Markel Olano | Diputado general de Gipuzkoa

«En el futuro me veo dentro de la política, es mi compromiso»

-¿Y después?

-Está sin despejar todavía. Lo tenemos que hablar, no toca aún hablar de eso, pero me veo dentro de la política, el compromiso político es mi vida. Dónde transcurra lo decidirá la ejecutiva de mi partido.

-¿La ejecutiva guipuzcoana?

-Así es, la guipuzcoana. Hasta ahí puedo leer.

Se apaga la grabadora, y Markel Olano se relaja y explica como si fuera un profesor de historia los recovecos del palacio foral, los jarrones japoneses que antes integraban el decorado del despacho del diputado general, la nueva mesa de escritorio que sustituyó a la anterior, que era de notario. En las paredes cuelgan dos cuadros abstractos de Ruiz Balerdi, un tapiz que refleja la concesión de Juan II de Castilla de las ordenanzas de las Juntas Generales de Getaria en 1397.

La Diputación sigue teniendo ese aire silencioso, mullido, de alfombras pesadas de finales del XIX, de juegos sutiles de tacitas de cafés y tés, un retrato de San Ignacio misterioso y una vidriera espléndida.

Un rival sostiene que Olano ha ganado seguridad para navegar más allá de los papeles, le ve anclado en sólidas convicciones socialcristianas, con un fuerte sentido de comunidad y un nacionalismo incombustible que tiene que cabalgar todos los días sobre el principio de realidad.

Pero emerge un Olano intelectual al que le impactó la lectura de '¿Cómo mueren las democracias?', de Steven Levitsky y Daniel Zibiatt, que aconseja vivamente. Y otro cocinero, al que le encantaría invitar a todos los aspirantes forales a un almuerzo distendido con un menú sencillo: «Espárragos frescos cocidos con mayonesa casera. Cordero asado. Ensalada de lechuga con cebolleta. Mamia». Que en eso de la gastronomía sí que quedan certezas. Primero, segundo y postre. Un clásico.