Siete parejas en dos finales seguidas

«Estoy cumpliendo un sueño», confiesa Ander Imaz. «Cuando debuté no imaginaba jugar una final. Disputar la primera y vivir todo lo que rodea a un partido de estas características ya fue algo grande. Estos días son los más bonitos como pelotari. Sientes el cariño de la gente. Si además alcanzas una segunda final, qué voy a decir».

El oiartzuarra no se conforma con llegar. Aspira a ganarla. «Soy consciente de la dificultad que supone porque todas las parejas que han particiado en este campeonato son fuertes. Quiero luchar hasta el último momento y no quedarme con la sensación de que hemos regalado la final».

Hay siete parejas con dos finales seguidas. Ninguna ha llegado a tres. Nombres de grandes pelotaris figuran en esa reducida nómina. Parecía fácil cuando lo consiguió la primera, integrada por Dionisio Onaindia, genial delantero de Gernika, y Justino Urzelai, el II de la dinastía azkoitiarra. Conquistaron el título en la primera edición, la de 1941. No solo repitieron final en 1943 –la competición era bianual en aquella época, como el Manomanista–, sino que la ganaron de nuevo.

El Campeonato de Parejas se interrumpió tras el de 1945 y, después de una solitaria experiencia en 1961, no se reanudó hasta 1978, ya con carácter anual. Habían cambiado los tiempos.

García Ariño IV y Maiz II vencieron en 1981. La empresa volvió a programarles juntos al siguiente año y les faltó un tanto para revalidar el título en 1982. Beristain y Tolosa pudieron 22-21 con ellos en el frontón Anoeta, el Atano III de hoy en día.

El propio Antxon Maiz protagonizó el siguiente doblete. Le cambiaron el delantero y en compañía de Bengoetxea IV –Miguel, hermano de Juan Mari y tío de Oinatz– no solo jugó otras dos finales, las de 1983 y 1984. Ganó ambas.

Otra dupla recogió de inmediato el testigo: Vergara II-Martinicorena. El de Etxalar y el de Errazkin emularon a sus predecesores en el palmarés: victorias en 1985 frente a Oreja III-Galarza III y en 1986 contra Alustiza-Tolosa, ambas en Donostia, sede prácticamente exclusiva de eventos de este calibre en aquella época de la pelota a mano profesional.

Así, se abre un paréntesis que Titín III y Arretxe cierran con su doblete de 1993 y 1994. Subcampeones el primer año, en el que se organizan dos torneos paralelos, el de ellos a cargo de Asegarce y el otro de manos de Empresas Unidas-Reur, en el segundo se imponen en un campeonato conjunto. Doblegan a Retegi II y Beloki en el último partido.

La siguiente espera es más larga, de 15 años. Aimar Olaizola y Oier Mendizabal, que se hace en 2008 con la plaza concedida en un principio a Oier Zearra, superan escollos y se plantan en la final. La ganan y los rectores de Asegarce entienden conveniente conservar la unión entre el delantero de Goizueta y el zaguero de Añorga, ya titular de salida. Terminan subcampeones al caer 22-21 frente a Martínez de Irujo y Goñi III en el Atano III, en un partido recuerdado aún por la escapada de derecha del zaguero de Zubiri que rompió el 21 iguales.

También han llegado en alternos a las finales Retegi II-Arretxe, Retegi II-Errandonea, Laduche-Tolosa, Unanue-Errasti, Unanue-Ceceaga, Olaizola II-Urrutikoetxea y Elezkano II-Rezusta. Sin embargo, ninguna de ellas repitió en ediciones consecutivas.

Unai Laso y Ander Imaz son los últimos de momento. Llegan con un balance de once victorias y siete derrotas, el mismo del año pasado. Pero la disparidad entre una participación y otra es evidente. En 2022 no suspendieron ningún partido. Pudieron tomar parte de forma ininterrumpida en los catorce de la primera fase, el playoff, los tres de la liguilla de semifinales y la final. En 2023 Laso ha faltado a uno e Imaz, a cuatro. La mayor diferencia sería la consecución de las txapelas.