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Los derbis en San Mamés se han convertido en una condena en los últimos tiempos. Las derrotas se suceden en San Mamés con el ... agravante de que en el campo las sensaciones que transmite la Real son peores incluso que los resultados. Hay un dato elocuente: en las cinco últimas visitas con público a Bilbao se ha vuelto de vacío en todas con un saldo realizador de un solo gol a favor frente a once en contra. Ni en sus peores épocas en Primera División ofrecía una imagen tan indolente al otro lado de la autopista.
Lo que más sorprende es que estas cinco derrotas han ocurrido en uno de los mejores momentos históricos de la Real, que año tras año encadena clasificación para competición europea. Hace dos lo hizo incluso para la Champions League y se volvió con un 4-0 en contra, lo que evidencia que este partido allí se le ha atragantado y no sabe cómo dar la vuelta a la situación. Las siguientes serían algunas de las claves para entender qué está pasando en las visitas a San Mamés.
La actitud es clave.Los derbis de toda la vida han sido duelos de poco fútbol y mucha emoción. En los años noventa se llegaron a registrar hasta cuatro empates a cero en Bilbao porque los dos equipos tenían tanto miedo a perder ante el vecino que exponían muy poco en ataque. El balón no se arriesgaba en zonas comprometidas y había un recurso al juego directo para permitir a ambos mantener su posicionamiento sobre el campo.
En ese contexto la actitud y la intensidad se hacían imprescindibles en cada disputa para no dar el brazo a torcer. Se hablaba muy poco de táctica y mucho de carácter, casta y compromiso. Un empate a domicilio era un tesoro para el visitante. Hubo un derbi en Atocha en el que Clemente llegó a retrasar la posición de Loren, que era su delantero centro, para colocarlo de central marcando a Aldridge, el ariete de la Real. Con eso está todo dicho.
Nadie quería volverse de vacío y los protagonistas se dejaban la vida en cada acción. Aunque los jugadores de ambos equipos también se llevaban bien, eran habituales las tanganas y los enfrentamientos durante el partido. El domingo, sin embargo, apenas hubo faltas y el árbitro pasó desapercibido, algo impensable en los derbis de antaño en los que la polémica estaba servida.
A la Real le ha faltado ilusión, fuerza e intensidad en los últimos desplazamientos a San Mamés para hacerse acreedora a puntuar. Una actitud agresiva no garantiza por sí sola un buen resultado, porque el rival también se emplea al máximo, pero la ausencia de ella es sinónimo de derrota como se está pudiendo comprobar.
¿Derbi solo para el local?El fútbol moderno arrincona el pasado y el derbi vasco como se ha entendido siempre está en serio peligro. Hoy en día la presencia de aficionados visitantes es testimonial cuando la esencia de un partido así es la rivalidad que se vive en las grada. Pero si no hay seguidores del otro equipo, ¿con quién vas a rivalizar? LaLiga solo mira por el negocio y todo lo demás es prescindible. Y el derbi es principalmente sentimiento, nada que se pueda monetizar.
Hoy te encuentras más seguidores de la Real en Zorrilla o en Vallecas que en San Mamés. De hecho, hace dos temporadas fueron el doble a Cádiz –coincidió el partido en agosto en plenas vacaciones de verano– que a Bilbao, lo que ha derivado en partidos tristes, sosos y sin identidad que apenas se diferencian de un Getafe-Espanyol, por ejemplo.
Lo mismo ocurre en Anoeta, donde se han dado cinco victorias realistas y dos empates en los siete últimos años. El Athletic del colmillo y la presión en Bilbao se muestra más dócil cuando llega a Donostia. El conjunto local sí siente de cerca la importancia que tiene para los suyos el partido y se deja el alma en el campo mientras el visitante trata de buscar algún aficionado suyo en la grada que le recuerde que está jugando un derbi.
En Inglaterra o en Alemania cuidan más la esencia de esos enfrentamientos clásicos promoviendo el desplazamientos de las aficiones pero aquí, a pesar del buen ambiente que reina entre ambos, no es así. Una pena.
Imanol no da con la tecla. Al oriotarra, que está batiendo todos los registros en el banquillo y sabe lo que es ganar en el Bernabéu y el Camp Nou, se le ha atragantado desde siempre el derbi en Bilbao. Solo ganó el que se jugó a puerta cerrada en la Nochevieja de 2020 con el gol de Portu, en los cinco restantes su equipo ha perdido y con merecimiento. Cuando Oyarzabal lanzó el recado de que quizás deberían mirar la forma de preparar este partido y el planteamiento lo hizo por algo, porque la Real solo tiene un plan en estos derbis y siempre le sale mal. Los afronta todos con la misma receta: atraer al rival a través de una salida en corto del balón para tratar de buscarle las espaldas a partir de las excelencias de sus centrocampistas. Pero últimamente no ha podido superar la intensidad defensiva de un Athletic que tanto con Marcelino como con Valverde supo bien dónde presionarle y como hacerle daño a la contra.
La Real del domingo encadenó más pases que el oponente (405 contra 229) pero enlazó menos en campo contrario (108-112), algo que también sucedió la pasada temporada y que refleja la horizontalidad que caracterizó su fútbol frente a la verticalidad de los rojiblancos.
Sin respuesta tras encajar.Otra característica de los partidos en Bilbao es la falta de reacción cuando el Athletic marca primero, algo que por otra parte ocurre casi siempre. Esta vez tenía más de una hora por delante para igualar el gol de Sancet y ni siquiera puso en apuros a Agirrezabala. El año pasado solo tiró una vez entre los tres palos y fue en la jugada en la que Oyarzabal empujó con el pecho un centro impreciso de Aihen para acortar distancias en el descuento.
Con todo, no es algo exclusivo de los últimos derbis, ya que la Real de esta temporada está teniendo muchos problemas para atacar en posicional a equipos que defienden marcadores favorables. Siete veces ha empezado perdiendo en este curso y solo ha podido rescatar un empate, ante el Atlético con aquel golazo de Sucic desde fuera del área. El resto ha acabado en derrota y contra el Mallorca, Real Madrid, Osasuna y Athletic no llegó siquiera a marcar. Al Rayo lo hizo en el 98 cuando perdía por 0-2, por lo que el gol de Zubimendi fue anecdótico. Contra el Viktoria Pilsen llegó a empatar pero se vio sorprendida en el tramo final en un contragolpe para caer derrotada.
El día del Anderlecht empezó ganando pero el cuadro belga le dio la vuelta al marcador para el minuto 39. Teniendo más de medio partido por delante fue incapaz de equilibrar la contienda con la sensación de ir perdiendo fuelle con el paso de los minutos, ya que sus mejores momentos fueron en el cuarto de hora inicial de la segunda parte. Imanol lo intentó todo en Bilbao, acabando con extremos a pierna natural –Becker y Gómez– para abrir el campo pero fue en vano. A la Real le cuesta mucho jugar con el marcador en contra.
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