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Los sueños, con esfuerzo y entrenamiento, se hacen realidad. La niña que emocionada iraba a los triatletas que lo daban todo por ganar y superarse ... a sí mismos, ahora disfruta «siendo una más». Sus primeros triatlones los hizo de niña, porque en su casa, con sus padres como ejemplo, era algo habitual. Ahora, como orientadora deportiva, anima, especialmente a las mujeres, a probar una disciplina «que cuando la pruebas, engancha». Tras ganar en Mutriku, Hondarribia y Zizurkil, fue segunda en el Memorial Onditz, de distancia olímpica hace casi un mes.
– ¿Cómo fue cruzar la meta en segundo lugar?
– ¡Brutal! Además, visto como fue la carrera, no me lo esperaba. No tuve buenas sensaciones y al final en los últimos metros alcanzar la segunda posición fue increíble. En natación fui un poco rara, pero vi que no había perdido tanto tiempo respecto a la que ganó, y me di cuenta de que no lo había hecho tan mal pese a las sensaciones. Luego, en la bici, las veía lejos pero las veía y en la carrera a pie como no recortaba respecto a la segunda, me acomode en la tercera posición. Pero en la tercera vuelta, sin haber hecho ningún cambio de ritmo, en el último giro del tenis, vi que le había recortado mucho y me obligue en últimos metros a sufrir.
– ¿Mereció la pena sufrir?
– Sí, la verdad que sí. Iba con malas sensaciones, pero sin arriesgar. Tenía algún amigo en el público que se estaba desesperando porque me veía que no estaba sufriendo. Lo intenté y al final conseguí alcanzarla. Estoy muy contenta.
– El Triatlón de Donostia es una cita especial para usted.
– ¡Es la prueba de casa! Ese fin de semana tenía en teoría una prueba contrarreloj y tuve dudas de ir o no. Pero es que aquí no podía fallar, se lo expliqué a mi entrenador. En Donostia el apoyo del público es increíble, correr en casa no tiene precio. Esa segunda posición en Onditz significa mucho para mí. Siempre he dicho que uno de mis sueños como triatleta es algún año lograr la txapela del Onditz.
– ¿Cómo fueron sus inicios en esta disciplina?
– Siempre lo digo, que aunque yo venga del atletismo, el triatlón nunca ha sido algo nuevo para mí. Lo he vivido desde pequeña, en casa con los aitas. De txiki hacia triatlones pequeños. Para mí fue súper bonito pasar de ser espectadora, de ir a animar, a competir y ser parte de ello. Pertenecer a ese mundo siendo yo también protagonista.
– ¿Pasó de ser un juego de niños a una prioridad?
– Ahora entre semana, a las siete de la mañana, suelo hacer el primer entrenamiento. Luego voy a trabajar y después vuelvo a entrenar. Normalmente suelo hacer dos o tres sesiones cada día. Me gusta entrenar por la mañana, para poder tener la tarde para mi. Poder también hacer algún plan con mis amigas.
– ¿Qué lo hace diferente?
– El que haya tres deportes distintos al aire libre, eso hace que sea más duro. Tienes que dedicarle más horas y el nivel de sacrificio es mucho mayor. La temporada nos pilla en pleno verano, y con 23 años a todos nos gusta salir, pero al ser tan variado engancha. Puedes jugar con los entrenamientos para que no sea rutinario. Hace cuatro años no había la calidad que hay hoy en día y tienes que ser completa en los tres deportes. Si cojeas en uno se nota. En el triatlón de corta distancia la natación coge mucho peso y luego la carrera a pie también. El ciclismo en Euskadi es muy importante al tener mucho desnivel. Pero hoy en día el triatlón ha evolucionado mucho.
– ¿La clave es estar bien en los tres segmentos?
– Sí, y las transiciones. Hay gente que las entrena mucho porque cada segundo cuenta. En mi caso, la T1 la tengo bastante buena, pero subirme a la bici me cuesta bastante. Suelo perder algún segundo. En esos pequeños detalles se puede decidir una carrera. Los segundos que pierdas luego pueden salirte muy caros.
– Poco a poco, se va incrementando la participación femenina en estas carreras.
– Según la carrera, depende mucho. En algunas pruebas la participación es bastante mayor que en otras. En el Onditz fuimos 66, que para ser un olímpico está muy bien. Y la víspera, en el Triatlón de la Mujer, hubo una gran participación. Animo a todas las mujeres a que prueben, sobre todo en grupo, porque merece la pena. El ambiente, también. Es un deporte que engancha.
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