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Rubén Méndez (tercero por la izquierda)y otros habitantes, ante el caserío. Jordi Alemany
«Vivo en una casa de 600 m2 y 40.000 de terreno con un aporte inicial de 43.500 euros»

Rubén Méndez

Vivienda en Gipuzkoa
«Vivo en una casa de 600 m2 y 40.000 de terreno con un aporte inicial de 43.500 euros»

Vivienda ·

Rubén Méndez se juntó con otras cinco familias para comprar un caserío histórico que ahora habitan en régimen de cooperativa y en cesión de uso sin ánimo de lucro

Miguel Ángel Mata

San Sebastián

Domingo, 29 de septiembre 2024

Reza el dicho popular que la unión hace la fuerza. Es lo que debió pensar Rubén Méndez a la vista de la situación del mercado inmobiliario en Euskadi. Motivado además por el deseo de vivir en un entorno rural y por sus ideales de transformar la sociedad actual en una más justa, ecológica y colaborativa, en 2017 se juntó a un grupo de personas con inquietudes afines a las suyas con las que inició la aventura de buscar un lugar donde vivir en la naturaleza y conforme a su estilo alejado de las leyes ordinarias del mercado inmobiliario.

El primer paso fue configurarse como cooperativa en 2018, y ya en 2019 la entidad compró un caserío en Gordexola (Bizkaia). Se trataba de un edificio histórico, del año 1660, de 600 metros cuadrados y un terreno de 40.000 necesitado de rehabilitación. Esos trabajos comenzaron en 2022 y han concluido en mayo de este año. Hoy Ametxe, como se llaman la cooperativa y la propiedad, es la primera cooperativa de vivienda en cesión de uso constituida en Euskadi.

¿Qué es esto? De forma resumida, consiste en una forma de propiedad colectiva en la que sus integrantes (socios cooperativistas a la vez que moradores) viven en régimen de cesión de uso. Esto es, son dueños de su parte alícuota de la entidad, pero no de la vivienda directamente, que es propiedad de la cooperativa sin ánimo de lucro. El objetivo primordial es evitar la especulación, pues el socio no puede alquilar o vender la vivienda, al tiempo que promueve el régimen colaborativo y la gestión y el trabajo en comunidad.

Méndez resume las ventajas de este modelo. En el caso concreto de Ametxe, «la adquisición y reforma del caserío ha costado 1,1 millones de euros. Los socios de la cooperativa aportaron como capital inicial 43.500 euros por familia, correspondientes a, más o menos, el 20%de la inversión. El otro 80% se ha financiado mediante una hipoteca con un banco ético (Fiare). La ventaja es que es más sencillo y factible lograr un préstamo para una cooperativa que para cada una de las familias por separado. Por el crédito hipotecario cada familia abona en estos momentos 700 euros al mes, una cifra que ha subido por el alza del euríbor pero que empezó siendo de 500 euros», matiza Méndez, que resume su situación en que «por una entrada de 43.500 euros y entre 500 y 700 euros al mes en concepto de derecho de uso, menos que lo que cuesta un alquiler, vivo en una casa de 600 metros cuadrados y 40.000 de terreno».

La condición es que hay que vivir en comunidad. Ahora bien, juntos, pero no revueltos. «Cada unidad convivencial –son 6 familias con niños que forman una veintena de habitantes– tiene su propio espacio privado de unos 50 metros cuadrados con baño. El resto de estancias como la cocina, la despensa, la zona de lavandería y otros espacios son comunitarios». También hay en el inmueble habitaciones para invitados para cuando los habitantes reciben visitas.

En el caso de que una persona o familia decida abandonar la vivienda, puede solicitar su baja a la cooperativa recuperando su aportación inicial, pero no vendiendo sus derechos. «Una manera de evitar el mercadeo y la especulación», recalca Méndez. Sí se dan «situaciones concretas en las que un socio puede solicitar la subrogación del derecho de uso, aunque siempre a alguien que ya forma parte de la comunidad. Sería el caso de familiares directos (padres a hijos, a la pareja...), siempre que hayan estado conviviendo previamente, y en caso de separación, divorcio, o fallecimiento de uno de los cónyuges, al otro miembro de la unidad convivencial».

Ametxe fue la primera cooperativa de este tipo conformada en Euskadi, pero no la única. Hay al menos otras tres que también viven ya en comunidad. Son dos en Bizkaia (Mendata y Sopela) y otra en Álava (Maeztu).

En Gipuzkoa opera desde 2017 una asociación de 26 personas de entre 50 y 70 años, denominada Elkarbidean, que aspira a promover viviendas colaborativas para personas 'senior' pero que aún no dispone de inmuebles o terrenos.

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