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El gran apagón eléctrico que el pasado 28 de abril dejó sin suministro a la península ibérica paralizó también a la industria guipuzcoana durante ... más de una hora -en algunos casos hasta tres- y supuso un inesperado test de estrés para sus sistemas de emergencia. Casi un mes después, empresas de distinta naturaleza como ArcelorMittal, Salto Systems, Ayesa, Zucchetti o Multiverse relatan ahora cómo vivieron la caída, cómo respondieron sus protocolos y qué lecciones extraen para el futuro. Algunas lograron una recuperación rápida; otras activaron grupos electrógenos o detuvieron instalaciones críticas para evitar daños mayores. Además, desde el sector tecnológico y energético observan un aumento reciente en la demanda de sus soluciones, al hilo del apagón. Consideran que el suceso ha puesto de nuevo sobre la mesa la necesidad de fortalecer la resiliencia del sistema eléctrico y ha impulsado la reflexión sobre cómo estas herramientas pueden contribuir a reforzar las infraestructuras de transporte de electricidad.
Desde la patronal guipuzcoana Adegi, su director general adjunto, Paul Liceaga, confirma que muchas empresas están aún en una fase de evaluación de daños, y está convencido de que el apagón haya actuado como catalizador de una reflexión interna sobre vulnerabilidades. Aunque aún no hay una visión sistemática, Liceaga señala que este tipo de incidentes imprevisibles y generalizados evidencian la necesidad de contar con protocolos «vivos, actualizados y adaptables». En esa misma línea, el director del Clúster de Energía de Euskadi, José Ignacio Hormaeche, subraya la importancia de que las empresas dispongan de planes de contingencia. A su juicio, el tejido industrial vasco es «muy consciente» de la necesidad de asegurar sus procesos críticos, y la gran mayoría de compañías ya cuentan con generadores auxiliares y otras medidas de respaldo.
Adegi
Paul Liceaga, el director general adjunto de la patronal guipuzcoana, Adegi, confirma que muchas empresas se encuentran todavía «en un momento de stand by, en el limbo». «Están recogiendo datos de los posibles perjuicios derivados del apagón, y trabajando en esa presunta asociación de daños y corte eléctrico. Hasta que no se conozca el origen del incidente, los recursos judiciales, si los hay, tendrán que esperar». ¿Se están reforzando los planes de contingencia? «No tenemos constancia directa, pero probablemente, por lógica, será así», añade.
Aunque la asociación que preside Isabel Busto no dispone aún de una visión sistemática, Liceaga cree que el incidente ha servido de catalizador: «Lo lógico es que esta experiencia haya activado una reflexión interna en muchas organizaciones». En cualquier caso, desde la patronal recuerdan que este tipo de sucesos, por su carácter imprevisible y transversal, ponen en evidencia la importancia de tener «protocolos vivos, actualizados y adaptables, no solo frente a riesgos propios, sino ante amenazas externas sobre las que las empresas tienen poco margen de control».
ArcelorMittal
Uno de los casos más sensibles fue el de ArcelorMittal, con plantas en Olaberria y Bergara, donde suman medio millar de trabajadores. La multinacional activó sus protocolos de emergencia en todas sus factorías como si se tratara de una emergencia interior. «Tenemos hornos altos en Asturias, productos químicos, acero líquido, instalaciones que hay que poner en condición segura», explican. La compañía constituyó un equipo central de crisis para aislar instalaciones de la red de gas y prevenir posibles deflagraciones. «Los grupos electrógenos alimentados con diésel nos salvaron prácticamente», reconocen. Justamente, garantizar el suministro de combustible en caso de cortes prolongados ha sido uno de los puntos detectados, junto con las comunicaciones internas y externas, otro elemento vulnerable durante el apagón. El análisis ha llevado a lanzar planes de mejora en todas sus plantas para reforzar la gestión energética y la seguridad operativa, cuestión que la compañía sigue «rigurosamente».
Aunque no se registraron daños personales ni materiales, la interrupción sí supuso una pérdida productiva relevante. En el caso de Arcelor, la parada afectó a fases críticas como los convertidores de acería, aunque los sistemas de emergencia respondieron y el suministro eléctrico fue retornando de forma gradual. Ahora mismo la empresa está en pleno proceso de evaluación de daños para valorar si cabría una reclamación, a la espera de que se determine la causa del apagón. «Primero hay que ser prudentes y esperar a saber quién es el culpable, entre comillas. Pero sí, estamos analizando los daños», confirman.
Salto Systems
En Salto Systems, con sede en Oiartzun y especializada en soluciones electrónicas de control de s, el apagón fue vivido como «un simulacro no planificado». La compañía, que emplea a unas 450 personas en su planta guipuzcoana (una de las fábricas de control de s más grandes de Europa), identificó cinco puntos de mejora. «Nada crítico, pero sí detalles que nos han ayudado a revisar nuestros sistemas», explican. Entre ellos, una puerta secundaria que no se abrió automáticamente al no recibir alimentación -«no era una puerta clave, pero nos hizo ver cómo reaccionan ciertos dispositivos»- o el hecho de que su plan de continuidad de negocio no contemplaba un apagón de esta magnitud, como es normal. «Una cosa es un fallo interno o en el polígono, y otra que se vaya la luz en toda la península ibérica. Esto nos ha hecho pensar en qué deberíamos hacer en un escenario así», detallan.
