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Se va un caballero. Un tipo honesto, un gran capitán. Asier Illarramendi cierra su etapa como blanquiazul, casi veinte años después de que entrara ... por Zubieta por primera vez. Lo que para aquel crío rubio de Mutriku era un sueño, se convirtió en realidad. Con las dos 'tés'. Talento y trabajo. Sin ninguna de ellas es imposible llegar a los números que engalanan el curriculum de 'Illarra'. Hoy recibirá su última gran ovación con la camiseta blanquiazul y seguro que se le escapa alguna lagrimilla. Asier es txuri-urdin por los cuatro costados y seguro que se emociona cuando mire hacia su izquierda y vea a la grada Zabaleta entera y a todo el estadio puesto en pie para rendir el último tributo al gran capitán. Alguien que cogió el testigo de los Aranburu o Alonso; que jugó al lado de Prieto, Vela, Griezmann, Zuru o Agirretxe y al que las malditas lesiones no le han posibilitado tener hoy, como mínimo, cien partidos más de blanco y azul. Cierra su periplo con 253 encuentros. Todos ellos, conciertos de alta gama.
El fino centrocampista criado y formado en Zubieta pone punto y final a su trayectoria en la Real Sociedad. Irse al Real Madrid fue un punto y seguido. Si las cosas no salían bien, siempre iba a tener la puerta abierta porque Jokin Aperribay, además de ser un gran presidente, es alguien que sabe mucho de fútbol. La experiencia con el merengue no fue buena. Rica sí, por vivir en primera persona en semejante vestuario. Volvió a la Real el delineante del pase y hasta que los problemas físicos se cruzaron en su camino, Illarramendi fue simplemente el mejor. De hecho, en esta última etapa desde sus reapariciones hasta estos días no ha desentonado en nada. Ha ofrecido un nivel alto en casi todos los partidos e incluso ha sido de los destacados, sinónimo de que tiene mucho fútbol en sus botas.
Se va el último nexo entre la última Champions y la que viene. Curiosamente, en ambos casos fue parte fundamental en la clasificación pero no va a poder llevar el dorsal 4 con la escarapela de la Liga de Campeones en la manga. Hace diez años el Madrid llegó para ficharle a cambio de 32 millones de euros. En esta ocasión decide bajarse de la nave txuri-urdin, que tantas veces ha patroneado, para emprender una nueva ruta y retos venideros en la parte final de su carrera. Seguro que no es lo mismo la Champions sin Illarramendi y no cabe duda de que merece jugarla con la Real. Ancelotti nos privó de ello hace diez años cuando fue a fichar a Verrati al europeo Sub-21 y vio que aquel rubio con el 3 a la espalda era mejor que el italiano. Y ahora, sus nuevos deseos de comenzar otra aventura nos impiden ver a Illarra sorteando los campos con la ikurriña en el brazalete en el Etihad, el Allianz Arena o San Siro.
Hablamos de alguien que desayuna junto a los cocodrilos en el Masai Mara o que se adentra en la selva de Costa Rica, con lo que no le tiene miedo a nada. La afición ha disfrutado de lo lindo con Illarramendi y él se lo ha pasado en grande, salvando los infortunios de las lesiones. Que han sido muchos, dicho sea de paso. Se va el delineante, quien trazaba el pase en la cabeza antes de que le llegara el balón. Que sabía si dar en corto o en largo. Conducir y replegar. Chutar o pasar. Un ejemplo para mayores y pequeños. Alguien con ADN Real Sociedad por los cuatros costados. Que vengan muchos txikis más como Illarra.
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