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Iratxe Bernal
Sábado, 3 de mayo 2025, 18:54
No hay que esperar a que la necesidad apriete para controlar nuestros gastos y hábitos de consumo, y una buena forma de mantenerlos a raya ... es elaborar un presupuesto mensual realista, acorde a nuestras circunstancias personales. Hacerlo puede parecer complicado, pero no lo es tanto si sigues unas pautas básicas.
Parece una perogrullada, pero no todo el mundo lo sabe con exactitud, así que empecemos por ahí. Si tienes nómina, coge las pagas –todas, que hay quien cree que las extra son una especie de plus y no parte de su sueldo– y divide entre doce. Si no ganamos siempre lo mismo, tendremos que hacer una estimación, y mejor tirando a pesimista. Más vale hacer el presupuesto pensando en el mínimo que ganamos en años anteriores que en el máximo. Si al margen del dinero obtenido con nuestro trabajo tenemos otros ingresos, lo ideal sería ahorrarlos o invertirlos.
A grandes rasgos todos sabemos en qué empleamos el dinero, pero el diablo siempre está en los detalles. Si nos ponemos a pormenorizar podremos ver cómo los 'gastos hormiga' se convierten en marabunta. Toca pues hacer una lista y anotar cada pago que hayamos hecho en los últimos dos o tres meses, por minúsculo que sea. El análisis será más riguroso cuanto mayor sea el período del que recopilemos información y exhaustiva sea ésta, pero si no te ves capaz de echar la vista atrás con tanta exigencia, no pasa nada; empieza el primer día del mes.
Con la lista de gastos tan completa como podamos, empezaremos por determinar cuáles son imprescindibles y, dentro de éstos, vamos a separar aquellos que tienen un importe fijo y los que, como el súper, la luz o la gasolina, lo tienen ligeramente variable. El segundo gran apartado es el de los gastos prescindibles. Desde el café a media mañana y el sobre de cromos del niño a las vacaciones y los regalos de Navidad. Podemos hacer las subcategorías que queramos, pero mejor cuanto más desmenucemos. Si ponemos cine, libros y conciertos cada uno por un lado en vez de todo agrupado en 'ocio' será más fácil ver dónde meter la tijera llegado el caso.
Parece una clasificación sencilla, pero hay compras que pueden tener su aquel y variar de bloque según la interpretación de cada quien. ¿Dónde va, por ejemplo, la ropa? Depende. Si nos limitamos a sustituir prendas en mal estado sería una necesidad, pero si compramos por capricho, por seguir la moda, habría que meterla en el bloque de los prescindibles.
Ahora que ya tienes establecidas las categorías que más se ajustan a tu realidad y sabes cuánto ganas al mes, sólo hay que repartir… pero con prioridades. Empieza por las partidas de los gastos ineludibles asignado la cantidad exacta cuando la hay y haciendo una estimación acorde a lo que hayas visto en el análisis anterior si no tienen un importe fijo. Para no realizar nuevos cálculos el mes que esperemos un recibo anual o sepamos que tendremos desembolsos necesarios pero fuera de lo normal –como el seguro del coche o la vuelta al cole–, lo más cómodo es prorratear su importe e incluirlo como si cada mes pagáramos una parte de ese total.
Cuando establezcas las categorías de tu presupuesto, incluye el ahorro como una más. Cada quien según sus medios debería establecer una cantidad fija (un 10% de los ingresos mensuales, por ejemplo) para ir haciendo un colchón. O colchones, mejor dicho. El primero, para contar con un fondo de emergencia que evite que un imprevisto nos desbarate el presupuesto. Después, una vez alcanzada esa cantidad –o repuesta si hemos tenido que utilizarla–, debemos pensar en el largo plazo.
Finalmente, abordamos la categoría de gastos prescindibles; los que nos podamos permitir y en una cuantía sensata según hayamos llegado hasta aquí. Como en el otro bloque, no olvides crear un apartado específico para esos que, como las vacaciones o la invitación a una boda, se hacen en un mes concreto pero conviene ir 'provisionando'.
Si hacemos un presupuesto es para cumplirlo. Esto quiere decir que debemos seguir tomando nota de nuestros gastos para comprobar periódicamente si estamos cumpliendo con las previsiones. Lo más fácil es hacerlo cada semana, para que nos dé menos pereza echar cuentas y tengamos más margen de maniobra si algo se tuerce. Si es así, deberemos ver en qué partidas podemos arañar para no superar nuestro gasto mensual estimado. Intenta compensar con categorías del mismo bloque y, sobre todo, evita que la de ahorro se convierta en la partida a la que recurrir en esos casos. Para evitar la tentación, lo mejor es programar una trasferencia a otra cuenta el primer día del mes.
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