También probaron cuestiones concretas como sus sistemas de agua para incendios, dependientes de un grupo electrógeno que funcionó correctamente. Este generador auxiliar tiene una autonomía de unas cuatro horas y media, suficiente para este corte, que duró en torno a hora y media. «Estamos planteando aumentar el depósito o hacer revisiones mensuales del combustible para garantizar que esté siempre listo», indican. El almacén automático fue lo más afectado, pero «a la hora y media estábamos prácticamente todos trabajando con normalidad».
Ayesa
En Ayesa, el apagón fue una prueba real de estrés que activó de forma inmediata sus grupos electrógenos y sistemas de alimentación ininterrumpida. Estos equipos, con autonomía para una semana de actividad con solo un cuarto de depósito, permitieron mantener la operativa sin interrupciones graves. Andrés Costa, director de Sistemas de la tecnológica andaluza con sede en Donostia, subraya la importancia de contar con planes específicos según el tipo de oficina, infraestructuras y funciones, así como una coordinación fluida entre departamentos para responder con rapidez. «La coordinación entre áreas es clave para prevenir riesgos y establecer rápidamente las acciones a seguir», afirma.
Además de su infraestructura física, Ayesa trabaja con sistemas redundantes en la nube, lo que garantiza la disponibilidad continua de sus servicios y permite monitorizar amenazas incluso en situaciones adversas. Tras el apagón, han revisado todos sus sistemas internos y de cliente, incorporando mejoras que aumenten su resiliencia. «La experiencia nos reafirma en la necesidad de actualizar continuamente los protocolos de contingencia y sistemas de respaldo», destaca Costa.
La empresa también ha notado un aumento de interés por parte de sus clientes en soluciones de continuidad operativa y resiliencia. «Recomendamos diseñar un Plan de Continuidad de Negocio y un Plan de Recuperación ante Desastres que estén alineados con la normativa europea actual», explica Costa. Menciona la Directiva NIS2, que obliga a servicios esenciales -como energía, transporte o agua- a contar con sistemas robustos frente a ciberataques o cortes eléctricos, y el Reglamento DORA, que impone estándares similares al sector financiero, con planes de contingencia obligatorios y pruebas de resiliencia periódicas.
Hoy en día, «recomendamos no solo disponer de medios físicos como SAI y grupos electrógenos», insiste Costa. Ayesa propone también estrategias de respaldo en la nube, duplicación geográfica de datos, y simulacros que ayuden a actuar con eficacia ante incidentes. «No se trata solo de continuidad técnica, sino también de cumplir con marcos legales exigentes y proteger la reputación», señala refiriéndose a sectores especialmente regulados, como la energía o el transporte. Ahí esta preocupación se ha acentuado, y muchas empresas han empezado a demandar auditorías de continuidad, ejercicios de simulación y soluciones híbridas que combinen lo físico y lo digital. «El apagón ha sido un recordatorio de que la resiliencia ya no es opcional», concluye.
Zucchetti Spain
Zucchetti Spain, que diseña soluciones digitales de gestión empresarial, emplea a un centenar de personas en su planta de Donostia, donde vio interrumpida por completo su actividad durante dos horas. «Se cayó absolutamente todo: servidores, comunicaciones, internet... Fue como volver a las cavernas», recuerda su director general, Justino Martínez. La compañía pudo evitar pérdidas de datos gracias a sus SAIs y a la sincronización con sus centros en Derio. «Pero esto no es una anécdota, es un aviso serio para todos», advierte. A su juicio, el problema va más allá de su caso particular: «Trasladamos con insistencia a nuestros clientes que esto puede volver a pasar». Por eso, han redoblado su labor pedagógica con clientes, con simulacros, test de estrés y protocolos reforzados. «Quizás no nos habíamos enfrentado antes a algo tan generalizado. Pero ahora sabemos que puede pasar. Y puede volver a pasar», insiste.
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Martínez subraya que sus propios sistemas de contingencia funcionaron correctamente, en parte gracias a una alta concienciación interna en ciberseguridad y resiliencia tecnológica. «Tenemos clonado el D de Donosti con el de Derio y los mantenemos sincronizados. Además, nuestro departamento de sistemas también ofrece servicios de ciberseguridad a clientes, por lo que la cultura de prevención está muy arraigada», explica. Entre las pruebas habituales que realizan se incluyen test de estrés y simulacros de phishing corporativo para detectar posibles vulnerabilidades humanas.
Gracias a ello, pudieron realizar un apagado controlado de servidores y restaurar los sistemas con rapidez. «Aquí estuvimos dos horas sin operar, pero en Madrid llegaron a estar ocho horas». El objetivo ahora, señala, es trasladar esta cultura a sus clientes: «Algunos aún tienen que tomar buena nota de todo esto».
Multiverse Computing
Para la startup Multiverse Computing, pieza clave del ecosistema empresarial europeo en computación cuántica e inteligencia artificial, la afectación fue «mínima», como aseguran. Enclavada en el edificio Tandem de Miramon, la donostiarra trabaja casi exclusivamente con portátiles y entornos en la nube. «Gracias al generador de emergencia del edificio, mantuvimos conexión wifi y eso bastó para seguir operativos», explican. «No hubo pérdidas ni retrasos significativos, pero sí una validación de que el plan del edificio funciona», subrayan desde la compañía.
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