Javier Brey: «Euskadi lleva años desarrollando el hidrógeno con firmas pioneras »

– ¿Qué papel tendrá el hidrógeno verde en el 'mix' energético estatal para cumplir con el reto europeo de la descarbonización?

– Europa debe descarbonizar todos sus sectores al 100% para 2050 y este objetivo solo se puede lograr si se sustituyen los combustibles fósiles por el hidrógeno. La penetración será gradual, de manera que para 2030 el 5% ya se habrá sustituido y esta será la prueba piloto para alcanzar el 100% en 2050.

– Dicho de otro modo, la descarbonización es imposible sin incorporar al hidrógeno verde en la ecuación.

– Así es. Conocemos muchos casos parciales de descarbonización. Por ejemplo, en el sector del transporte existe el vehículo eléctrico, pero no satisface toda la demanda, porque el 70% de los españoles no dispone de una plaza de garaje donde recargar la batería. También habrá conductores que no quieran esperar 45 minutos a completar el proceso o que necesitan una autonomía de 600 kilómetros. Para estas personas el vehículo de hidrógeno es una solución, al igual que para el transporte pesado, aviones, barcos, trenes... Si hablamos de las renovables, no cabe duda de que son fantásticas, pero presentan un problema de gestión. Es decir, no es posible almacenar en baterías la energía generada en verano para consumirla en invierno. Sin embargo, el hidrógeno sí se puede producir con la energía renovable excedentaria en primavera y verano, y almacenarla para su uso posterior.

– Sin embargo, la apuesta por el vehículo eléctrico y de hidrógeno choca con la realidad de que el consumidor sigue comprando los de combustión...

– Comprarse hoy un coche de hidrógeno es un acto de fe, porque no hay dónde repostarlo. En España hay solo cinco estaciones de servicio donde lo suministren. El mercado irá creciendo a medida que se desarrolle una red de hidrogeneras. Se prevé que en 2030 haya 150 estaciones de este tipo, lo que permitiría que el 5% de los vehículos sean de hidrógeno.

– El coste también es un problema...

– No, el eléctrico más vendido es el Tesla.

– Creo haber visto solo dos Tesla, uno de ellos en Marbella...

– Sí, pero es el más vendido en España y esos s probablemente hubieran comprado un vehículo de hidrógeno de existir una red de respostaje. La diferencia de precio no es un problema. Cuestan unos 60.000 euros, son de gama alta, pero el precio se irá reduciendo y ello irá ligado a la apertura de estaciones de servicio. Los móviles y los ordenadores eran caros y ya no lo son.

– Otro lastre puede ser el coste que deberán afrontar las empresas para adaptarse a esta fuente de energía...

– La sustitución del gas natural por el hidrógeno se realizará de forma gradual y sin perjuicio para el , de la misma manera que se cambió el gas ciudad por el gas natural.

– ¿Qué inversiones serán necesarias para que el hidrógeno verde alcance esa posición relevante en el 'mix' estatal?

– Es aventurado realizar cálculos para 2050, pero para 2030 se han estimado en 8.900 millones de euros. El Gobierno central ya ha puesto 1.500 millones. Si se suman las inversiones previstas por las compañías del Ibex 35 se supera ampliamente esta cifra. El dinero no será un problema. Las empresas están deseando contar con un terreno seguro y sostenible en el que invertir. Es un sector en el que si entras tendrás mercado en las próximas décadas.

– Euskadi apuesta fuerte con el Corredor Vasco del Hidrógeno. ¿Que le parece esta iniciativa?

– Tiene de bueno que aúna a toda la cadena de valor, es decir, producción, transporte, distribución, almacenamiento y uso. Además, da cabida a grandes empresas, pymes y centros tecnológicos.

– El País Vasco ha ocupado históricamente un lugar destacado en sectores como la siderurgia o la automoción. ¿La 'industria' del hidrógeno alcanzará la misma relevancia?

– Sí y además es necesario porque la industria vasca, basada en los combustibles fósiles, se va a reconvertir en una industria limpia gracias al hidrógeno. Cuando decimos que en España habrá producción y tecnología orientada hacia esta transición es imposible no pensar en Euskadi. El País Vasco jugará un papel fundamental.

– En Euskadi están previstas al menos dos fábricas de electrolizadores y si el proyecto de Iberdrola recala aquí, serán tres. ¿Habrá demanda para todas?

– España prevé instalar 4 GW de electrolizadores en diez años, Europa 40 y otros 40 principalmente en el norte y este de África. Por tanto, podemos ser exportadores de electrolizadores, bienes de equipo y conocimiento. Euskadi está muy bien situada para cumplir este papel.

– ¿Por qué?

– Llevo trabajando en estos temas desde 1998. He colaborado con el Grupo Mondragon, Tecnalia, Cidetec y CAF, entre otras muchas empresas y centros tecnológicos, en el desarrollo del hidrógeno. Por tanto, el País Vasco lleva veinte años desarrollando esta tecnología, no ha empezado ahora. Las compañías que he citado y otras han sido pioneras. Todos estos recursos están ahí disponibles. Y, además, Euskadi cuenta con una industria muy potente. Un electrolizador es un conjunto de membranas, placas, piezas de acero y de grafito mecanizadas, láminas de polímeros de plástico... Toda una serie de componentes que pueden ser fabricados en el País Vasco. Y, además, cuenta con un Gobierno autonómico que pone encima de la mesa una estrategia y una cuantificación económica, porque de lo contrario sería un brindis al sol. En Euskadi se sabe que se necesitan 1.300 millones, parte de los cuales serán aportados por la UE.

– Sin embargo, apenas generamos energía solar o eólica, necesarias para producir hidrógeno verde...

– Hay viento y sol suficiente, pero nadie va a invertir en una planta de este tipo si no le garantizan que va a ganar dinero. El hidrógeno aporta esta posibilidad, se abre un nuevo mercado.

–Vivimos en pleno 'boom' del hidrógeno. ¿Estamos inflando una burbuja que puede estallar?

– Es lógico planteárselo, porque si es la tercera vez que se pone en marcha la tecnología del hidrógeno, por qué no va a haber una cuarta o una quinta. Sin embargo, esta vez es distinto porque la UE, China y Estados Unidos, entre otros muchos países, apuestan por la descarbonización. A esta realidad se unen otras dos, el abaratamiento de las renovables y la madurez tecnológica. El movimiento es global y no tiene marcha atrás.