«Beñardo te decía 'vete mañana a Reikiavik y ficha a Gislason'»

«Hemos pasado juntos cincuenta y tantos años». José Antonio Errazkin fue el gerente de aquel gran Bidasoa y mano derecha de Beñardo García. «Era un gran hombre, con una gran capacidad de decisión y gran poder de mando. Su influencia fue absoluta en el Bidasoa y en nosotros. Tenía gran facilidad para relacionarse con la gente, como con el dueño de Elgorriaga, a quien era capaz de convencer de que invirtiera muchísimo sin tener ni idea de nuestro deporte. Vivimos la época gloriosa de los 90».

Errazkin destaca que «se relacionaba bien con todo el mundo y no le asustaba nada». Y, como ejemplo, recuerda la Copa de Europa ganada en Zagreb. Allí mismo, «Beñardo se acercó y me dijo 'en menudo lío nos hemos metido' y me habló de una cifra en pesetas. En el vuelo de vuelta cogió a todo el mundo, no diré a quiénes, y en el mismo avión consiguió un arreglo y lo solucionó. Tenía gran personalidad y sentido de ejercer el mando».

Su círculo de relaciones era amplísimo, aquí y allí. Es conocida la anécdota de cuando paró los pies a Jesús Gil tras una reunión con Enrique Cerezo, entonces responsable de la sección de balonmano y hoy presidente del Atlético de Madrid. Sabía tejer alianzas, como con la Real Sociedad. Recuerda Errazkin cómo en una ocasión «Luis Uranga llamó a Beñardo para decirle que fuéramos a comer al golf, que sabía que el club atravesaba problemas. Estuvimos Uranga y Txatxan Irusta por la Real y Beñardo y yo por el Bidasoa. No hablamos de dinero en toda la comida, pero al final dijo 'mañana te mando una cifra'. Fue una ayuda importante. La Real nos hizo un homenaje tras ganar la Copa de Europa y fue el día del 5-0 al Athletic».

La talla del hombre prevalece a la hora del recuerdo, pero su trabajo al frente del Bidasoa fue una fuente inagotable de aventuras que dibujan bien la personalidad de un hombre de acción, único. José Antonio Errazkin podría escribir un libro con sus anécdotas. «Recuerdo que estando en Benidorm con la familia, me llamó Beñardo y me dijo 'mañana cógete un avión y vete a Reikiavik a fichar a Gislason'. Le dije que cómo iba a ir a Islandia si no sabía el idioma y me respondió que no me preocupase que un tío suyo era profesor de castellano. Preparamos el contrato para una temporada y me fui. Cogí el vuelo de vuelta a Alicante y en la escala de Londres llamé a Beñardo para decirle que no sabía si había hecho bien o no pero que en vez de ficharle para un año le había firmado para dos».

Tampoco olvida el viaje a Serbia «en plena guerra» para fichar a Perunicic y Jovanovic. «Aterrizamos en Bucarest porque había un boicot internacional, no había aviones y no funcionaban las tarjetas de crédito». Las contrataciones se hicieron sin novedad y Errazkin asegura que «el fichaje más complicado fue el de Bogdan Wenta en la Polonia comunista».

En la final de Zagreb, ante 20.000 aficionados croatas que tiraban de todo a la cancha, «el delegado de la EHF propuso darnos el trofeo en el vestuario, Beñardo se negó en redondo y dijo que hasta que no nos lo entregasen en la cancha no nos movíamos de allí. Así se hizo».

Los mensajes de condolencia se le acumulan a Errazkin en las últimas horas. «Dentro del balonmano español y europeo, Beñardo era un hombre muy respetado».