tuvimos el beneficio de tener a la otra al lado y hemos ido creciendo conjuntamente».
– ¿Si le pido un recuerdo, un detalle del 22 abril de 1995?
– Me viene la imagen del 'ministro', Luis Mari Echeverría, que era el utillero. Me llamó la atención su alegría porque, todos estábamos súper contentos, pero él no era un hombre tan expresivo y le vi especialmente contento.
– Fue una celebración un poco extraña, ¿verdad?
– Sí. Hubo altercados entre los aficionados del Badel Zagreb, que lanzaron objetos a la cancha, y la policía. Nos mandaron al vestuario y querían darnos la copa allí. Pero esperamos y nos acabaron dando la copa en la pista. Lo celebramos y bien que lo celebramos. La ocasión lo merecía y todos éramos conscientes de que muy difícilmente podríamos volver a celebrar algo así.
– Tocaron el cielo.
– Y no solo eso. Para los que habíamos vivido el atraco de la Recopa no hacía tanto tiempo (1991) fue como rehabilitar sensaciones. Y éramos la mayoría de los estábamos allí.
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– Quedaba volver a casa y los recibimientos multitudinarios.
– Ahí el recuerdo que tengo es prácticamente todo el mundo llorando en el autobús. Cuando nos íbamos acercando al Ayuntamiento estaba todo aquello abarrotado y fue como que se nos quitaron las defensas. El trayecto en la última parte hasta llegar al Ayuntamiento fue tremendamente emocionante, creo que de las sensaciones más emotivas que yo he tenido en mi vida.
– Estamos con el aniversario, un número redondo, pero lo han celebrado todos los años, ¿verdad?
– Así es. Todos los años solíamos hacer una comida de recuerdo y nos juntábamos directivos, cuerpo médico, algún jugador... Lo hemos venido haciendo durante bastantes años, hasta la pandemia. Luego ya no lo hemos hecho.
– Cuando el Bidasoa ganó su primera liga en 1987 quedó acuñado que la plantilla era de 'todos de Irun, uno de Pasaia y dos yugoslavos'. Pero el equipo de 1995 era potente, ¿no?
– Sí, sí. Comparando con el Barça, que fue el rival en la liga, nosotros teníamos un siete inicial para pelear con cualquiera, pero quizá globalmente peor pantilla. Entonces, dependíamos mucho también de la suerte, de que ninguno de los, digamos, intocables, se nos lesionara. Y la verdad es que ese año, en ese sentido, tuvimos mucha suerte, porque no hubo ningún problema importante en los jugadores clave.
– Elgorriaga logró el doblete Liga-Copa de Europa y, ¡vaya trayectoria firmó en la competición europea!
– Fue casi perfecta. Ir a Kiel en la última jornada de la fase de grupos, aquel pabellón monstruoso, sabiendo que incluso aunque perdieras ya estabas clasificado, fue una gozada. Fueron ocasiones de poder disfrutar cuando siempre en ese tipo de partidos estás hecho un manojo de nervios y son de mucha presión. Fue un año muy bonito en todos los sentidos, en los que creo que tuvimos la pizca de suerte que hay que tener en algunos momentos puntuales, pero que globalmente el equipo estuvo a muy alto nivel durante toda la temporada.
– Casi se puede decir que el título de campeón de Europa fue un punto de inflexión, porque en poco tiempo empezó a desmontarse aquello. ¿Hubo alguna relación entre subir hasta lo más alto y la bajada posterior?
– Relación, no. Por un lado, a algunos de los jugadores claves no los pudimos retener porque, claro, se revalorizaron y hubo ofertas. Yo creo que eso nos descentró un poco y a partir de ahí, se entró en una dinámica en la que la situación económica no permitía tener un equipo con ese nivel. Y también a nivel social se enfrió un poco, porque cuando acostumbras a la gente a caviar, luego no se conforma con otras minucias. Has ganado la Copa de Europa, ¿dónde tienes el estímulo mayor?
– Y se marchó el patrocinador.
– Eso fue al poco tiempo. No hay que olvidar que en 1996 fuimos subcampeones de Europa contra el Barça y en 1997 ganamos la Recopa de Europa. Es decir, incluso aunque perdiéramos a Thomas Svensson y empezáramos a perder a otros jugadores, todavía hubo un par de años que mantuvimos, no voy a decir el mismo nivel, pero sí un nivel bastante aceptable. Pero después Elgorriaga dejó de patrocinar al equipo y a partir de ahí todo se fue descuadrando un poco.
– Han pasado treinta años, ¿en qué ha cambiado el balonmano?
– Ha cambiado mucho con las normas que se han ido implantando a lo largo de estos años. Es un juego mucho más rápido, en el que aspectos como la gestión de los esfuerzos, que antes no tenía tanta importancia porque el ritmo de partidos era otro, ahora la tienen mucho más. En ese sentido es más importante tener plantillas más amplias y el concepto del entrenamiento también es un poco diferente. Antes los aspectos técnico-tácticos eran absolutamente esenciales porque desde el punto de vista físico el ritmo era mucho más controlado y ahora sin que hayan perdido importancia esos aspectos, la condición física, la explosividad y el buen reparto de esfuerzos tienen una importancia.
– ¿Y en qué ha cambiado el Bidasoa?
– En treinta años ha pasado por todo. La poca incidencia que tiene el balonmano en cuanto al patrocinio privado incluso hizo pensar que el club hasta podía desaparecer. Luego se rearmó pero estuvimos a punto de descender a la tercera categoría, que hubiera sido un mazazo definitivo. De hecho nos salvamos en la última jornada. Teníamos que ganar en casa y dependíamos igualmente de que otro resultado nos favoreciera. Ganamos y esperando noticias del otro partido tuvimos que pasar una tensión muy similar a la que vivimos en la primera liga, pero por razones totalmente diferentes. Lo celebramos casi como si hubiéramos ganado la Champions. Después lo importante fue resistir y volver a empezar y ahora estamos teniendo años buenos, pero para crecer más necesitamos algo más.
– ¿A qué se refiere?
– Algo más desde el punto de vista patrocinios, y van llegando buenas noticias, y desde el punto de vista instalación. Es fundamental el nuevo pabellón. Ya sé que es un tema complicado pero el club lo necesita para seguir creciendo. Artaleku era una maravilla cuando pasamos del frontón Uranzu, pero han pasado muchos años y ahora hay más necesidades que no se acaban de cubrir. El club necesita una instalación mejor, más cómoda para trabajar y para entrenar y en la que la masa social pueda crecer.
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