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A esta Real le ha mirado un tuerto. Se le acumulan los problemas. Vamos, que monta un circo y le crecen los enanos. Es como la Ley de Murphy pero a lo bestia. Y ayer fue un poco de todo esto, de mala suerte, a lo que hay que añadir que delante había un rival con más descanso y que esta temporada dará que hablar. Y sino, al tiempo. Ojo con este Valencia.
Aun así, a pesar de tener que luchar contra los elementos (actuación arbitral incluida), la Real no le perdió la cara al partido durante los 93 minutos que duró el choque, aunque su juego y frescura distan mucho de lo visto en los primeros partidos. Pero las cosas son como son y así hay que aceptarlas. Eso sí, sin ninguna pizca de resignación.
La Real acumula tres derrotas consecutivas. Comenzó como un tiro, con tres triunfos de tres y ahora ha entrado en una dinámica negativa de la que hay que salir cuanto antes. Pero ni antes eran supercampeones ni ahora son un equipo en el que no creer. Son nueve puntos que para sí ya los quisieran muchos equipos y que, visto lo visto y las circunstancias en las que el equipo ha llegado a esta jornada seis, no es mal botín.
Quizás si antes de comenzar la temporada nos hubieran dicho que la Real no iba a poder contar con su pareja de centrales titulares por lesión durante semanas y semanas, más de un realista se hubiera echado a temblar. Si a eso se le añade que expulsan a uno de los centrales que te quedan en Valencia (en el partido contra el Levante), le sancionan un partido, y que el centrocampista que le suple al siguiente choque (ayer ante el Valencia) también es expulsado, pues es como para ponerse a llorar o para tirar la toalla.
Y el estado de la defensa tiene mucho que ver con la sangría de goles que el equipo txuri-urdin está sufriendo en este comienzo de temporada en el que, salvo el partido ante el Villarreal, en el resto ha encajado dos o más tantos. A pesar de esto, es meritorio el trabajo realizado por Aritz, que ha solventado con nota sus minutos en el campo. Ayer, incluso, metió un gol. Tampoco lo han hecho mal Llorente ni Zubeldia, al que ayer le tocó jugar atrás. Pero estas alabanzas no pueden ocultar los desajustes defensivos del equipo, puestos a relucir ayer con los goles del Valencia.
Queda mucho por delante y hay que hacer frente al próximo compromiso. Que no cunda el pánico. Esta Real tiene mimbres volver a tejer un buen juego y recuperar la sonrisa de la victoria. Llega un largo viaje a San Peterburgo, en el segundo partido de la Europa League (habrá más rotaciones), y el domingo toca jugar contra el Betis, antes del parón liguero. Crucemos los dedos
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