En la hora del adiós, Beñardo García ha recibido el reconocimiento que merecía como autor de una obra monumental: el Bidasoa campeón de Europa. La ... primera de la historia para el deporte vasco, al que le costará conquistar otra en cualquier deporte, si es que lo logra alguna vez.
Publicidad
La Copa de Europa no es un acontecimiento más, es la plaza mayor del continente. Como todas las grandes ideas de la historia del deporte (los Juegos Olímpicos, el Tour...), tiene origen francés. Fue en el diario parisino L'Equipe donde se maduró el proyecto a partir de 1954, para arrancar un año más tarde con el fútbol. La Copa de Europa de balonmano no tardaría en seguir la senda y ya se disputó en la temporada 1956/57.
Desde el principio fue bastante más que deporte. Nació como expresión de la voluntad, de progreso económico y social en un continente que dejaba atrás las secuelas de la guerra. Fue uno de los primeros signos de integración europea: dos años más tarde se firmó el Tratado de Roma, origen de la UE. En un continente dividido, la Copa de Europa saltó por encima del telón de acero. En su constitución participaron clubes del este. El Dinamo de Moscú, el Partizan de Belgrado o el Sparta de Praga fueron fundadores del torneo futbolístico. El Dukla de Praga fue el primer campeón de Europa de balonmano. El ASK Riga soviético, de Letonia, inauguró el palmarés en el baloncesto en 1958.
La Copa de Europa refleja el progreso político, social y económico de Europa. En su palmarés está la historia de los últimos 70 años. La dureza de las dictaduras ibéricas en los 50 y primeros 60 (Real Madrid y Benfica), el milagro italiano (Inter y Milan), los años 70 con los aires de libertad de Holanda (Feyenoord-Ajax), la hegemonía de la economía alemana (Bayern) y la fuerza industrial inglesa (Liverpool, Notingham Forest y Aston Villa) antes de que el thatcherismo mandara parar tras la tragedia de Heysel en 1985. El canto de cisne de la Europa comunista con los títulos de Steaua de Bucarest (1986) y Estrella Roja (1991).
Publicidad
Esos mismos fenómenos se repetían en el baloncesto, con trofeos rumbo a Moscú, Madrid y el norte rico de Italia, Milán, Varese. La maravilla de la Jugoplastika hasta que Yugoslavia saltó por los aires... Más variado, el palmarés del balonmano con ese sabor centroeuropeo tan propio. Praga, Bucarest, Leipzig, Banja Luka, Magdeburgo, Sabac, Zagreb... Y en 1995, Irun.
La dimensión de esa gesta no se puede exagerar. El Elgorriaga volvió a jugar la final un año más tarde y perdió con el Barcelona. El club irundarra ha recuperado su brillo en los últimos tiempos y sigue en la pelea, no así el San Antonio de Pamplona, que fue víctima (como tantos otros) de aquellos años de excesos y desapareció. El Bidasoa, que conserva la filosofía clásica del deporte vasco de basarse en el talento propio, mantiene muy vivo el recuerdo de Beñardo y la gratitud a su figura, inseparable de la de Juantxo Villarreal.
Publicidad
La Real disputa este año la Champions de fútbol y la magia de la competición se ha hecho visible. Nunca la ha ganado, tampoco el Athletic o el poderoso Baskonia con su idea distinta. La Real no logró llegar a la final en 1983 -se quedó amarrada en los muelles de Hamburgo- pero vuelve a soñar. La Copa de Europa es más que deporte, es el corazón del continente y un día fue del Bidasoa.
Suscríbete los 2 primeros meses gratis
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión
Te puede interesar
¿Por qué ya no vemos tantas mariposas en Cantabria?
El Diario Montañés
Publicidad
Utilizamos “cookies” propias y de terceros para elaborar información estadística y mostrarle publicidad, contenidos y servicios personalizados a través del análisis de su navegación.
Si continúa navegando acepta su uso. ¿Permites el uso de tus datos privados de navegación en este sitio web?. Más información y cambio de configuración.