Hasta que un día suceda una desgracia

Una vez más, que no sucediera una desgracia fue cuestión de acierto. Todos los estamentos que rodeaban al partido sabían de la peligrosidad de los delincuentes del Anderlecht, que cambiaron por completo lo que estaba ocurriendo sobre el césped. Lo que no pudieron hacer sus jugadores sobre el verde, lo hicieron sus ultras puesto que los incidentes condicionaron completamente el choque. Es en el minuto 26 cuando los ultras belgas rompen el cristal protector de la grada visitante y comienzan a lanzar todo tipo de objetos como botellas, cristales rotos y sillas que incluso llegaron a alcanzar a algún aficionado txuri-urdin. Un jugador belga tuvo que retirar un asiento del césped para continuar con el choque.

Noticias relacionadas

El 1x1 de los jugadores de la Real Sociedad contra el Anderlecht. Y tú, ¿qué puntuación les das?

La Real solicita una reunión urgente con la UEFA para pedir explicaciones

Seguimiento a... Sadiq

La alegría en la casa del pobre

Por suerte, y como ocurrió el día del Benfica, no hubo que lamentar heridos, pero la suerte de la grada familiar no puede depender del acierto de un delincuente al que no sacaron del campo. Los cristales lanzados podían haber matado a algún aficionado txuri-urdin. Ver desde la distancia correr a niños tratándose de resguardar de la lluvia de objetos provocó impotencia a parte de la grada, que volvió a actuar de diez ante una nueva situación lamentable. Pero lo que no puede ser es que las aficiones visitantes se marchen de rositas tras delinquir. Tuvo que ser Remiro, diez minutos después del inicio del lamentable episodio, el encargado de parar el partido ante la ineptitud de Marian Barbu, el colegiado rumano que dirigió el choque. La Ertzaintza actuó al descanso, veinte minutos más tarde, y las aguas volvieron a su cauce. Los más pequeños van a pasar olímpicamente de este fútbol. Y prepárense que en novimebre viene la afición del Ajax, otra de las más temidas y ruidosas de Europa.

Sorprendió Imanol al no ser fiel a sus propios principios tras lo demostrado en las temporadas anteriores. El oriotarra, no muy amigo de las rotaciones, esta temporada sí que está buscando piernas frescas en la Europa League, donde los rivales son de menor entidad que en la Champions pero no son equipuchos a los que les puedes ganar andando. Del duelo ante el Valencia solo repitió Remiro y seguro que todos los análisis hubiesen sido diferentes si la Real hubiese ganado un partido que tenía controlado gracias a un gran arranque. Sadiq, muy entonado, le birló la cartera a Jorgensen para colocar un centro certero a Marín. Se frotó las manos el riojano.

Los de Imanol seguían controlando el choque, aunque sin demasidas ocasiones hasta los fatales diez minutos, tanto en la grada como en el verde. El Anderlecht ni avisó. Dreyer encontró la espalda de Pacheco, que realiza otro grave error ayudadado por Aihen, que rompe el fuera de juego para dejar solo a Vázquez. El ariete cruzó un remate potente ante un Remiro que solo pudo seguir con los ojos el balón. Reaccionó tarde. La noche se terminó de convertir en pesadilla con el 1-2, obra de un Leoni que fusiló al de Cascante desde la frontal con una volea de videojuego tras un despeje de Brais. Entró por toda la escuadra y difícilmente marcará otro tanto así en su carrera deportiva. El larguero de Óskarsson al borde del descanso pudo encarrillar la jornada, pero en días como éstos nada sale como se quiere.

Introdujo Imanol a Aguerd, Barrenetxea y Kubo pasando a jugar con extremos, pero el Anderlecht dio un paso atrás y se defendió como gato panza arriba para llevarse los tres puntos a casa. Óskarsson, Aihen, Kubo en varias ocasiones y Barrenetxea tuvieron situaciones de peligro, pero la Real no es poderosa cargando el área porque no tiene futbolistas para ese tipo de juego. Si esta nueva Europa League te permitía margen de error, la Real ya ha dilapidado su tiempo y está obligada a ganar al Maccabi si no quiere meterse en más problemas.