En Eibar, la bicicleta es un ser mitológico. Hay un respeto reverencial por esa máquina que relanzó la fuerza industrial de la ciudad cuando los ... fabricantes de armas tuvieron que reciclarse. La historia es bien conocida y se ha contado mil veces, pero cuando hay carrera eso se siente, se ve. Y cuando la carrera es el Memorial Valenciaga, de forma evidente.
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Eibar es un hervidero el domingo a mediodía. La pantalla gigante de la plaza Unzaga retransmite la carrera, lo mismo que las televisiones de todos los bares donde se toma el vermú. Con los cambios en el calendario, el Valenciaga es la última de las grandes clásicas del ciclismo guipuzcoano, otrora pruebas sin parangón en el mundo aficionado y que hoy siguen manteniendo su prestigio, pese a las dificultades. Ganar el Valenciaga sigue siendo una puerta al profesionalismo. Y ganó el murciano César Pérez (Finisher), de 20 años.
Ya se había impuesto en la Aiztondo Klasika-Memorial Txomin Perurena-Patxi Alkorta. Y fue segundo en la Santikutz Klasika. Se ha quedado a un suspiro de un triplete impresionante, pero el 1 de mayo el gallego Martín Rey (Cortizo), que había sido tercero en Villabona, fue más rápido que él y le batió en Legazpi.
Pérez ganó con claridad el sprint de la calle Toribio Etxebarria, la foto que quiere todo ciclista aficionado, Martin Solhaug (Cortizo). El noruego, de 22 años, tras dos temporadas en el filial del Uno-X está intentando un nuevo camino al profesionalismo en el potente equipo gallego, poderoso económicamente, que ganó la Vuelta al Bidasoa con el balear Marc Torres, de 20. Tercero en la meta fue el estadounidense Jesse Maris (Essax), de 21 años, ganador en Gorla y que también ha dejado el filial de un gran equipo, en su caso el Israel. De alguna manera, los ciclistas siguen viendo el calendario vasco como un buen escaparate para llamar la atención del profesionalismo. El navarro Unai Ramos (Finisher) fue clave en Eibar para el triunfo de su compañero, y venía de ser tercero en la Vuelta al Bidasoa, donde fue segundo en dos etapas. El tudelano tiene 19 años.
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Valenciaga, Legazpi, Aiztondo, Gorla, la Vuelta al Bidasoa... Los grandes nombres de la temporada de primavera del ciclismo guipuzcoano. Los nombres que hablan de una tradición que a veces puede parecer música antigua. Pero solo se necesita que haya carrera, en cualquier pueblo, para que la pasión por el ciclismo (y por la bicicleta en Eibar) se confirmen como una cuestión de presente y de futuro, aunque es evidente que las dificultades y las preocupaciones ocupan buena parte del tiempo del ciclismo guipuzcoano en este momento.
Toca abrir el paraguas y aguantar el chaparrón mientras se sigue trabajando. El modelo imperante en las relaciones sociales de la tercera década del siglo XXI parece conspirar contra la forma tradicional de hacer las cosas. En el ciclismo, en la industria, en la automoción, en el periodismo, en la fabricación de bicicletas... en la vida en general. Pero eso no aboca a presentar la rendición incondicional; al contrario, obliga a hacer mejor las cosas. No es nostalgia, es eficacia, mejorar algo que da resultado probado. Ese es el reto del ciclismo guipuzcoano, volver a poner su saber hacer a funcionar. El talento (sin el que no se pueden hacer Valenciaga, Legazpi, Aiztondo, Gorla...) permite mantener la confianza, por mucho que el panorama no sea alentador y los problemas crezcan.
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Es cierto, el ciclismo lo tiene todo en contra: en un deporte caro, dejar salir a un hijo a entrenarse en las carreteras exige un acto de voluntad extrema, caen carreras del calendario, los ciclistas parece que cada vez molestan más en las vías públicas (por tanto, de todos), las exigencias para organizar carreras son cada vez mayores y más caras, faltan ayudas, se resiente el voluntariado, el deporte recreativo de deportistas clientes impone su poder frente al modelo federativo y formativo... Pero cuando hay carrera se siente, se ve, se huele que es algo especial. En Villabona, Bergara, Legazpi, Eibar, Irun... Hay una comunidad ciclista.
Como en Eibar todo es a lo grande, naturalmente, el Club Ciclista Eibarrés celebrará su Centenario durante dos años. Como explicó el responsable del Valenciaga, Ángel López, desde el podio de vencedores «a pesar de que el año 1927 figura en distintos escritos y documentos como fecha de nacimiento, podemos decir que este club ya tuvo actividad en 1926 y por eso las celebraciones se extenderán tanto el año que viene como el siguiente». Eso sí, «no habrá dispendios económicos», avisó. No está el ciclismo guipuzcoano para excesos. Pero tampoco para creerse menos de lo que es.
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