China habla

China es el mayor emisor de gases de efecto invernadero del mundo, una cuarta parte de todos, y con la rehabilitación del recinto busca lanzar una imagen de apuesta por la sostenibilidad y la economía verde. Para completar el cuadro, cuando los esquiadores saltan se aprecia un pequeño templo tradicional y, a lo lejos, un conjunto enorme de edificios de viviendas de claro estilo comunista. China se está explicando al mundo.

No es casualidad que haya elegido esta modalidad, nueva en los Juegos, espectacular, visual y atractiva para los jóvenes. Ha seleccionado el escenario en esta disciplina que apela a la modernidad y no en las clásicas como el esquí alpino o, mucho menos, el nórdico. El esquí de fondo quizá habría tenido más suerte en otras épocas, con valores distintos. El sacrificio, la constancia y la dureza del esquí de fondo harían de sus sufridos protagonistas, entre ellos el tolosarra Imanol Rojo –que entre hoy y el próximo sábado tiene la oportunidad de volver a brillar–, auténticos héroes del pueblo. Pero en estos Juegos de 2022 China ha ganado una medalla de oro en Big Air con una esquiadora nacida en Estados Unidos, con un sentido comercial y del espectáculo innato. Son los nuevos tiempos.

China no ha recurrido a su milenaria y riquísima cultura tradicional para explicarse. Ha colocado en el centro los restos de una acería brutal. No por descuido. Todo lo que sale en las imágenes está ahí para que se vea. China está hablando. El mundo escucha.