No hay paz para Ucrania
Historiador y politólogo. Catedrático de Universidad
Jueves, 20 de junio 2024, 00:06
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Historiador y politólogo. Catedrático de Universidad
Jueves, 20 de junio 2024, 00:06
La pasada cumbre de Bürgenstock ha sido un triunfo relativo del mandatario de Ucrania en tanto en cuanto ha logrado reunir a delegados de 92 ... países (de los 182 representados en la ONU) y varias organizaciones internacionales. Considerando que ha sido un empeño personal de Zelenski, la reunión no fue mal y logró que, en el documento final, se hable en la integridad territorial de esta exrepública soviética atendiendo a las fronteras de 1991. Para ello, la alusión a la Carta de las Naciones Unidas, que insiste en este punto y en la soberanía nacional, resulta importante. Como también otros aspectos: la seguridad nuclear, en alusión a la central de Zaporiyia; el tránsito marítimo libre en los mares Negro y de Azov, para asegurar la venta de grano en el mercado internacional y evitar así posibles hambrunas; y el intercambio de prisionero entre los dos bandos.
La declaración, si bien menciona la guerra y no la invasión u otros eufemismos, la verdad es que evita atacar a Rusia. Una Rusia, que, como potencia invasora, no fue invitada a Suiza, lo cual constituye un déficit evidente para tratar de buscar la paz. De ahí que, en realidad, lo acordado en Bürgenstock no constituya un verdadero avance para poner fin a la contienda. Hasta el punto de que hay analistas que consideran que ésta se prolongará aún hasta 2025. Las partes están buscando consolidar sus posiciones para llegar más fuertes a un momento decisivo aún sin determinar. Para ello, la idea de Zelenski es que, a partir de ahora, la llama no se apague y se reúnan periódicamente diversas comisiones técnicas para ir avanzando en aspectos políticos y económicos.
Sin embargo, tildarla de «gran éxito», como lo ha hecho el dignatario ucraniano, en mi opinión, es exagerado. En primer lugar, por el hecho de que Rusia, siendo parte implicada directa, no participara, algo que constituye una carencia evidente en las conversaciones. Porque la solución no se va a dar sin la anuencia del Kremlin. Por eso, fue como el elefante en la habitación. Lo mismo que la no presencia de China, que no asistió por no estar Moscú. Pero, posiblemente, lo más destacado de todo fue que varios estados de peso no firmaron el memorándum, empezando por algunos integrantes de los BRICS+, como Brasil, India, Sudáfrica, Arabia Saudí y Emiratos Árabes Unidos. Hay que recordar que antes de la ampliación que se ha producido este año, Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica alcanzaban ya el 31,5% del PIB mundial -en paridad de poder adquisitivo- y sobrepasaban el 40% de la población total, guarismos que, con la incorporación de los nuevos , han aumentado sensiblemente. México no firmó igualmente, como tampoco Armenia, Bahréin, Indonesia, Eslovaquia, Libia, y Tailandia. Los vínculos de Eslovaquia y Armenia con Moscú, pese a los recelos de esta última respecto del papel jugado por Rusia en el contencioso del Nagorno Karabaj, explicarían esta posición.
Con estas negativas a firmar el texto del encuentro en Bürgenstock, en el que, por cierto, Suiza ha abandonado su tradicional neutralidad para ponerse de parte de Kiev, y con las ausencias de la mitad de los estados de la ONU, lo más llamativo es que el llamado Sur Global progresivamente se distancia de Occidente. El historiador francés Emmanuel Todd insiste en ello largo y tendido en su reciente libro 'La derrota de Occidente'. La doble vara de medir que las potencias occidentales utilizan en cuestiones políticas, económicas, de derechos humanos o de política internacional ha hecho que muchas naciones de ese 'espacio' se desliguen cada vez más de Occidente y se acerquen a actores como Rusia o China, menos exigentes en el terreno de los derechos y paladines de sus respectivas soberanías. De hecho, aunque Chile firmó el documento de Bürgenstock, su presidente Boric, señaló que: «estamos ante una clara invasión territorial, la de Rusia y Ucrania, como también lo vivimos con los ataques que se están viviendo en Gaza por parte del Ejército de Israel». Y es que, cuando los criterios de actuación son tan divergentes, la pérdida de credibilidad aumenta.
Esta es una de las razones para explicar por qué Rusia no está aislada, pese a las amenazas que contra China se vertieron en la reciente cumbre del G7 en Italia. No en vano Moscú trató desde el principio de boicotear el encuentro, rechazando los puntos del plan de paz de Zelenski e insistiendo en su predisposición a negociar siempre que se tengan en cuenta sus conquistas territoriales. Es decir, que para Vladímir Putin el punto de partida es ése, además de evitar la entrada de Ucrania en la OTAN y lograr, según su parecer, la desnazificación del régimen de Kiev. Desde luego, con posiciones tan enfrentadas mucho va a tener que hacer la diplomacia mundial para poder llegar a un todavía lejano tratado de paz.
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