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Trece tilos de gran porte y con problemas de estabilidad se van a retirar esta semana de la avenida de Tolosa. La operación comenzó ayer a primera hora de la mañana y se prolongará durante varios días. Diez de estos ejemplares estaban ya identificados el pasado otoño como «árboles peligrosos» y su tala estaba programada dentro del Proyecto de Actuaciones en los Árboles Peligrosos en el Ámbito Urbano. Otros tres se han añadido a la lista en los últimos días, tras un estudio efectuado en las últimas semanas con tecnología 'Tree Motion Sensor'.
Esta técnica consiste en colocar dos sensores a cada árbol en momentos donde se prevean rachas de viento superiores a 45 km/h. Los sensores «registran los micromovimientos del sistema radicular y del plato de anclaje del árbol ante los empujes del viento sobre la copa», lo que se traduce en unas «gráficas de previsión de respuesta del árbol ante futuros episodios de rachas de viento superiores a 20 Km/h», según explicó el concejal de Mantenimiento, Carlos García (PSE).
Los tilos de la avenida de Tolosa se han convertido en un problema de seguridad por la madurez de estos ejemplares, con más de 60 años de vida, las diferentes patologías que presentan y la importante vía de comunicación que flanquean, una avenida con cuatro carriles de circulación en el pleno al Antiguo.
El pasado jueves, con las fuertes ráfagas de viento que se registraron, cayó uno de estos ejemplares situado en la curva de esta avenida, cerca de la biblioteca central de la UPV, lo que obligó a cortar la circulación en los dos sentidos sin que hubiera que lamentar heridos.
El técnico de Parques y Jardines Juan Mari Odriozola analizó ayer la base de este ejemplar que presentaba afectación por el hongo Ganoderma, una patología habitual en estos árboles. «No era un árbol que tuviéramos en el radar porque su aspecto era bueno y no presentaba problemas aparentes», explicó.
Su caso es el de otros muchos ejemplares. Los tilos de la avenida de Tolosa han ido quedando enterrados en capas de asfalto y obras de urbanización, de tal forma que su base real está decenas de centímetros bajo el nivel de la calle. «Este árbol presentaba una pudrición basal remontante», es decir, que su madera se iba deshaciendo de abajo hacia arriba, pero sin haber llegado la patología a la base que ahora emergía del parterre, lo cual hacía difícil detectar el problema». Hasta ahora se ha venido utilizando la técnica del resistógrafo, una varilla metálica de hasta 30 centímetros de longitud que se introduce en la base del árbol y mide la resistencia de la madera. Si el árbol presenta pudrición se refleja claramente en la gráfica al caer la resistencia a la introducción de la varilla. Pero en este tilo no se hubiera detectado nada porque la patología aún no había llegado a la base visible del árbol, que está más de medio metro por encima de la real.
Carlos García
Concejal de Mantenimiento
Juan Mari Odriozola
Técnico de Parques y Jardines
Por eso se ha empezado a emplear la técnica de los sensores que miden los micromovimientos del árbol en su base cuando vientos relativamente fuertes mueven la copa, una tecnología que ha permitido 'descubrir' este mismo año en esta avenida tres tilos más que podían caer en cualquier momento.
Odriozola explicó por qué Parques y Jardines suele resistirse a efectuar podas de estos grandes ejemplares. «Si a un árbol le quitas la 'fábrica' de energía, que son las ramas y las hojas, le restas fuerza para combatir a las enfermedades que le puedan afectar a futuro, lo debilitas. Si lo podas, le quitas reservas y tiene más dificultades para poner barreras a los hongos».
El Departamento de Parques y Jardines espera finalizar los apeos de los 300 árboles peligrosos a final de verano, para utilizar el otoño-invierno para plantar los ejemplares que los sustituyan. En el caso de los tilos, una buena gestión de los nuevos y los viejos árboles es fundamental. «Solemos plantar varios árboles jóvenes a la vez, un tramo, porque si plantas un retoño entre dos árboles de 60 años estos 'se lo comen' y no dejan que se desarrolle».
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Las características viales de la avenida de Tolosa y el histórico de caídas de árboles mantienen esta calle de forma permanente en el radar del Departamento de Parques y Jardines. El concejal Carlos García explicó que la seguridad siempre va a ser el criterio fundamental de actuación en esta calle y en la vía pública en general. El técnico municipal Juan Mari Odriozola indicó que a las revisiones periódicas, se suman las inspecciones que se realizan después del paso de un temporal y las nuevas técnicas que analizan la estabilidad de los ejemplares. Pese a todo, cada año se cae algún tilo porque sus patologías no se llegan a detectar. Como conclusión, Odriozola apunta que si los servicios meteorológicos anunciaran una alerta roja él «cerraría al tráfico la avenida de Tolosa» para evitar riesgos.
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