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Desde 1968 los tripulantes de las naves que pasaban por encima de los polos observaban un chorro supersónico de partículas que eran lanzadas al espacio ... exterior. Para explicar ese «viento» era necesario que hubiera algo que lo moviera. Sabíamos que la Tierra tenía dos campos, uno el gravitacional, que atraía a todo hacia su centro, incluyendo las partículas cargadas eléctricamente. El otro era el campo magnético que hacía que las partículas cargadas que llegaban a la proximidad de nuestro planeta se desviaran hacia los polos, siendo, por lo tanto, el responsable de las auroras polares. Ninguno de esos dos campos justificaban el chorro de partículas cargadas que salían disparadas desde los polos hacia el espacio exterior. Por eso se sugirió la existencia de un campo eléctrico, al que dieron el nombre de ambipolar, aunque no era la única hipótesis para explicarlo.
El 28 de agosto la revista Nature ha publicado un artículo cuyo autor principal es Glyn A. Collinson, en el que nos explica como NASA construyó un cohete llamado Endurance, cuya misión era comprobar si existía ese campo eléctrico y, en su caso, medirlo. Lo lanzaron desde la isla Noruega de Svalbard en 2022. Efectivamente, el cohete pudo medir ese campo. Es bastante débil, tan solo de 0,55 voltios, pero suficiente para explicar el chorro de partículas cargadas.
Endurance ha demostrado la existencia de ese campo y ha logrado medirlo.
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